¿Qué haces cuando todo el mundo está posteando su fic menos tú? ¿Hacer tú uno con casinos y furcias? Nah, eso es demasiado mainstream. Lo mejor es reciclar drabbles y juntarlos en una colección para no mandar al personal aún a la segunda página (?)
Lo siento Poi y Ramen.
Bienvenidos a La Mazmorra del Dragón, el lugar donde iré posteando desvaríos y otras paridas varias que vaya escribiendo. Probablemente me acabaré yendo a la segunda página pero hey, al menos no tenemos sección de Abandonados (????). Anyway, vamos con un pequeño coso que escribí para el Twitter que no es Twitter hará ya un tiempo.
Pifia en Percepción
Sigfried llegó al final de la cueva, pero lo que encontró fue poco más que una decepción. El lugar estaba vacío: lo más parecido al oro que había allí eran los ojos de una cría de dragón que le miraba con curiosidad y que no suponía ninguna amenaza. Aparte de eso, la nada más absoluta. No merecía la pena acabar con aquella criatura, y por más que buscó algo de valor, solo encontró su sombra proyectada en las paredes y una cantidad inconmensurable de piedras inútiles.
Sigfried envainó su espada y, antorcha en mano, volvió sobre sus pasos con una sensación de seguridad, pero también de haber perdido el tiempo.
La dragona sonrió. Esa noche, su cría iba a tener una cena deliciosa.
Lo siento Poi y Ramen.
Bienvenidos a La Mazmorra del Dragón, el lugar donde iré posteando desvaríos y otras paridas varias que vaya escribiendo. Probablemente me acabaré yendo a la segunda página pero hey, al menos no tenemos sección de Abandonados (????). Anyway, vamos con un pequeño coso que escribí para el Twitter que no es Twitter hará ya un tiempo.
Pifia en Percepción
Sigfried llegó al final de la cueva, pero lo que encontró fue poco más que una decepción. El lugar estaba vacío: lo más parecido al oro que había allí eran los ojos de una cría de dragón que le miraba con curiosidad y que no suponía ninguna amenaza. Aparte de eso, la nada más absoluta. No merecía la pena acabar con aquella criatura, y por más que buscó algo de valor, solo encontró su sombra proyectada en las paredes y una cantidad inconmensurable de piedras inútiles.
Sigfried envainó su espada y, antorcha en mano, volvió sobre sus pasos con una sensación de seguridad, pero también de haber perdido el tiempo.
La dragona sonrió. Esa noche, su cría iba a tener una cena deliciosa.
