
Con violencia volvía a chocar contra una roca tras recibir el carga dragón del Garchomp que servía a aquel robusto humano de largos cabellos azules. Azules como la luz que despedía aquella bestia de energía en la que se había envuelto el tiburón de tierra segundos antes. Pero esos personajes no estaban solos, había otros cuatro humanos y pokemon que observaban la lucha desigual con interés. Mientras a su lado yacía el cadáver de su amada a la que no había podido salvar de quien ahora pretendía darle el mismo final.
Todo había comenzado al caer la noche, cuando se encontraba en un bosque cercano recolectando bayas. El sonido del viento proveniente del desierto, así como las hojas al mecerse era lo único que podía oírse. Lo único hasta que escuchó ese llamado aterrador y lejano, la angustia de su querida.
Se apuró por volver a su nido, solo para encontrar la trampa mortal en que ahora estaba. Luchó con todas sus fuerzas, ¿pero qué podía hacer una familia de Flygon y Trapinch ante un Garchomp, un Kommo-oh, un Krookodile, un Heliolisk y un Mamoswine que parecían ser guiados por igual cantidad de humanos? Cada uno de esos pokemon logró superarlos, incluso aquella lagartija que en los papeles podría haber sido el blanco más accesible, se volvió más veloz y lo alcanzó con algún Pulso dragón. No recordaba exactamente cuantos, ya que todos se habían intercalado para dañarlos y darles los golpes de gracia.
Ahora estaba solo, pero con impotencia fue viendo a su familia perecer, uno a uno. Sus pequeños ante el cocodrilo, y a su amada ante el tiburón. Él por su parte estaba lleno de heridas y en shock. ¿Es que valía la pena seguir peleando?
—Me hicieron un encargo de carne de Flygon, así que no es personal.—Anunció con solemnidad el humano que al parecer comandaba el grupo. Ya estaba por ocurrir, ya estaba por ordenarle al otro dragón de tierra que lo asesinara, lo sabía. Trató de levantarse, pero apenas pudo sostenerse hasta percatarse de algo que comenzó a caer sobre su lente roja derecha. Sangre, seguramente había sido del golpe que le dio el tiburón con una de sus garras, pero ante el dolor que arrastraba hace largo rato ya había perdido la noción de cuántas heridas tenía. ¿Unas pocas? ¿muchas?
—Garchomp ahora ac…—Pretendió dar una orden el sujeto de tez morena, antes de ser interrumpido por otro pokemon que hizo acto de aparición en la escena, así como un joven que aparentemente era ajeno al hecho que se estaba dando. No, no recordó ver a ninguno de los dos desde que llegó.
Debido a su estado de debilidad, Flygon solo pudo verlos de espalda, interponiéndose entre el otro dragón de tierra, y él. Uno era una criatura bípeda predominantemente de color lavanda, con dos cuernos que se extendían hacia atrás en el mismo tono, al igual que su cola. Pero lo que más destacaba eran unas aletas con membrana gris tanto en su espalda como en el dorso de sus antebrazos. El otro era un humano mucho más pequeño que aquellos que le habían causado todos esos problemas. Con cabello negro, liso y largo. Su atuendo era un buzo que se adivinaba que en algún momento había sido negro y unos pantalones gastados.
—No hagas las cosas más difíciles. Solo sigo órdenes…—Alcanzó a oír al sujeto que lideraba ese grupo que los atacaba, como un murmullo distante. En realidad todo a su alrededor se nublaba, mientras su visor derecho se cubría cada vez más de su propia sangre.
Pronto aquellas manchas difusas se fueron oscureciendo, y así abandonó toda conciencia de lo que estaba ocurriendo, para internarse paulatinamente en una desconocida negrura...
¿Eso había sido todo de su vida? ¿Fallar ante todos aquellos que confiaban en él?
No. Había sido más que un fallo, había sido una catástrofe que les costó la vida. Viéndolo desde ese punto de vista, pagar ese error imperdonable con su muerte le pareció razonable. ¿Pero si hubiese estado ahí desde el comienzo de la batalla habría cambiado las cosas? Ya no importaba.
De pronto sintió un dolor terrible que lo despertó, ¿Qué ocurría?, todo se veía en tonos inusualmente blancos y negros a su alrededor. No solo eso, aquellos sujetos de atuendos negros volvían a estar ahí. Se veían gigantes, y lo estaban sosteniendo con una fuerza superhumana. No podía moverse, estaba paralizado.
Apenas estaba procesando lo que estaba pasando, cuando sintió un líquido que al mojar su frente de alguna manera lo habilitó para que pudiera mirar hacia arriba, sin embargo lo que encontró no fue ni por asomo alentador ya que uno de sus pequeños Trapinch con un aspecto muy degradado lo observaba, mientras era tomado de una de sus patas por el Krokodile que también se veía enorme.¿En qué momento había aparecido ahí en frente? ¿cómo era que no lo había visto? ¿Dónde estaba?
—Papi, creía que nos ibas a salvar—Le reprochó la cría pokemon mientras lentamente era llevada hacia las fauces y posteriormente devorada de un bocado por el cocodrilo de tierra sin que el Flygon pudiese hacer algo para impedirlo más que observar con angustia...
—¿Porqué papi? Yo creía en ti...—Oyó a la segunda que se encontraba en la otra mano del tipo tierra/ siniestro. Con lágrimas en los ojos y con aires de decepción lo observó todo el tiempo, resignado ante lo que le esperaba y nadie podía evitar. Repitiéndose la misma escena que con su hermano, un sonido macabro acompañó a los hilos de sangre que escaparon por las fauces del depredador cuando degustó su siguiente bocado.
La explicitud de las imágenes así como los sentimientos que trajeron asociados, estremecieron al vulnerable dragón de tierra. ¿Es que no podía hacer nada? Por más que quería reaccionar para impedir que continuara ese espectáculo macabro que estaba presenciando, su cuerpo no respondía. Otra vez le estaba fallando a su familia, volviendo a ser testigo de su propia culpa.
Como una burla, el Krokodile insistió en captar la atención del apesadumbrado padre al lamer su frente, con esa misma lengua que segundos antes había sentido el sabor de sus hijos.
Aún paralizado, bajo el peso de lo que estaba sintiendo, Flygon descubrió que súbitamente quien tenía en frente era ahora aquel Garchomp que había acabado con sus esperanzas. El mismo lo miraba con aquel aire de superioridad de quien se sabe en control de la situación. ¿Cómo? ¿Cuándo se había unido a ese sinrazón?
Apuñalándolo con la mirada, como una imagen estática, el tiburón de tierra pareció alejarse y fundirse con la oscuridad de los alrededores, en un efecto que acabó por revelar a unos dos metros la figura que faltaba en esa tragedia, la de su amada. En el suelo, tan herida como él.
—¿En qué momento creí que podrías dejar ese árbol de bayas y venir a ayudarnos? —Le dijo esta, en aquel reflejo de su propia culpa.
—Solo quise salvarlos…—Logró balbucear el afligido, con impacto por todo lo que estaba pasando.
—¡Con la intención no basta! —Respondió el tiburón de tierra emergiendo nuevamente de las sombras y con una sonrisa desquiciada mientras en una de sus garras surgían tres extensiones energéticas en un verde eléctrico que traspasaron en un golpe a la Flygon, dándole fin. Esa fue la gota que derramó el vaso...ni bien el Garchomp desapareció como si hubiese sido una ilusión, por fin recuperó el control de si mismo, tarde de nuevo, y su propio grito desgarró el silencio mientras que todo a su alrededor se ponía negro.
Con un sobresalto volvió a despertar, encontrándose ésta vez en un amplio espacio cerrado que le recordaba una cueva. Sin embargo todas sus paredes eran planas y de un inmaculado blanco. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Porqué estaba ahí?
Aún atontado intentó obtener más datos de su entorno, viendo que de tanto en tanto las aberturas de forma rectangular en la lisa superficie dejaban ver zonas con verdes pasturas en la noche que eran iluminadas por alguna fuente de luz que le resultaba desconocida. Parecía uno de los refugios que usaban los humanos. Nunca había estado en alguno, y le apenaba que justo en ese momento tuviese la oportunidad, cuando carecía de motivación para ir muchos pasos más allá de donde estaba para descubrir más.
Apenas pudo levantarse de aquella extensión mullida en el suelo sobre la que estaba para observar hacia afuera de la construcción por la ventana más próxima. Lo máximo que podía hacer por obtener una clave de dónde estaba. A la distancia vio a un lado un oscuro bosque, y al otro más construcciones humanas llenas de color, vida, así como algunas pequeñas figuras que iban y venían con una tranquilidad que el mismo no tenía.
¿Cómo había acabado ahí? ¿Qué había sido de su familia? O más bien de lo que había quedado de ella. Si tan solo hubiese podido ser más fuerte o más astuto para enfrentar a aquellos humanos y pokemon que estaban en ventaja cuantitativa, quizá habría sido de más ayuda y no tendría que estar lamentando sus muertes. Con la vista perdida hacia la nada, tan nítidas, tan terribles, las escenas de sus asesinatos volvieron a desfilar por su mente, entremezcladas con sus pesadillas. Sus expresiones, la sangre, la desesperación. ¿Cómo seguir después de eso?
Con parsimonia se dirigió a una pared alejada de la luz exterior, en penumbras y se sentó posando sus patas sobre ésta. Así, plegó cerca de su espalda sus alas de una manera nada común de ver en su especie...¿para qué las necesitaría ya? No tenía el ánimo para salir de ahí, ni un propósito, solo un acuciante luto y la culpa por no haber podido hacer más. Apoyó la frente contra la pared, exhausto de esos pocos minutos de vigilia, como si su cuello de repente ya no soportara el peso de su cabeza.
Desde esa perspectiva, en el silencio solo interrumpido por algún ocasional murmullo de las afueras, contempló las cicatrices que le había dejado la batalla en sus piernas, en su vientre, en sus brazos...con un movimiento desganado abrió y cerró las garras de su mano izquierda, poniendo más atención en el dedo que le faltaba, y eso hizo que de repente le doliera más, al recordar las circunstancias en que lo había perdido. Ante aquel fiero Garchomp que se lo arrebató segundos antes de acabar con su amada.
Cerró los ojos tratando en vano de aliviar ese peso que le había dejado la amarga experiencia, implorando que el sueño le diera una pausa a ese torrente de sentimientos, pero a su vez la amenaza de nuevas pesadillas hacía que quedara en ese limbo, atrapado sin escape.
De pronto oyó unos pasos al otro lado de aquel espacio en el que había sido dejado. Con desgano solo volteó lo suficiente para comprobar debido a la luz que entraba del exterior, que las figuras que se recortaban era aquellas que vio antes de desmayarse.
—Despertaste...muy bien—Escuchó al niño decir, en un tono inexpresivo que nada ayudaba para adivinar sus intensiones. Si no lo hubiese visto irrumpir en la batalla, habría creído que era parte de los que buscaban darle caza, pero aparentemente no había sido así. Al menos ese encuentro no condecía con la declaración del tipo de pelo azul de que le quería dar caza.
¿Cómo era que estaba “muy bien” que despertara? No haberlo hecho le estaría ahorrando ese tiempo de miseria...bueno...si hubiese podido evadir aquella pesadilla muy vívida en primer lugar.
—Si vas a matarme, ya no me importa…—Le dijo decaído sin prestarle demasiada atención. Era probable que no comprendiera el mensaje, después de todo...
—No vinimos a matarte— Respondió con monotonía el muchacho. ¡¿Qué había dicho?!
—¿Me entiendes?— Volteó con sorpresa. En su vida en el desierto no había tenido demasiado interacción con humanos, pero éstos invariablemente no comprendían el lenguaje de los pokemon y debía hacerse entender con gestos en caso de querer comunicarles algo. ¿Seguía vivo? ¿Era alguna clase de sueño o alucinación que no tardaría en volver a desmejorar? ¿o estaba muerto y aquel era un fenómeno que no podía llegar a comprender?
—Te entiendo—Afirmó el joven con paciencia. Ya con la luz, Flygon pudo notar que tenía los irises de un azul oscuro y una expresión neutra que acompañaba a su voz.
—Si no vas a matarme ¿qué quieres?— Volvió a mirar hacia el suelo con desánimo. Sospechaba que de un momento a otro le lanzaría aquellas extrañas esferas en que secuestraban a los pokemon (o al menos eso le había parecido), pero ya no quería pelear...¿de todas maneras para qué le habría servido así como estaba?
—Cuidar de ti hasta que puedas seguir por tu cuenta—Expresó el niño aún sin moverse de donde estaba. Qué ingenuo...
—¿Eso crees?—Se le ensombreció la mirada al dragón de tierra.
—Después de lo que pasó , es lo que creo…—No dudó aquel peculiar humano. ¿Para qué se estaba tomando tantas molestias?
—No es necesario...no pienso salir de aquí…—Le respondió con sinceridad...¿qué sentido tendría ya el que se moviera de allí? No tenía ánimos para nada, ni razones que justificaran tal esfuerzo. Quería estar solo, y a la vez no. Se sentía solo a pesar de aquel diálogo.
—Si necesitas algo podemos salir nosotros.—Se acercó otro pokemon que al Flygon se le hizo conocido, aquella criatura de tonalidades lavanda y doradas claras que se había interpuesto entre él y el grupo de asesinos cuando estaba en el desierto.
—Estas situaciones no son sencillas de atravesar…seremos pacientes.—Manifestó el niño, mientras retrocedía para quedar otra vez oculto por la oscuridad.
—Te trajimos ésto por si quieres algo—Se aproximó a la luz el dragón de ojos dorados, rodeando una gran cantidad de bayas con sus brazos, que depositó al lado del de tipo tierra cuando se acercó más.
—Bayas…—Solo pudo susurrar con un nudo en el estómago mientras observaba los frutos, al traerle estos malos recuerdos. —No...gracias—Se ensombreció más su mirada al volver a apoyar su frente contra la pared, para quedarse estático en esa posición.
Entre tanto, el de cabello negro volvió a apersonarse, trayendo consigo un saco de arpillera de gran tamaño que acercó a donde estaba el Flygon.
—Aquí hay más por si cambias de opinión—Anunció, depositando montones de bayas sobre las que había dejado el Mysticon.
Sin insistir más, retrocedió en silencio y se sentó contra aquella abertura en la pared sacando uno de esos objetos llenos de hojas apiladas y que los humanos solían mirar largo rato, perdiéndose en sus páginas.
El pokemon lavanda por su parte, plegó la aleta que llevaba en su espalda para allí mismo acostarse, mirando hacia arriba uno de esos objetos que generaban luz, pero se encontraba apagado. Quedando a la espera, por si el otro dragón necesitara ayuda.
Después de ese diálogo, los siguientes dos días transcurrieron con aún menos interacciones entre ellos, por más que insistiesen en permanecer ahí. Flygon apenas salía de aquel rincón en la pared en la que permanecía decaído. Recibía frecuentemente la visita de una humana de cabellos rosa y un Chansey a juego que ponían mucho interés en las marcas de su batalla, pero que se iban después de revisarlas.
Se rehusaba a comer, y sus únicas respuestas eran desganadas miradas. ¿Por qué seguían ahí? No sabía ni quienes eran, ¿para qué querrían invertir sus fuerzas en él? ¿No habían visto cómo falló en proteger a su familia? Cómo había sido dejado con todas esas cicatrices por los pokemon que iban con ese grupo de humanos. No les servía para nada.
Fue entonces que el niño de cabellos negros se acercó un poco más de lo usual, y se sentó a su lado, tomando otro de aquellos objetos llenos de hojas, concentrándose en una de estas, sin mediar otra palabra. No le molestó, al contrario, mientras lo dejara solo entre sus pensamientos, haría como si no estuviese ahí, como los días anteriores. Así volvió a apoyar su cabeza contra la pared, sin embargo, de un momento a otro vio centrarse en su campo de visión aquello que ojeaba el muchacho, en específico la imagen de un lugar con arena y lo que parecía ser al fondo, mar. Reconoció también la figura de un árbol que se recortaba desde la perspectiva del observador, debido a que por los colores, estaría atardeciendo. Lentamente, volteó a su lado, a la espera de una explicación por parte de aquel humano.
—Encontramos esa playa cerca del pueblo, y sería un buen lugar para ir contigo. La tranquilidad y el sonido del agua son buen complemento para pensar. —Le dijo este. Así que era eso...que inoportuno de su parte...
—¿Me traes aquí cuando ya no me importa nada más, y pretendes que te siga a donde vas? — Comunicó el Flygon con un tono desganado.
—Si no te importa —Razonó el niño en aquella voz monótona.
—Hay rocas que salen de la arena donde se puede ver mejor el mar, te puedes sentar en una y nosotros esperar—Sugirió el Mysticon que se asomó entre ambos, apoyando la idea.
—¿Esperar?, son ustedes quienes quieren ir…—Reprochó el dragón de tierra. ¿Porqué tanto interés en sacarlo de ahí?
—Se lo pedimos a la enfermera. Podría serte de ayuda. Pero después volveremos, si lo que más prefieres es seguir aquí—Volvió a insistir el de cabello negro. ¿Es que no lo entendía? ¿Que ya no había nada por hacer?
—Salir no va devolverme nada — Contradijo tercamente Flygon llevado por el vacío que sentía.
—Al menos te devolverá un poco de aire libre. —Comentó el muchacho con paciencia, tras hacer un breve silencio.
—Después volveremos — Recordó el Mysticon, como queriendo remarcarle que sería temporal.
No tenía nada por ganar ni perder, de manera que ante la insistencia aceptó. Resultando una propuesta inmediata, el pequeño grupo así salió del Centro Pokemon, previa revisión por parte de la Enferma Joy y Chansey.
En el camino, que resultó ser corto, el lacerado Flygon llamó la atención a más de un transeúnte, por eso y su forma de moverse: sin volar, contrario a lo que sería más usual en su especie, y arrastrando las patas con pesadez. Su aspecto hizo incluso que algunos se acercaran amenazantes, creyendo que se trataba de un caso de maltrato auspiciado por el niño, pero se las arreglaron para sanjar el malentendido o al menos la hostilidad, con un comprobante que se les había dado para dejar constancia de la pequeña salida, lo que si bien no quitó el recelo de todos, al menos les permitió avanzar hasta llegar a destino.
Así tras pasar por una zona de pasto, vieron la mediana franja de arena que bordeaba el mar, también un frondoso árbol que crecía en el límite del suelo en que se encontraban y la playa. Otra cosa que destacaban, eran unas rocas que eran acariciadas por el agua. Éstas seguramente auspiciaban para más de uno como un buen asiento para tener una vista privilegiada hacia la lejanía, entre que con calma el sonido de las olas sería un arrullo.
Seguro aquellos dos desconocidos se habían pasado días buscando primero algo interesante en ese poblado y segundo la ubicación exacta. Aunque era de noche, la luz de la luna hacía que reconociera de la imágen varios detalles.
—Puedes subir hacia la roca y mirar el paisaje— Indicó el chico, puesto que era lo que le habían propuesto.
Flygon no respondió, solo hizo caso de la sugerencia de trepar hacia la cima de esa roca mediana y volver a lo que estaba, al fin y al cabo que no sentía ganas de nada. Pero tenía que admitir que aquel aroma a la sal se le hacía agradable, no podía negarlo.
Solo valiéndose de sus patas y brazos, se fue ayudando para subir y quedar viendo por unos segundos el reflejo de la luna llena sobre el mar.
Cuando distraídamente miró de vuelta hacia la arena seca a un lado de la roca, vio algo fuera de lugar.
—¿Pero qué…?—Se mostró sorprendido, ¿Dónde estaba el humano y porqué había un Houndour en su lugar?
—¿Eres tú?—Aventuró, aunque cabiese la posibilidad de que simplemente estuviese ahí desde el principio y no lo hubiese visto antes.
—Lo soy...eso creo. —Lo miró el cánido volteando la cabeza a un lado, como curioso. ¿Es que sería o no y solo se estaba confundiendo?
—Eras un humano y ahora te ves diferente…—Se arriesgó a aclarar a fin de saber qué estaba ocurriendo. Aunque la manera en que había respondido el siniestro/fuego sonaba a aquel niño.
—Sigo siendo el mismo “Arcanus”—Dijo el pokemon de color negro y rojo.
—¿A qué te refieres?— Preguntó Flygon aún más desconcertado.
—Un día necesité una palabra para que me llamaran de alguna forma...y saqué esa palabra de un libro antiguo. También esas personas a las que les tenía más confianza comenzaron a llamarme “Arus” para acortar. Así que si te resulta más sencillo puedes llamarme así. —Explicó con ese tono neutro el cánido, mientras permanecía sentado a unos metros de agua.
—A mi me llamó “Caligo”—Intervino el Mysticon, asomándose por las rocas, y confirmando que en efecto, el Houndour era el Niño, de alguna manera que desconocía.
—Cuando le pidieron que se llamara, decidimos llamarnos—Agregó el de color lavanda al notar que esa manera de “romper el hielo” con el otro dragón, si bien estaba siendo efectiva, también estaba resultando confusa.
—¿Por qué? — Continuó la conversación el dragón de tierra llevado por la curiosidad y no resultar descortés.
—Somos todos una familia, quisimos acompañarlo—Recibió como respuesta del de almendrados ojos dorados. “Familia”, quizá la palabra le dolió más de lo que debería, pero Flygon entendió que había hablado en plural porque eran más que ellos dos, y todos eran muy unidos. Pero eso no resolvió su duda sobre el porqué estaba viendo un Hondour ahí y no un niño.
—¿Cómo es que cambiaste de forma? ¿Los humanos tienen esa habilidad? ¿o eres un pokemon que por alguna razón toma la forma de un humano? ¿Y porqué viajan juntos?—Expresó sus interrogantes.
—Lo aprendí de un libro hace mucho. Técnicamente sería un humano que puede tomar la forma de Houndour, pero no es algo que importe. Sigo siendo el mismo Arcanus. —Respondió el niño con forma de cánido.
Libros, se debía estar refiriendo a esos objetos llenos de hojas que había estado viendo...aún así nunca había encontrado un humano así.
—Queríamos volvernos más fuertes para ayudar a los demás pokemon. Vivíamos en una manada de Houndours, por lo que defendernos entre todos era importante, pero no siempre lo lográbamos. Cuando estás en una situación extrema, la experiencia es de ayuda. Los humanos organizan un reto similar pero en un entorno controlado, por lo que las batallas no revisten tanto peligro, pero brindan mucha experiencia. — Continuó su explicación el siniestro/fuego en monótono tono.
—Pero un humano debe dirigir un grupo de pokemon, así que él nos dirige.— Acabó la idea Caligo.
—Al principio debía recordármelo seguido…— Acotó Arcanus, al final rascándose despreocupadamente una de las puntiagudas orejas con una pata. Flygon comprendió que eso significaba que no debía intervenir dentro de las batallas. También hizo que infiriera otra respuesta a otra cuestión que se le hacía extraña.
—Por eso pudieron escapar de los que … me atacaban— Expresó con amargura al tener que mencionar lo que había pasado.
—No fue fácil, realmente no les importaba eliminar a quién se interpusiese con ellos. En cierto punto, al tener lo que buscaban, se fueron. — Reveló el Houndour mientras miraba hacia la lejanía, incluso dio la sensación que sonando más serio si es que era posible.
—Mi querida...el humano que iba con Garchomp dijo que la quería a ella y a mi—Se lamentó Flygon mientras perdía su vista en el mar así como en la luna que se erigía con imponencia sobre el mismo en el horizonte, y los fantasmas de la batalla volvían a asaltarlo.
—Lo lamento, veníamos de camino al pueblo cuando oímos el pedido de ayuda, pero cuando llegamos, ya era tarde. — Agregó Arcanus, más no recibió respuesta del lacerado pokemon, que se había quedado momentáneamente encerrado en sus propios pensamientos.
Así en silencio el, en ese momento, cánido, rodeó por el lado seco la roca y de unos saltos consiguió subirla, para luego sentarse y quedar al lado del tierra/dragón. Casi al instante, la figura de Houndour se iluminó en blanco, para ir cambiando de forma a la del niño, antes de volver a apagarse. El último destello vino de lo que tenía forma de colmillo y llevaba colgado al cuello por una pequeña cuerda.
El gesto de acercarse fue suficiente respuesta, al no haber más palabras para lo que había ocurrido.
Flygon con aire deprimido lo miró, reconociendo el respeto que estaba intentando tener ante su desgracia. Así se percató de un detalle.
—¿También te lastimaron?—Observó viendo una herida superficial en el brazo del niño que acompañaba a otras cicatrices de más antigüedad.
—Es cierto...—Respondió este como recién percatándose de la similitud.
—Son cosas que pasan...cuando luchas por tu vida a veces quedan marcas, y si tienes suerte sanan...otras veces se necesita un poco más de ayuda...por ejemplo para esta herida tuve que usar un ungüento a base de bayas zidra por muchos días—Le dijo mientras levantaba su remera y le mostraba una cicatriz especialmente grande en uno de sus costados, como si le resultara lo más rutinario, efecto aumentado porque su tono de voz no daba pistas de otra cosa.
—¿Qué es eso?...¿es lo que usa la humana?— Le preguntó el dragón de tierra, recordando aquello que la chica de blanco y cabellos rosa aplicaba en sus heridas cada tanto cuando aparecía junto a la Chansey.
—Es algo que ayuda a que las heridas cierren, pero no es lo que usa Joy. No sé exactamente lo que sea, pero estudió por muchos años para curar a los Pokemon, así que esas heridas estarán bien—Indicó Arcanus.
—Quizá...—Respondió Flygon con un suspiro, mientras observaba su mano izquierda, al dedo que le faltaba, para después volver su atención hacia el mar.
El murmullo del agua, así como el romper de las olas contra las rocas fueron los sonidos imperantes por un largo rato en que todos permanecieron en silencio. El pokemon del desierto interiorizándose con todo lo que acababa de conocer, el niño apreciando las estrellas en el cielo, y el otro dragón vigilando de tanto en tanto los alrededores. Así fue que se dio cuenta de un grupo de Winguls que los pasaron apurados. No fueron los únicos, ya que vieron otros con esa actitud claramente evasiva.
—Algo está pasando de ese lado—Anunció Caligo a su amigo.
—Es cierto. Lo noté. — Comentó el de cabellos negros, poniendo más atención en aquella parva asustada de gaviotas.
—¡Eh!, ¡¿De qué están escapando?!—Gritó el Mysticon a una de las aves que venía llegando, a lo que el referido comenzó a volar en círculo sobre ellos.
—¡Es horrible! Están matando pokemon en una isla en que hay una colonia de Walrein, Sealeos y Spheal...¡A nosotros también nos atacaron, así que tuvimos que escapar!— Les informó.
Así el niño volvió a pararse y lo miró:
—¿Dónde queda esa isla?—Preguntó, con una cotidianidad tal, que el Wingul se sorprendió.
—¡¿Me hablas a mi?! — Gritó el pájaro, tratando de asegurarse que no había oído mal.
—Te entiendo —Confirmó Arcanus, a lo que sin perder tiempo el ave marina decidió hablar:
—Si siguen derecho desde aquí hacia allá, llegarán. Queda cerca de la costa...¡por eso escapamos, no vaya a ser que nos sigan!—Indicó con un ala, tras posarse en una saliente de roca.
—Gracias, ya creo saber a lo que te refieres—Agradeció el muchacho, adivinándose la decisión, detrás de ese tono monocorde.
—No les recomiendo ir, pero si se arriesgan, ¡buena suerte!—Se apresuró el Wingul en levantar el vuelo. Ya había estado mucho tiempo en un solo lugar, y temía que lo alcanzaran, en caso de estar siendo perseguidos, así que siguió el camino de las otras aves, y se perdió en la noche.
Por su parte el niño de un salto bajó de la roca y buscó exactamente el mismo libro que tiempo antes le había enseñado a Flygon. Sabía que había visto un mapa cerca de la página en que salía la foto de ésa playa.
—Lumen, necesito tu ayuda.— Llamó tras comprobar que en efecto, el pájaro se había referido a la misma isla. En respuesta, una luz proveniente del saco de arpillera que llevaba salió como un arco, materializándose frente a el una criatura serpentina de aspecto agresivo, y colores predominantemente celestes, amarillo claro y blanco.
—¿Qué sucede? — Preguntó la bestia en un tono amigable que contrastaba con la expectativa que se tendría al verle.
—Hay un islote de roca yendo hacia esa dirección, y unos pokemon están siendo atacados como le pasó a Flygon. —Comunicó Arcanus, mientras que el referido solo suspiró debido a lo que la situación le evocaba.
—Vamos rápido entonces...¿Ya has pensado qué hacer?—Propuso la de tipo agua/volador acercando más la cabeza al chico como para oír lo que planeaba.
—De momento es lo único que sé. Cuando veamos más, pensaré que enfoque tomar. Por lo que dijo Wingul, muchos pokemon estaban siendo atacados, pero no sé realmente cuántos son “muchos” en esa indicación. Tampoco sé cuántos atacantes son. —Expuso el chico, dubitativo.
—¿Miramos de lejos y nos dices?—Se aproximó más la Gyarados en gesto de poder llevarlo.
—Si nos es posible.—Aceptó el muchacho, siendo la opción más prudente dentro de la aventura en que se estaban enbarcando.
—¿Vienes con nosotros o volverás al Centro Pokemon?—Volteó hacia Flygon, que a su vez lo observó un momento cabizbajo.
—Iré con ustedes—Decidió al final. Estuvo tentado a regresar, pero incluso para eso le faltaba el ánimo. Mejor ir con ellos que estaban más cerca. Además, ya no tenía qué perder.
—Le dejo mi lugar — Anunció el Mysticon, siendo que usualmente iba con el niño cuando viajaban por el mar sobre Lumen.
—De momento mejor no forzarlo a volar si no quiere —Sugirió, consciente de su situación.
—Gracias— Suspiró el dragón de tierra, dedicándole una mirada sincera.
Así Caligo se deshizo en un rayo de luz blanca, volviendo a uno de los objetos esféricos que se encontraban en la bolsa de arpillera, y el resto se puso en marcha para dirigirse a aquella isla que se encontraba bajo ataque.
Arcanus sobre la cabeza de la Gyarados, Flygon sobre el lomo en la fila siguiente, tomándose de la protuberancia de la espalda de la Agua/volador.
Con la vista perdida en las olas que se mecían en aquel inmenso cuerpo de agua, el del desierto se aprontó para enfrentar ese escenario terrible del que les había hablado aquel Wingul. Haría lo que pudiese en su estado que no le permitía sentir ninguna premura por luchar. Prefería quedarse ahí viendo a la nada, pero sabía que lo que hubiese hecho su yo de hace solo unos días atrás hubiese sido ayudar.
¿Qué más daba lo que le pasara a partir de ese punto? Ya no le quedaba una razón para seguir adelante. Echaba de menos a su familia y no podía evitar esa frustración al sentir que quizá podría haber hecho más, y por su falta se había quedado sin ellos. Con nostalgia hizo memoria de varios momentos cuando aún estaban con vida, incluso le parecía oír de manera tan vívida sus cantos, su cercanía. Inconscientemente cerró sus manos como si estuviese sosteniendo a uno de los pequeños Trapinch y se le iluminaron los ojos mientras veía a la luna en el horizonte.
El tiempo pasó, fueron minutos donde el mar calmo era engañoso, y solo algunas aves rezagadas y en plena huida fueron las únicas pistas de lo que acabarían descubriendo en el islote rocoso. Había un barco al otro lado, así como destellos producidos por los intercambios de ataques. Cuando estuvieron más cerca se dieron cuenta de la gravedad del asunto cuando vieron varios pokemon en el suelo, con sendas heridas, y otros que iban y venían en medio del caos. No faltaban aquellos que parecían no haber sobrevivido a la violencia que se estaba dando.
—Quédate por aquí, nosotros intentaremos organizar a los Walrein y Sealeo para que puedan defenderse mejor del ataque, y que los Spheals se queden de este lado lo más protegidos posible.— Le dijo Arcanus a Flygon, cuando ambos estaban en tierra, mientras, hacía que el Mysticon volviera a salir del artilugio esférico en que había quedado.
De esa manera tanto el niño, como el dragón lavanda y la bestia marina se dirigieron hacia donde estaba la batalla, dejando al de colores verdes y rojos solo, pero en un lugar al menos no tan hostil, si era posible.
Observando en silencio, este quedó paralizado ante las imágenes de los pokemos muertos o heridos que yacían a sus alrededores, también ante aquellos que por el horror de la situación corrían de un lado a otro en busca de sus seres queridos más cercanos. ¿Otra vez estaba envuelto en una situación que sobrepasaba sus capacidades? ¿Otra vez intentaría solo para verse inevitablemente superado ante la adversidad? Parte de si había aceptado esa posibilidad para dar así un cierre digno a su sufrimiento. Por comodidad en su incomodidad había elegido seguir a aquel particular humano en esa cruzada suicida, ya no tenía más que perder, pero si con su presencia allí alguien podía ganar algo, ya no sería tan irrelevante como creía.
Perdido en sus traumas, enfocándose en lo que veía a la distancia, no se percató de un Spheal que estaba a su lado, solo hasta que lo empujó con una de sus patas.
—Lo siento…—Se disculpó el dragón de tierra casi que por arco reflejo, sin embargo no recibió más respuesta que el sonido de la brisa y la batalla encarnizada a la distancia.
—No quise empujarte—Aclaró, centrando su atención en la pequeña foca, momento en el que retrocedió de un salto por la impresión al darse cuenta de que estaba muerta.
Sin quitarle los ojos de encima, viendo en ella a uno de sus Trapinch, se alejó de a poco, reviviendo en el proceso, su fallida lucha en el desierto, y eso consigo le trajo más incertidumbre. Ya no estaba en un terreno que le fuera favorable, si había fracasado con ventaja, ¿cuanto tardaría en sucumbir en un lugar como ese? ¿Y qué si así era? ¿No era por lo que estaba ahí?
No pasó mucho, hasta que algo de improvisto lo golpeó con una fuerza tal que se tambaleó a un lado
—¡Ay! —Escuchó a su lado una vocecita infantil. Era otro Spheal que había quedado bocaarriba tras caer, este al parecer no estaba herido, gracias a su gruesa capa de grasa, más su rostro reflejaba miedo, como era entendible en ese entorno. Sin embargo al verlo más detenidamente pareció sonreirle al comprobar que no era de los atacantes.
—Hola señor Dragón—Lo saludó. ¿Porqué lo miraba así?, ¿Qué esperaba?, ¿Es que aún le quedaban esperanzas? ¿No veía lo que esos sujetos le estaban haciendo a los suyos? ¿porqué querría confiar en un Flygon cubierto de cicatrices recientes que aún no habían acabado de sanar?
No pudo hacer nada en medio del desierto, cuando el terreno le parecía más cómodo, ¿Qué podía hacer ahí en un islote en medio del mar y con muchos pokemon de tipo hielo enfrentándose?
Solo tomó a la pequeña foca y la dejó de pie en las rocas.
—Ve hacia aquel lado donde se quedarán los Spheal…no sirvo de ayuda.—Le dijo, apesadumbrado.
—Señor dragón ¿sabe dónde está mi madre?—Preguntó el pequeño.
Entre tanta cantidad de pokemon no tenía cómo responder a la pregunta de la esférica cría, pero eso le golpeó de manera que su mirada se ensombreció más.
—No, pero deberías ir a donde irán los Spheals —Sugirió, con la cabeza baja.
—¿Señor Dragón, nos ayudarás con esos tipos malos? Me han dicho que los dragones están orgullosos de su fuerza y que...—Replicó el pequeño, al borde de las lágrimas.
—No lo estoy...ya luché con ellos antes y no pude hacer nada. —Se lamentó el lacerado personaje.
—¿Ésta vez podrás? —Preguntó de manera totalmente inocente la cría, a lo que Flygon se le quedó viendo sin saber cómo decirle que no. Eso hasta percatarse de un rayo de níveo fulgor que se dirigía en su dirección. Sin mediar palabras agarró a la pequeña cría y volteó hasta ser lo que la separó del ataque perdido.
Con potencia cayó de lado sobre las frías rocas, pero al menos había protegido al pokemon que por más resistente que fuere al gélido elemento, aún era muy joven para salir bien parado de ello.
—¡El señor Dragón no te hizo nada!—Protestó el pequeño pokemon rechoncho, que después en respuesta sopló un polvo de nieve en dirección a los atacantes, que se disipó en el fragor de la batalla debido a su poca potencia.
En cuanto vio que no recibía respuesta, inocentemente satisfecho por creer que había resuelto el pequeño altercado, volteó otra vez hacia el de tipo tierra.
—Era lo que iba a decir...que por lo general el frío no les gust...¡ay no! ¿está bien?—Se puso a saltar alarmado en torno al dragón al percatarse de la verdadera fuerza de aquel consejo que le habían dado.
Flygon permanecía de espalda sobre el suelo rocoso frío y húmedo producto del viento en torno al islote en el mar. Sus heridas apenas cicatrizadas ardían producto del gélido rayo al que se había expuesto y no estaba seguro si si quiera debía intentar levantarse otra vez. ¿Ésa había sido la respuesta a sus dudas? ¿Más dolor? Y sin embargo eso no era capaz de opacar todo eso que aún sentía y que era muchísimo más intenso. Se tentó a quedarse ahí, dado que sus sospechas de que sería más complicado que la batalla en el desierto fueron afirmadas por el ataque, y por su inherente falta de ánimo para otra cosa que no fuese quedarse quieto, pero esa pequeña foca terca no dejaba de mirarlo. Tenía que evitar presenciar otra muerte, no había otra opción que levantarse y resistir cuanto fuese capaz.
—¡Qué fuerte!, temía que no te volvieras a levantar…— Exclamó el Spheal con admiración.
—Te dije que no lo soy…—Respondió el dragón de manera cortante mientras intentaba asegurarse de que no se desmayaría por ponerse de pie de golpe. Así se percató que el niño con forma de Houndour lo miraba a unos metros en silencio, procurando no interrumpir lo que pasaba, sospechaba que a menos que fuese necesario. Era la actitud que había tomado todo ese tiempo que estuvo en aquella cueva donde los humanos curan pokemon.
—Pero te levantaste, ¿no?—Objetó la foca.
—No podía quedarme en el suelo sin antes llevarte a un lugar menos peligroso…—Replicó el tipo tierra.
—Vamos...por este lado—Guió intentando evitar el camino donde se encontraba la cría muerta. No estaba seguro si verían algún otro cadáver cerca, pero hacía lo posible por buscar las zonas más libres, no solo por el pequeño, sino que por sigo mismo.
De repente un rayo que iba cambiando de colores fue directo hacia él. Aún con el dolor del anterior ataque recibido, y con la tarea de llevar a la rechoncha cría a un lugar más seguro, saltó a un lado a tiempo para evitar lo que venía en su contra.
—¡¡¡Alejate de él o ya verás!!!— Amenazó un Sealeo claramente enfadado que se acercó a la escena.
—¡El señor Dragón no hizo nada! ¡No entiendes nada! — Replicó el Spheal saltando en su lugar con la misma rabieta.
—¡Quitate! ¡¿no ves que ellos nos están atacando?!— Le respondió con el mismo tono, en su premura, el de bigotes blancos .
—¡El señor Dragón no es de esos!, ¡¡¡POR ESO TE DIJE QUE NO ENTIENDES NADA!!!—Volvió a protestar la pequeña foca enfrentando a su evolución.
— Vamos dicelo, dicelo—Instó a Flygon insistentemente tratando matizar su tono enfadado.
—Vengo con el Houndour, el Mysticon y la Gyarados de allá…—Dijo este, evitando mencionarle que el siniestro/fuego era un niño. No sabía si ya lo sabían o no, pero prefirió no arriesgarse a generar más desconfianza de la que notaba.
—Ah, creí que ibas a atacarlo...él es mi hermano menor. Lo ando buscando hace largo rato, porque se escapó de mi lado—Explicó el Pokémon gélido.
—Buscaba a mamá...tengo miedo—Acotó el otro, claramente asustado.
—Primero tenemos que alejar a esos humanos, así que tienes que ir con los otros Spheal. Anda.— Instó el pokemon.
—¡No quiero!—Protestó obstinadamente la cría, antes de ser empujada en dirección al refugio.
—Aún no sabe lo que pasó—Le contó el de los bigotes al dragón, en confidencia.
—¿Cómo pueden seguir después de todo esto?— Preguntó Flygon aún en su horror. La vista de la sangre sobre las rocas, así como los cuerpos de varios Spheal, Sealeo y Walreins que habían sido muertos, y otros que heridos yacían en agonía aumentaban su sentimiento derrotista...
—Porque aún podemos. Ya veremos qué hacer si ésto pasa.—Le respondió brevemente el Sealeo.
—Vamos, debes ir con los otros Spheal. Estamos bajo ataque y debemos protegerlos.—Volvió a instarle a la pequeña foca.
—¡Pero quiero quedarme!—Protestó el pequeño, mientras que su hermano se lo llevaba del lugar a empujones.
Aún oyendo a la pequeña cría refunfuñar a la distancia, el dragón de tierra vio cómo el Houndour se había acercado nuevamente en silencio, quizá para intervenir si el malentendido con el Sealeo hubiese escalado.
—Me quitaron todo ¿Cómo puedo seguir?—Se cuestionó en voz alta, con semblante sombrío, a su vez resultando una pregunta para Arcanus.
—No todo...como una expresión que leí dice, estás “vivo para el viaje”, donde el viaje quiere decir vida. “Vivo para vivir” suena redundante pero...lograste sobrevivir, ahora está en ti el ver qué haces con esa vida—Replicó el otro con solemnidad.
—Vencer a esos humanos y pokemon... —Resumió el dragón con gravedad mientras levantaba con decisión la vista hacia donde estaba la acción, y después de varios días volvía a desplegar sus alas para volar.
—Bien, también es mi objetivo en este momento. Voy contigo.—Anunció el ahora cánido mientras saltaba a la espalda Flygon.
—¿Porqué vendrás? —Preguntó extrañado el tipo tierra.
—Quiero ayudar—Respondió, decidido el Siniestro/fuego.
—Enseñame lo que has aprendido con los humanos—Pidió el lacerado, más convencido.
—Primero evita ese ataque—Indicó con seguridad el Houndour, a pesar de que su particular tono monótono, no imprimiera premura. Flygon como pudo se movió a un lado en el momento preciso para evitar el impacto inicial, sin embargo el zorro de hielo mantuvo su ataque, moviendo toda esa columna gélida hacia un lado, tratando de acertar el golpe. Tras ser evitado, en un momento, el lanzallamas del cánido siniestro interceptó su contraparte, provocando un estruendo.
—¿Cómo podré llegar a ese pokemon sin que vuelva a golpearme con ese rayo frío?—Cuestionó el dragón verde y rojo, sabiendo lo peligroso que era para él.
—Acércate usando danza dragón. Aprovecha el impulso con el que irás y los movimientos de la danza para evitar el ataque. ¿Crees que puedas? Yo te cubriré si es necesario.—Afirmó Arcanus.
—¿Esquivar?...lo intentaré— Respondió el del desierto, confundido por el extraño enfoque que le estaba dando el niño...pero iba junto a él por lo que era probable que no fuese a traicionarlo de un momento a otro. Tuvo muchos días para ello y además si fallaba en evadir al gélido Ninetails, él también podría recibir el ataque. Fallar, esa posibilidad volvió a su mente como una visión amenazante que lo paralizó, ¿y si su inoperancia volvía a costar vidas? ¿y si realmente estaba ahí solo para sucumbir sin ser de ningún provecho? ¿Porqué se estaba preocupando por eso si hacía poco había aceptado esa posibilidad?
Ahora había tomado el deseo de acabar la matanza de los Walrein, Sealeo y Spheals como suyo, éstos eran el reflejo de lo que le había pasado hace días y de quienes echaba de menos, de sus temores y culpas. Lo que hiciese no les volvería la vida pero tenía una oportunidad de revancha, de evitar que siguiese ocurriendo lo que a el. No podía quedarse en ese miedo, si quería vencer a esos humanos y pokemon primero debería lograr superar al hielo/hada.
—Cuando evites a Ninetails, da dos vueltas en círculo alrededor de los pokemon del grupo de cazadores y elévate en el aire. Vuelve a aprovechar el impulso para intentar esquivarlos si es necesario. —Agregó el ahora Houndour. ¿Cómo era que pensaba que vencerían al zorro de esa manera? De todas maneras hizo caso de las indicaciones, estaba decidido a tomar esa batalla como una redención propia por haber fallado ante su familia. Así voló rápidamente hacia los pokemon rivales, descubriendo de pasada que ahora los Walrein y Sealeo estaban formados en barrera, para impedir que los cazadores se acercaran a las crías. En la línea de combate así mismo se encontraban Caligo y Lumen.
Como habían planteado, el gélido zorro volvió al ataque aprovechando la cercanía, sin embargo se encontró con que el dragón se envolvió en una energía rojo y violácea ganando una velocidad tal que pudo evitarle. A su vez haciéndole detener su ataque ante la posibilidad de golpear a sus propios compañeros. Ahí el cánido oscuro comenzó a expeler un humo denso por la boca.
La nube de polución se fue concentrando en el círculo que trazaba Flygon con su vuelo, a la vez que distrajo a los afectados, no solo por obra de los gases tóxicos, sino por la poca visibilidad que les otorgaba. Éstos en vano intentaron detenerlos, ya que el siguiente ataque que estuvo cerca le sirvió al dragón para volver a evadir de la misma manera.
—Arriba—Anunció, por si acaso el Houndour, aunque para ese momento el de tipo tierra comenzó su ascenso. Concentrándose en alejarse todo lo posible del alcance de los pokemon rivales, y viendo hacia las estrellas que tenía al frente, llegó a una altura tal que le alcanzó para apreciar perfectamente delimitado el ovalo de gases en el suelo.
—Ahora baja en picada girando sobre ti mismo y al final usa terremoto sobre Ninetails. Yo te cubro.—Indicó con firmeza Arcanus, revelando al fin la clave de cómo vencer al zorro.
—¿Estarás bien?—Preguntó el dragón, algo preocupado.
—No estoy acostumbrado a los vuelos de alta velocidad, así que si ves mi almuerzo siendo disparado a los lados, intenta ignorarlo. —Le dijo espontáneamente, manteniendo aquel tono monótono que dejaba en duda de si había tenido intenciones de que fuera un comentario gracioso o no, pero que hizo que el Flygon le dirigiese una sonrisa con decisión.
—Bien—Asintió elevándose varios metros más, observando de pasada la luna, aquella gran esfera de luz en medio de la oscura noche que le recordó a su familia, a los buenos momentos vividos y a su nueva motivación para estar envuelto en aquella batalla.
Con un giro en trompo se lanzó en una picada vertiginosa de vuelta al suelo, ganando con cada metro más velocidad, en tanto que el niño-Houndour usó un lanzallamas que producto del movimiento los rodeó como una bola de fuego.
Así el incandescente bólido se precipitó sobre el centro de la nube de gas. Un rayo de hielo emergió de éste cuando uno de los villanos se percató de lo que venía, sin embargo ya era tarde.
Así un sorprendido Ninetails de Alola vio cara a cara al Flygon, antes de que este a último segundo cambiara de posición, golpeándolo con una de sus patas con una fuerza abrumadora que hizo que al estrellarse el de tipo hielo/hada contra el suelo, producto del ataque, hiciese que la tierra en todo el área nublada comenzara a temblar y resquebrajarse, por consiguiente impactando contra los demás pokemon de los villanos.
—¡Ahora! — Se oyó a Caligo indicar al grupo de los Walrein y Sealeos que resistían en barrera, lo que desató el ataque en masa de los pokemon marinos aprovechando que la neblina se disipaba y podían identificar más fácilmente a sus blancos. Algunos pokemon intentaron evitar lo que llegaba en su contra alejándose con premura, pero para ese punto todos habían sido golpeados de una u otra manera, todos menos un Lanturn, que aprovechando el mar que rodeaba el rocoso islote, consiguió pasar desapercibido y así evitar daños.
—¡Ataca al Houndour!— Instó el humano de cabello naranja, con una mueca de molestia ante el daño que había provocado el terremoto en los pokemon de sus compañeros, dispuesto a intentar cortar con la ventaja que estaban ganando sus previamente presas.
El pez eléctrico aguzando su vista, lo más que aquella noche de luna llena permitía, lanzó una hidrobomba hacia quien había originado el cambio en el trámite de la caza. Con un viraje vertiginoso Flygon evitó el impacto, sin embargo éste no era para él, sino para su acompañante, quien habiendo evaluado con rapidez qué prefería hacer ante el torrente de agua, volvió a tomar su forma humana justo antes de ser alcanzado por la misma, lo que lo hizo caer.
El dragón de tierra intentó reaccionar con velocidad, antes de que una nueva visión vívida de lo ocurrido en el desierto hace unos días lo refrenara: la manera en que uno de sus pequeños Trapinch era golpeado sin piedad por Krookodile y Kommo-o. Otra vez no había llegado a tiempo, sería testigo de un desastre y se culparía por ello.
No obstante aquel particular niño no abandonaría la lucha si podía encontrar una manera de evitarlo, así en el aire Arcanus volvió a adoptar la forma de Houndour, tras haber evitado un golpe que le habría dolido más. Tenía la intensión de intentar hacer algo para amortiguar su caída cuando se encontró con Kingambit acercándose para aprovechar la fuerza de gravedad y atacarlo con la cuchilla de su cabeza.
Flygon estaba como petrificado en el aire, la sucesión de hechos se dio tan rápido que aunque hubiese salido de ese estado, no habría llegado a tiempo. Si tan solo no se hubiese distraído un momento en esas escenas nada agradables de su pasado reciente...
De repente con brusquedad el siniestro/acero cambió el blanco de su ofensiva con un movimiento en ele, que lo llevó a encontrarse ante el dragón lavanda de ojos color oro, que con el reverso de una de sus manos se la arregló para apartar el filo que venía en su contra.
—¡Ni se te ocurra!—Le advirtió mientras aprovechaba la cercanía para arrojarle con su izquierda una brillante esfera de luz azul a un lado con potencia. No fue lo único, ya que una columna de fuego cayó en su posición. Como pudo el Pokemon líder evitó el punto, y así más daño.
Tras el lanzallamas cayó el niño como Houndour, listo para volver a presionarlo.
¡Lo había salvado!, Caligo lo había salvado. Flygon no pudo evitar sentir alivio por la suerte de Arus, y así mismo vio reflejados los frutos de aquel viaje que le habían dicho que estaban tomando. Esos dos habían sido los que lograron sacarlo con vida del desierto, y a su vez lograron salir prácticamente indemnes de aquel encuentro, al menos a juzgar por lo que había observado esos días sobre ellos.
—¡Lanturn, Hidrobomba hacia el Houndour!— Ordenó el humano de cabello naranja, haciendo que el agua/eléctrico se apresurara en socorrer a su compañero que se recuperaba de la sorpresa por la combinación del aura esfera seguido del ataque de fuego que logró sortear.
¿Otra vez insistía? Aunque era lo lógico en ese escenario, el nuevo intento de ataque por parte del pez hacia Arcanus provocó que por un momento aquella neblina de pesimismo que atrapaba a Flygon se disipara.
—¡Ya detente!— Exclamó con súbita furia, tacleando al Lanturn, lo que desvió el torrente de agua que se perdió en el fragor de la batalla.
No contento con ésto lo agarró de la linterna más grande que pendía de su cabeza y comenzó a elevarse en el aire velozmente. El Pokemon azul y amarillo intentó defenderse con una desesperada descarga eléctrica, pero fue inútil ante el dragón de tierra. En unos segundos estaban a una altura tal que los partícipes de la batalla en el suelo se veían pequeños. Tras un brevísimo himpas en el que el dragón ubicó un lugar propicio, se largó en picada descendiendo con mucha aceleración. Lanturn que ya sabía que no tendría otra oportunidad de escapar, intentó ésta vez lanzar un rayo de hielo. Sin embargo el impulso que llevaban, sumado a que no podía levantar más su cabeza para alcanzar a su atacante, hicieron que primero la gélida energía chocara contra el suelo, y segundos después el mismo pez, al detenerse súbitamente Flygon a una altura tal que le permitió azotarlo como un látigo, y desde donde surgió un terremoto que abarcó una zona solo con pokemon rivales, los cuales trataron de esquivar el poderoso movimiento telúrico.
El pez estaba fuera de combate, así que su entrenador con un suspiro de frustración lo hizo regresar a aquel artilugio esférico desintegrándolo en un rayo, enviando en su lugar a una criatura peluda en marrón y con largos colmillos.
—¡A Houndour!—Ordenaron todos los sujetos en masa a sus pokemon, tras estar de acuerdo que desde que llegó aquel extraño niño, los Walrein, Sealeo y Spheal se habían ordenado de una manera que les dificultaba su tarea de matarlos, también las demás criaturas que vinieron con él, estaban siendo de mucha ayuda, incluso aquel Flygon que recordaban. Todos a la vez, al unísono en un solo ataque debería ser más que suficiente para librarse de una vez de ese estorbo, e intentar retomar la confusión del inicio de la matanza.
Esa jugada que parecía la solución, acabó resultándoles en el desliz que definiría el destino de la batalla, al subestimar a uno de los presentes.
Kingambit, Kommo-o, Mamoswine, Weavile, Glalie, los cinco arremetieron dispuestos a matar de la manera en que más pudieran lastimar al ahora de tipo siniestro/fuego, cuando algo los obligó a cambiar su objetivo, el dragón de ojos dorados los llamó, nuevamente sería el que se convertiría en blanco y potencial sacrificio, si lo alcanzaban. Pero eso no fue lo peor, ahora estaban a merced de la línea defensiva, que se ubicó firme, preparada para la arremetida final.
—¡Ataquen! —Ordenó el Walrein líder, a lo que a la ventisca que usó le siguieron un montón de técnicas diferentes. Desde gélidos rayos y torrentes de agua, a hiperrayos, y el terratemblor de Lumen que se adelantó hasta quedar más allá de los pokemon rivales, aprovechando la vulnerabilidad en que habían quedado, y en una distancia en que la onda expansiva que se formó en la tierra solo los atacara a ellos.
—Flygon, vamos...hay que llegar a ese barco. Lumen, necesito tu ayuda. —Instó Arcanus aprovechando la distracción para intentar llegar antes a la nave que los villanos que de otra manera intentarían escapar.
—Los sigo—Rugió la Gyarados ni bien oyó el llamado, momento en que los pokemon de los villanos eran impactado por toda la artillería de la colonia. En unos segundos que para todos transcurrieron muy lento, las cinco criaturas rivales cayeron al suelo, extenuadas por el daño sufrido, sus entrenadores los regresaron a sus pokeball, percatándose del peligroso avance del niño Houndour, el dragón de tierra y la amable bestia acuática, que ya los habían adelantado y les faltaba poco para llegar a su vehículo de escape.
—Con Flygon golpearemos el barco desde arriba, necesito que desde abajo abras salidas por si algún pokemon o humano está cautivo y pueda escapar del hundimiento. — Le comunicó a Lumen mientras avanzaban.
Cuando estaban en la línea del agua, se separaron, la Gyarados se adentró en el mar para comenzar con su ofensiva y el lacerado pokemon junto al cánido sobrevolaron el barco.
—Maldita sea...ese niño dos veces ésta semana…—Susurró el que parecía ser que estaba al mando del grupo —¡Sigan el protocolo de evacuación. Mañana será otro día! — Comunicó a los demás, a lo que éstos sacaron una nueva tanda de pokemon a fin de ayudarse, si es que podían evitar a la colonia.
—Ustedes avancen, yo protegeré la retaguardia.—Aseguró con fiereza.
—Garchomp, ¡Baile de espadas!—Ordenó prestamente el de cabellos azules, a lo que el pokemon ni bien salir de su pokeball se rodeó de un aura rojiza, a la vez que unas formaciones energéticas celestes, con forma de la referida arma blanca giraron en torno a si.
—Ahora ve y termina con ese Houndour y ese Flygon problemáticos. No los dejes atacar el barco. —Agregó, aunque sabía que estaba solo haciendo tiempo.
—Si amo—Respondió el pokemon sin que el otro entendiera lo que dijo. Así se elevó en el aire yendo directo a sus blancos.
—Ese Garchomp otra vez…—Comentó el niño sonando casual al percatarse del escualo de tierra que avanzaba firme hacia ellos.
—Otra vez…—Repitió Flygon con una punzada de dolor al revivir lo que el otro dragón había hecho en el desierto, pero esa vez extrañamente sin ese sentimiento derrotista sino con decisión de enfretarlo.
—Evitalo y ataca— Se anticipó Arcanus al notar el movimiento del que se dirigía como un jet hacia ellos.
El dragón rival así comenzó a desprenderse de varias de sus escamas, que envueltas en una luz blanca salieron disparadas a sus ya próximas víctimas. Si bien la indicación del ahora cánido fue abierta, el dragón-libélula supo perfectamente lo que tenía que hacer.
Así rápidamente y con decisión se dirigió al encuentro del ataque que venía en su contra. Aquellos pokemon de tipo agua y hielo paradógicamente habían logrado “avivar las llamas de su corazón” hasta un punto tal que en ese instante, lo que pasó y lo que podría pasar quedaron de lado. Se iluminó en un aura roja y violácea y con un amplio giro en espiral dejó los disparos atrás momento en el que su mano izquierda se envolvió en una energía verdosa y con forma de garras, dio de lleno en el pecho de Garchomp, con una violencia tal que acabó por estrellarse contra el suelo.
Aprovechando que Flygon se acercó a tierra, el Houndour corrió hacia la costa en donde estaba el barco, para ver que Lumen había terminado su tarea sola.
Interponiéndose a la distancia entre el sujeto de cabellos azules que lo miraba serio, y Arcanus, el pokemon lacerado se quedó desafiante, por si quería seguir amenazando a alguien.
—No dejaré atrás a quienes dirijo — Anunció con solemnidad el líder de humanos vestidos de negro, haciendo que Garchomp regresara en un rayo al objeto esférico rojo y blanco que sostenía en una mano, para después tras una bola de humo, unirse a sus secuaces.
Mientras los villanos huían en lanchas de emergencia, un fuerte coro de rugidos los acompañó a modo de epílogo de la batalla, cargados de tristeza por los que ya no estaban, y como canto triunfal de los Walrein y Sealeo. Incluso algunos Spheal que se escabulleron a sus lados, se unieron al gruñido general pero en su caso fallando en parecer amenazantes.
La parte más violenta de aquella pesadilla, había llegado a su fin.
En silencio el dragón volvió hacia donde estaba el niño, caminando, pero con las alas desplegadas.
Ya no era el de los tiempos en que empleaba mayoritariamente el vuelo, tampoco era aquel que se rindió ante su realidad y renunció totalmente al mismo. Ahora iba con los pies en la tierra, pero orgulloso de poder despegar cuando fuese necesario. No olvidaría la manera en que perdió a su familia y la amargura por la que pasó, pero al menos tenía un nuevo propósito en su vida, y no estaba solo.
—¿Estás feliz? — Le preguntó a Arus, quien con forma de Houndour lo observaba con la falta de expresión que lo caracterizaba, más con un detalle que le dio esa pista, ya que movía la cola.
—Considerando que te estabas dejando morir y no podía hacer nada más que esperar, podría decirse que si…—explicó éste.
—Por otro, solo nos queda ayudar a los sobrevivientes…—Se quedó viendo hacia los Walrein, Sealeos y Spheal. Y así el dragón comprendió que no solo se refería a esas heridas que la humana de cabellos rosa y su Chansey, de donde estuvo recluido por días, podían curar, sino a lo que habían vivido. Echar de menos a aquellos que ya no estaban, a culparse por no haber podido hacer más y preguntarse por qué ellos habían sobrevivido y no aquellos a quienes habían perdido.
Quizá no habían podido rescatar a todos, por el lógico intervalo de tiempo entre que el ataque comenzó y que ellos llegaron, pero Flygon se incluyó entre los que pudieron escapar gracias a la presencia del niño y los otros pokemon. No solo lograron que un grupo confundido, disperso y atemorizado de Walrein, Sealeos y Spheals se organizaran a tiempo para una resistencia sino que también con paciencia lo sacaron del vacío en que se había sumido.
—¿Puedo viajar con ustedes? Quiero aprender más — Cambió de tema Flygon.
—Puedes.—Respondió brevemente el niño mientras, envuelto en una luz blanca, volvía a mostrarse como humano.
—Entonces también quiero llamarme— Expresó con decisión el dragón.
—Intento pensar una palabra…recuerdo haber leído sobre una espada que usaban en la antigüedad, que temían por su contundencia, y tenía un nombre que sonaba bien…—Explicó, mientras Flygon se le quedó viendo, al ignorar lo que era una “espada” para un humano.
— Fuiste el “Gladius” de la batalla...es un paralelismo.—Intentó aclarar el de cabellos negros, sin éxito.
—No sé que es eso, pero bien—Asintió el de tipo tierra, conforme.
—“Gladius”,“Caligo”… “Arus” — Agregó, señalándose primero, después al Mysticon, para acabar en el niño.
Entonces las aguas que bordeaban la costa sobre la que estaban se estremecieron, haciendo que una figura imponente en actitud amistosa emergiera.
—¡Y yo “Lumen”!—Agregó la Gyarados que de repente los rodeó a los tres en un abrazo potente.

Comentario