[POKÉMON] Alma de Plata 2: Los fantasmas de Kanto

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    [Fanfic] [POKÉMON] Alma de Plata 2: Los fantasmas de Kanto


    Después de desafiar la Liga Pokémon de Johto, Lira se embarca en una nueva aventura para reunir las ocho medallas de Kanto, pero no es la única que tiene un objetivo que cumplir. Silver no va a quedarse atrás y Carol y Eco quieren hacerse un hueco en el mundo de la investigación pokémon, por lo que los cuatro empiezan el viaje motivados y determinados a demostrar su valor. Todo va bien, o eso parece al principio, porque los fantasmas del pasado les aguardan en la región vecina. Ya han demostrado ser capaces de vencer a sus enemigos, pero, ¿podrán hacer frente a sus sombras a medida que la ceguera de la infancia desaparece y les muestra cómo es el mundo real?
    Nuestra aventura empieza aquí. ¿Quieres leerla?

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    Notas de la autora


    Editado por última vez por Sakura; 01/05/2025, 06:25:29.

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    #2
    PRÓLOGO: 青い始まり(Comienzo azul)




    28/11/1993

    Querido diario:

    Hoy he conseguido ir al Bosque Verde sin que Delia se dé cuenta, ¡aunque lo mío me ha costado! Con la excusa de la nevada le he dicho que iba a comprobar que no hubiera gente atrapada en la Ruta 2 y me ha dejado ir después de hacerme prometer que no haría ninguna locura. Si supiera adónde iba en realidad y lo que pretendía hacer…

    Por las bajas temperaturas no he podido ver muchos pokémon, pero ¡he hecho migas con unos cuantos weedle! Ninguno de ellos ha intentado picarme, así que no entiendo la razón por la cual la gente les tiene miedo a estas criaturas tan maravillosas. ¡Si son lo mejor de este mundo! Guardan muchos misterios por resolver y son muy amables si les tratas bien, claro que si te empecinas en creer que son peligrosos y vas armado hasta los dientes normal que alguno se asuste y te ataque. Se me rompió un poco la mochila y un caterpie me dio seda para hacer un pequeño arreglo, ¡si eso no es ser amable y tener sentimientos entonces que me lo expliquen! Son mejores que algunos humanos, de eso no me cabe duda.

    Cada vez que tengo algún encuentro como este con ellos crece la fascinación que siento, pero no sé cuándo podré volver a ver uno porque ya le he puesto muchas excusas a Delia para hacer este tipo de escapadas y no quiero que piense que la estoy engañando con alguien. ¡Eso nunca! Si es el amor de mi vida, su dulce sonrisa hace que me dé un vuelco el corazón cada vez que la veo. Creo que le voy a hacer un regalo y la semana que viene la pasaré entera con ella, así no sentirá que la dejo de lado. Un hombre de verdad debe velar por el bienestar de su relación, que luego pasan las cosas que pasan.

    Tengo que hacerme una nota mental para hablar con su vecino, Samuel, porque también está muy interesado en los pokémon y seguro que me cuenta un montón de cosas sobre ellos, pero a ver cómo lo hago sin que ella se entere. Con el miedo que le dan no quiero que se preocupe por mi seguridad, ya sé que es mi vida y tengo que hacer lo que quiera con ella, pero es que se pone tan triste cada vez que hablo sobre ellos que me da una pena que me quiero morir. Solo quiero hacerla reír y quitarle todas las tristezas, cada vez tengo más claro que es la mujer de mi vida y no quiero hacerla sentir mal. Qué duro es esto de compaginar tu pasión con el amor, la vida sería más fácil si todos vieran lo maravillosos que son los pokémon. Juro aquí y ahora que lucharé para que el mundo no los tema, ¡verán lo que se han perdido durante todo este tiempo!

    En fin, querido diario, esto es todo por ahora que me conozco y a estas horas de la noche me engrandezco escribiendo. Espero hacer otra entrada pronto contándote algo sobre los pokémon o lo bien que huele el pelo de Delia, esta mañana había usado un champú de flores, tal vez le regale un ramo de rosas mañana. Ya te contaré cómo va todo.

    ¡Hasta la próxima página!

    S.



    —Pika pikachu. Pika pikachu~

    El Monte Plateado era uno de los lugares más temidos y hostiles de Kanto y Johto, tanto por su clima como por los pokémon que ahí habitaban. La gran montaña que se erigía entre las dos regiones castigaba a cualquiera que se atreviera a morar en ella con nevadas sempiternas acompañadas de una niebla tan espesa que el simple hecho de ver más allá de un palmo de distancia a veces se consideraba un milagro. Como resulta evidente, no todos los seres vivos aguantaban esas condiciones, por lo que muchas crías no pasaban más allá de los meses de vida y la población de pokémon se mantenía controlada. Sin embargo, aquellas agraciadas por la selección natural lograban crecer hasta convertirse en los ejemplares más fuertes y agresivos de su especie, un verdadero terror de la naturaleza que obligó a la Liga a cortar su libre acceso para evitar accidentes trágicos.

    —¿Pika? ¡Pika! ¡Pika pikachu!

    Por eso podría parecer extraño que un simple pikachu deambulara por la ladera de la montaña como si esta fuera su casa, como si un par de depredadores no le hubieran echado ya el ojo y el manto de nieve sobre el que caminaba fuera almohadones blanditos y calentitos que no amenazaba su salud. El roedor se detuvo un momento para darse la vuelta y olisquear el aire y cuando captó que el aroma de su entrenador seguía estando tras él retomó la marcha como si nada.

    Rojo no tenía muchas esperanzas puestas en aquel día, pero perder una mañana de investigación era perder una mañana que le acercara a su objetivo. Cualquiera diría que era de día ahí, porque siempre parecía que era de noche por las negras nubes que bloqueaban los rayos de sol, pero tras tanto tiempo viviendo en la montaña había conseguido orientarse casi a la perfección gracias al estudio del hábito de los pokémon. A veces se equivocaba, pero por lo general era capaz de saber en qué lugar de la montaña estaba y en qué momento del día se encontraba. Su gran capacidad de análisis le había salvado la vida más de una vez junto a la rápida reacción de sus pokémon.

    —URSAAAAA.

    Su fiel pikachu, al que tanto le gustaba tararear cuando salían de expedición, se detuvo en seco al escuchar un feroz rugido y se quedó en silencio antes de dar un salto veloz hacia atrás para asestarle un potentísimo Cola Férrea a un ursaring que había salido de los arbustos dispuesto a atacarlos. El golpe le dio en todo el cráneo y el enorme pokémon cayó al suelo como si fuera un roble al que habían talado, completamente noqueado. Rojo no se detuvo por aquel pequeño incidente y pikachu tampoco porque aquellos encontronazos formaban parte de su día a día, si tuvieran que lamentarse y huir por cada suceso parecido que vivían haría tiempo que habrían abandonado la montaña. Sabían que a las pocas horas el ursaring se despertaría con un chichón y poco más y ellos ya estarían lejos de ahí, detenerse era arriesgarse a que otros pokémon atraídos por el ruido les atacaran.

    Por supuesto, aceptar que esos roces formaban parte de la vida de la montaña no quería decir que estaba tan acostumbrado que les restaba importancia, ni mucho menos. La enorme cicatriz de su codo derecho y el resto de heridas de su cuerpo le recordaban que un ligero despiste en un lugar como ese podía significar la muerte, pero si se dejaba dominar por el miedo terminaría bloqueándose y las consecuencias serían igual de catastróficas e incluso peores.

    —¡Pika, pika!

    Al menos siempre podía contar con la compañía de sus pokémon, le bastaba con echar un vistazo al enérgico pikachu que tenía delante para que se le cargaran las pilas y una sonrisa aflorara en sus rígidos labios. <<Qué criaturas tan maravillosas>>, pensaba diariamente al verlas, <<qué suerte tengo de compartir mi vida con ellas>>.

    Su pequeño paseo les condujo a una cueva que ya habían visitado un par de veces y que intentaban evitar en la medida de lo posible, pero en vista de que la ventisca empeoraba por momentos decidieron refugiarse en ella. Aun así, Rojo tenía sus reservas de que aquella fuera una buena decisión, porque el enorme pájaro de fuego que moraba ahí podía causarle un buen problema si tenía ganas de bulla. Normalmente Moltres se pasaba el día durmiendo y no reparaba mucho en su presencia, y cuando lo hacía parecía no molestarle mucho, lo cual sabía que influía enormemente en el hecho de que pudiera seguir viviendo ahí. Su indiferencia enviaba un mensaje claro al resto de pokémon, que él no era una amenaza para ellos, de no ser así haría tiempo que todos habrían ido a por su cabeza y se habría visto obligado a huir para conservarla.

    Se le había pasado por la cabeza muchas veces retarle a un combate, que de eso no quepa la menor duda. Estaba seguro de que combatir contra un legendario de esas características era el estímulo que él y sus pokémon necesitaban y hacía tiempo que no tenían, pero era consciente de que las consecuencias negativas de un enfrentamiento de semejante calibre serían mayores que las positivas. No valía la pena arriesgarse a destruir la mitad del ecosistema de la montaña y quedarse sin equipo por un capricho, ese en el mejor de los casos, en el peor quién sabe si la furia del pájaro podría llegar a afectar ambas regiones.

    Tan absorto estaba Rojo en sus pensamientos que no se dio cuenta de que el ave había abierto los ojos y llevaba un buen rato mirándolos fijamente, por suerte Pikachu sí. El ratón se mantuvo firme ante Moltres, quien los evaluó brevemente antes de desplegar las alas y avivar las llamas de su cuerpo.

    —MOOOOOOOOL.

    El gran aullido del ave hizo que la cueva temblara y los pocos pokémon que había ahí salieran escopetados en todas las direcciones, creando un conjunto frenético e irregular de sombras contra la pared de roca. Pikachu se subió rápidamente al hombro de Rojo, esperando instrucciones, y el entrenador contuvo la respiración mientras decidía en pocos segundos si aquello se trataba de una declaración de guerra o era la forma que tenía de despertarse. Si le estaba retando poco sentido tenía huir de una criatura como él y si simplemente se estaba desperezando tampoco había ninguna razón para irse de ahí. Los dos amigos le plantaron cara al legendario mientras este terminaba de hacer alarde de su poder para finalmente relajarse y quedarse mirándolos con curiosidad.

    La temperatura de la cueva aumentó considerablemente después de ese espectáculo, lo cual se agradeció. Los pokémon, sobre todo aquellos con crías, intentaban acurrucarse cerca del ave los días más fríos del año para sobrellevar mejor las duras condiciones climáticas, razón por la cual era tenida en alta estima por muchos de los habitantes del Monte Plateado y era considerada una especie de rey, casi de dios. Por ello, cualquiera que se ganara su enemistad tenía los días contados ahí, siendo ese el principal motivo por el que el entrenador intentaba evitarla lo máximo posible.

    Aunque no era la primera vez que Rojo se encontraba con Moltres, sí era la primera que el ave reaccionaba de esa forma al verle y le inquietaba un poco no saber la razón. ¿Tal vez también le apetecía retarle a un combate? Poco probable, aun así una parte de él quería aferrarse a esa esperanza. Ambas partes mantuvieron el contacto visual durante un buen rato hasta que el legendario dio un par de pasos hacia atrás para dejar al descubierto su nido, el cual estaba lleno de objetos de todo tipo. Mochilas, Poké Balls, abrigos… parecían objetos perdidos de gente que había ido a la montaña. Rojo también había encontrado bastantes durante los tres años que llevaba ahí y siempre tomaba la misma decisión, dejarlos donde los había encontrado y dedicarle una oración a sus dueños. Teniendo en cuenta la crudeza de la montaña, sabía que era poco probable que hubieran logrado salir con vida.

    Ninguno de ellos le llamó especialmente la atención porque estaban o rotos o muy desgastados, todo el valor que hubieran podido tener en su momento desapareció hace mucho. Al menos eso fue lo que pensó hasta que sus ojos captaron lo que parecía ser una libreta igual de maltrecha que el resto de pertenencias, pero que hizo que se le encogiera el corazón. Durante unos segundos se quedó inmóvil sin saber muy bien qué hacer, hasta que Pikachu tomó la iniciativa y entró en el nido del legendario.

    —¡Pika! ¡Pika pi!

    Hizo señas con sus cortos brazos para sacarle del trance, aun así Rojo vaciló antes de tomar la decisión de seguirle. Aunque tenía permiso por parte de su dueño, entrar en el lecho de un legendario no dejaba de ser intimidante, pero gracias a su pokémon consiguió acercarse al objeto que había llamado su atención. La cubierta estaba tan descuidada que ni siquiera se podía intuir cuál había sido su color original y parecía tan frágil al tacto que temía que fuera a deshacerse en sus manos cuando la agarró para leerla.

    C…A…LP…O D… S…0

    El título era prácticamente ilegible, pero eso era lo de menos. Rojo abrió la libreta todo lo rápido que sus temblorosas manos se lo permitieron y al hacerlo sintió que el corazón le dio un vuelco al ver que el interior estaba prácticamente intacto. Todas las entradas estaban en buenas condiciones así que podía leer su extenso contenido sin ningún esfuerzo. Una rápida ojeada le permitió comprobar que se trataba de la que tantos años llevaba buscando, y pensar que estaba justo en el lugar que más quería evitar…

    —¿Pika?

    No se dio cuenta hasta que Pikachu le acarició la mejilla, pero había empezado a llorar. Estaba tan sorprendido, agradecido y confundido que no sabía qué hacer, solo fue capaz de mirar al ave. Moltres asintió y a Rojo le asaltaron un montón de dudas. ¿Sabía acaso lo que era? ¿Por qué se lo había dado ahora?

    El entrenador quiso leer la primera página, pero estaba tan emocionado que no podía controlar su temblor. Se dio cuenta de que a pesar de las ganas que tenía necesitaba tranquilizarse, así que guardó el objeto en su mochila y se secó los ojos pasando el antebrazo por delante de ellos. Pensó que estaba preparado mentalmente para ese suceso, sin embargo, el hallazgo le desestabilizó por completo. Por suerte tenía a Pikachu a su lado para apoyarle.

    —Mol.

    El legendario dio un par de pasos hacia adelante sin previo aviso y Rojo trastabilló hacia atrás hasta que salió del nido. El cupo de amabilidad se había acabado para ese día, así que el joven decidió que lo mejor sería asomarse a ver si el clima había mejorado y dejar al ave tranquila. Su grata sorpresa fue ver que sí, en vez de una agresiva ventisca se encontró con una ligera nevada, así que sin pensárselo dos veces salió junto a Pikachu en busca de otra cueva más tranquila en la que poder leer.



    <<Bienvenidos y bienvenidas al S.S. Aqua. Para asegurarles una buena estancia el capitán les recomienda leer las normas de conducta y el plano de evacuación en caso de emergencia que encontrarán en sus camarotes para saber cómo actuar en todo momento. Asimismo, se recuerda que los combates pokémon están permitidos solo en las zonas habilitadas para ello y que no se puede forzar a ningún pasajero a realizar uno, el incumplimiento de estas normas implica una sanción y la imposibilidad de viajar en este navío durante un mes. Les deseamos que tengan un feliz viaje y si les surgiera cualquier duda durante el trayecto sepan que nuestro atento personal estará encantado de asistirles durante todo el trayecto. Que tengan un buen día.>>

    Las puertas que conducían a la proa del S.S Aqua se abrieron de par en par en cuanto el anuncio por megafonía llegó a su fin. De ellas salió corriendo una joven que fue directa a la barandilla para asomarse y ver la superficie del mar, tan reluciente como su rostro. La brisa marina se divertía jugando con su cabello rosa y ella estaba igual de encantada ante lo que sus ojos le permitían ver, una inmensidad azul sin fin que le daba una sensación de libertad como nunca antes había experimentado.

    —¡Soy la reina del mundo!

    Los wingull que volaban cerca del barco se alejaron un poco al oír ese grito, lo que provocó la risa de la muchacha. ¡Estaba tan emocionada que no se podía contener! Se sentía tan enérgica como el sol y por un instante sintió que era capaz de hacer cualquier cosa.

    —¿A que es maravilloso? El mar es tan grande y tiene tanto que ofrecer que podría pasarme toda la vida mirándolo.

    A su lado se apoyó otra joven de su misma edad, castaña y vestida con un kimono azul decorado con flores. Carol giró la cabeza para mirar a Lira y ambas intercambiaron una sonrisa cómplice.

    —Pues sí. Nunca había tenido la oportunidad de verlo tan de cerca y ahora que puedo me parece tan increíble que es casi como estar en un sueño.

    —Estoy de acuerdo. ¿Sabes? De alguna manera todos mis inicios están pintados de azul, creo que es mi color de la buena suerte.

    Ese pensamiento le hizo acordarse de un detalle y sin dudarlo sacó a Feraligatr de su pokéball. Los pokémon no podían ir a sus anchas en el barco, pero había ciertos lugares en los que sí, como por ejemplo las zonas exteriores. El reptil rugió de alegría al verse envuelto por su elemento y su entrenadora le acarició las escamas con afecto.

    —Entonces este tiene que ser tu viaje. ¡Hasta vas vestida de ese color!

    Nuestro viaje —corrigió la oriunda de Pueblo Primavera sin reprimir la emoción que sentía, lo que le impidió ser consciente de la curiosa contradicción entre el hecho de que no quería abandonar el mar, pero quería llegar a tierra cuanto antes—. Seguro que lo pasamos en grande los cuatro. ¡Estoy deseando llegar y explorar Kanto!

    Su conversación desembocó en un agradable silencio, como una embarcación que llega a puerto guiada suavemente por las corrientes del agua. Los wingull volvieron a dejarse ver y aquella escena cargada de paz despertó en Carol el recuerdo de una canción que pensó que le venía como anillo al dedo a esa situación.

    Country road, kono michi zutto yukeba, ano machi ni tsuzuiteru, ki ga suru country road.

    Lira la reconoció al instante, aunque cualquier habitante de Johto y Kanto lo habría hecho, y se puso muy contenta al oírla. Era bastante conocida en ambas regiones y recordaba haberla escuchado de pequeña en una de las películas que solía ver con Eco durante las tranquilas y perezosas tardes de verano. Sin dudarlo ni un segundo se unió a su amiga y empezó a cantar.

    Hitori bocchi osorezu ni, ikiyou to yumemiteta, samishisa oshikomete, tsuyoi jibun o mamotteiko.

    Como las dos amigas estaban absortas cantando la misma canción no se dieron cuenta de que la puerta se abrió tras ellas y alguien se acercó sigilosamente para situarse detrás. El individuo llegó justo a tiempo para cantar el estribillo y decidió que ese era el mejor momento para hacerse notar rodeando los hombros de ambas jóvenes con sus brazos, uniéndose para cantarle al mar. Las chicas se asustaron al sentir el repentino contacto, pero se tranquilizaron al ver la cara familiar de Eco, y siguieron en unísono como si nada hubiera pasado.

    Country road, kono michi zutto yukeba, ano machi ni tsuzuiteru, ki ga suru country road.

    Un par de pasajeros que había cerca aplaudió cuando terminaron el espectáculo y siguió con lo suyo tarareando la canción. Al ser consciente de que había sido escuchado, el trío se avergonzó durante unos segundos, aunque no tardó en reírse de la situación y correr un tupido velo.

    —¿Dónde está Silver? ¿Se ha quedado en el camarote? —preguntó Carol cuando se dio cuenta de que el pelirrojo no estaba con ellos. Eco asintió con seriedad y se cruzó de brazos.

    —Sí, me dijo que estaba empezando a marearse y que prefería pasar el viaje tumbado en la cama. A mí me ha sonado un poco a excusa, pero tampoco le quería forzar a salir.

    —Será… Ya empieza el viaje con estos humos, ¡se va a enterar! —exclamó Lira mientras se dirigía al interior del barco y fingía enfado. Carol y Eco se miraron sin saber muy bien cómo reaccionar, hasta que decidieron seguir a la castaña.

    La entrenadora ni siquiera había agarrado el pomo cuando la puerta se abrió de golpe y algo le dio en el estómago. La fuerza del impacto le hizo retroceder hasta chocar con Carol, quien a su vez chocó con Eco, quien se habría caído de no ser porque Feraligatr estaba detrás y logró sostenerle en el sitio.

    —Gracias, amigo, te debo una.

    Feraligatr enseñó sus colmillos al sonreír antes de ver quién había creado el efecto dominó. Se trataba de un anciano menudo visiblemente agobiado que apenas podía controlar la tiritera de su cuerpo. Sus ojos estaban muy abiertos y miraba hacia todos lados, siendo inconsciente de la colisión que había causado con sus prisas, por eso lejos de disculparse en cuanto vio a Lira el hombre le hizo una pregunta.

    —¿Habéis visto a una niña pequeña por aquí? Creo que he perdido a mi nieta.

    Su evidente preocupación hizo que a la entrenadora se le olvidara por completo la molestia que sentía, así que borró todo rastro de fastidio de su rostro y lo reemplazó con curiosidad. Tal vez podrían ser de ayuda.

    —¿Cómo es? A lo mejor la hemos visto.

    —E-es una niña pequeña y muy movida. E-esperad.

    El anciano sacó una cartera marrón y rebuscó un poco en ella hasta que sacó una foto que le dio al trío. Se trataba de una niña con el pelo castaño recogido en dos coletas y las mejillas cubiertas de pecas, una apariencia bastante normal para la gente de su edad. Aunque hubiera pasado por su lado, llamaba tan poco la atención que no se habrían fijado en ella.

    —Pues lo siento mucho, me temo que no hemos visto a ninguna niña desde que hemos subido —se lamentó Carol después de pasar un buen rato haciendo memoria y Eco solo se vio capaz de asentir ante la realidad.

    —Pero la podemos buscar —añadió Lira sin vacilar mientras devolvía la foto. La determinación y seguridad que desprendía la joven impactó tanto al anciano que por un momento el miedo desapareció de sus ojos—. La vamos a buscar y la vamos a encontrar, no se preocupe por eso.

    —Muchas gracias, jóvenes. Este barco es enorme y las rodillas me están empezando a doler lo suyo, no creo que sea capaz de seguir caminando durante mucho más después de lo que he corrido.

    —Usted no se preocupe —le dijo Carol con una sonrisa tranquilizadora—. Vuelva a su habitación y descanse, ya nos encargamos del resto.

    —Muchas gracias, de verdad. Mi camarote es el 102, os estaré esperando ahí.

    El anciano dio media vuelta y comenzó a bajar lentamente las escaleras que llevaban a la sala de los camarotes. Cuando se fue, los tres amigos y Feraligatr se agruparon en un pequeño círculo para elaborar un plan que les ayudara a encontrar a la pequeña.

    —Vale, ¿por dónde empezamos? El hombre tiene razón, este sitio es enorme y los pokémon no pueden estar fuera de sus pokéballs dentro del barco, así que no podemos contar con la ayuda de Espeon.

    —Pues por lo más lógico, que es lo que el pobre tendría que haber hecho si los nervios no le hubieran nublado el juicio —Eco hizo una pausa para ver si alguna de las dos sabía a qué se estaba refiriendo, pero cuando vio que ellas tampoco habían caído en la cuenta siguió hablando—. Avisar a algún miembro de la tripulación de que una niña se ha perdido y activen el protocolo, creo que es lo mejor que se puede hacer en estos casos.

    —Oye, pues no es mal plan —Lira sonrió ante la brillantez de su amigo y le señaló con el índice—. ¡Diez puntos para el cerebrito de oro!

    —Gracias, pero solo he utilizado el sentido común, que al parecer no es tan común como su nombre indica.

    Después de evitar ser tirado por la borda por su mejor amiga gracias a la mediación de Carol y la fuerza de Feraligatr, Eco tomó la delantera y guió al grupo por el interior de la embarcación, ya que era el único que se había aprendido el mapa de esta. La idea era dirigirse al despacho del capitán para contarle la situación, pero estaban seguros de que no haría falta ya que se encontrarían a algún miembro de la tripulación con quien poder hablar en el camino. Sin embargo, fuera por escasez de personal, por la vaguería de algunos o una suma de ambas situaciones, el caso es que sorprendentemente el poco personal con el que se cruzaron se veía tan atareado que no pudieron dirigirle ni una palabra, así que siguieron su trayecto hasta llegar hasta su destino. Al verse delante de la puerta Carol empezó a cambiar el peso del cuerpo de una pierna a otra y deseó no haber tenido que llegar a ese punto.

    —¿Estará bien entrar así como así? A lo mejor está ocupado, seguro que no le sienta bien que le interrumpamos.

    —Si le molestamos nos echará. Hemos venido porque una niña ha desaparecido, no a jugar al mahjong —respondió Lira mientras daba un paso hacia adelante. Eco le sonrió a Carol y le acarició el hombro de forma tranquilizadora.

    —Te puedes quedar fuera si te da reparo, ya entro yo con ella.

    —No, no. Vamos los tres juntos, no pasa nada.

    Lira llamó dos veces, pero no obtuvo ninguna respuesta. Volvió a llamar y consiguió el mismo resultado, así que acercó la oreja a la puerta para ver si escuchaba algo que le pudiera indicar si había alguien dentro. Sus cejas se movían conforme sus oídos captaban distintos sonidos y eso le indicó a sus amigos que algo pasaba.

    —Creo que está pasando algo raro, no paro de oír golpes.

    —¿Entramos?

    Al mismo tiempo que Eco hacía la pregunta su amiga abría la puerta. Contuvo la respiración, ya que no sabía qué se iba a encontrar, pero la soltó enseguida al ver lo que estaba sucediendo.

    —¡No! ¡No! ¡Bájate de ahí! ¡No toques eso, son unos documentos importantísimos! ¡¿Acaso quieres que nos ahoguemos?!

    La escena era curiosa, por decir algo. El despacho estaba patas arriba, había un montón de papeles por el suelo y los muebles estaban ordenados de forma aleatoria. Un anciano con un uniforme marinero blanco condecorado con muchas medallas intentaba ordenarlo como bien podía, pero una niña pequeña lo volvía a desorganizar el doble de rápido.

    —¡Me aburro mucho, capitán! ¡Juegue conmigo!

    —¡Ya te he dicho que no puedo jugar! ¡Estate quieta de una vez y vete de donde sea que has salido! ¿Se puede saber dónde está tu familia?

    —¡Entonces seguiré para que me siga! ¡Je, je, je!

    En una de las veces que iba a colocar una silla en su sitio el capitán alzó la mirada y vio a los tres jóvenes en la puerta. Su visión fue como un milagro para él, por eso no tardó en acercarse para pedir ayuda.

    —Por favor, encargaros de ella, llevo un buen rato sin poder guiar al personal por su culpa. Como no vuelva al trabajo dentro de poco me temo que todo el barco se convertirá en el mismo caos que es mi despacho ahora.

    Lira miró a la niña con detenimiento mientras pensaba cómo podían sacarla de ahí. Podían usar la fuerza, al fin y al cabo eran tres contra uno, pero viendo la energía de la niña estaba segura de que montaría una escena y les costaría mucho hacer que parara. No, tenían que convencerla de una forma más amable, y aunque le pareció un poco ridículo decidió probar lo que se le ocurrió en el momento.

    —¡Argh! ¡Que me tiren por la borda si mis ojos me engañan! ¿Qué hace una grumete en la cabina del capitán? ¡Nadie se había atrevido a molestar al brazo derecho del pirata Barbanegra hasta ahora!

    Con el nuevo griterío la niña se detuvo durante un momento. Miró al trío y ladeó un poco la cabeza, lo que permitió ver que tenía las mejillas llenas de pecas. Al fijarse un poco más los amigos se dieron cuenta de que era la nieta perdida y tuvieron que contenerse para que no se notara en su cara la emoción de haberla encontrado.

    —¿Y quién es Barbanegra?

    —¡Por toda la sal del océano, niña! ¿Acaso el parche no te deja ver bien o es que tus ojos son de cristal? —preguntó Lira mientras se acariciaba una barba invisible— ¿Quién va a ser sino un servidor? ¿No ves que tengo la barba más larga y más negra de todos los siete mares?

    —¡No es verdad! ¡No tienes barba y no eres chico!

    A pesar de la negativa a entrar en el juego, cuando la niña señaló a Lira estaba sonriendo, así que por lo menos sabía que la estaba entreteniendo. Era mejor que nada y estaba segura de que con un pequeño empujón la tendría en el bote.

    —Parece que se nos ha subido una rebelde a bordo, pirata Bigoterrosa —dijo mientras se apoyaba en el hombro de Carol. La joven entendió que también le tocaba formar parte de ese teatro improvisado, así que adoptó una expresión estoica mientras se metía en el papel—. ¿Qué deberíamos hacer con ella?

    —Por todos los pelos de mi bigote, Barbanegra, y mira que tengo unos cuantos. Nunca había visto una ofensa igual, creo que no bastará con mandarle a dormir con los sharpedo. ¡Se merece un castigo ejemplar!

    —¡Estoy de acuerdo! ¡Ya has escuchado a mi fiel compañero, tienes diez segundos para huir de nuestra vista, pequeña granuja, o sentirás la ira del par de piratas más temido en Kanto y Johto!

    Aunque no se creía sus actos, la pequeña estaba encantada de poder jugar con alguien, así que salió corriendo para que Lira y Carol pudieran perseguirla. Cuando se fue, el capitán soltó un largo suspiro y se sentó en la silla que tenía más cerca.

    —Menos mal que la habéis echado. Hace un rato que ha aparecido aquí y como estaba aburrida no se le ha ocurrido mejor cosa que tocarme las narices. No sé cómo ha podido entrar, en teoría ni vosotros deberíais haber sido capaces de hacerlo —En cuanto dijo esa frase la cara se le iluminó, como si por formular ese pensamiento en voz alta hubiera caído en la cuenta de algo—. No me digáis, seguro que el turno de vigilancia le ha tocado a Masahiro y se está echando una siesta, ¡como si lo viera! ¡Maldito holgazán! ¡Oh, estoy que me subo por las paredes, se va a enterar en la próxima reunión!

    Al darse cuenta de que Carol y Lira seguían ahí el hombre carraspeó y adoptó un semblante sereno. Ya dejaría salir su enfado cuando fuera el momento, ahora debía mantener las apariencias y volver al trabajo.

    —Ejem, perdonadme, he perdido un poco la compostura. Os doy las gracias, pero debo pediros que salgáis ya, hay mucho de lo que me tengo que encargar.

    —Por supuesto. Que tenga un buen día, capitán.

    Al salir de su despacho, las dos amigas se encontraron con Eco, quien señaló con una sonrisa cómplice un recoveco que había al final del pasillo. Los tres se acercaron en silencio y al asomarse vieron que la niña había elegido ese lugar para esconderse, pues se había agachado con la intención de pasar más desapercibida, pero al ver que había sido descubierta se puso en pie enseguida.

    —¡Ja! ¡Te pillamos, grumete! ¡A galeras que vas!

    —¡No! ¡Otra oportunidad, porfa!

    Aprovechando un hueco entre las piernas, la pequeña salió escopetada en dirección hacia los camarotes. El trío la siguió a una distancia prudencial para que no se diera cuenta de que estaba en su punto de mira y se alegraron y aliviaron a partes iguales cuando la vieron entrar en la habitación 102. No tardaron en escuchar los gritos de júbilo de su abuelo y cuando pasaron unos segundos decidieron entrar.

    —¡Ah! ¡Son los piratas, los piratas!

    La pequeña se escondió detrás del anciano al verles, lo que hizo que él se diera cuenta de la presencia del trío. Fue capaz de deducir rápidamente lo que había pasado, así que les sonrió al mismo tiempo que se acercó lo que su nieta aferrada a sus piernas le permitió.

    —Muchas gracias, jóvenes. No sé cómo compensaros esto, ¿dónde se había metido?

    —En el despacho del capitán —respondió Eco y al escuchar eso toda la alegría del anciano se esfumó.

    —Oh, por todos los… Carla, sabes que eso no está bien. No hay que molestar a la gente y menos cuando está trabajando.

    —Lo siento, abu. Te prometo que no volverá a pasar.

    La sonrisa de la niña contradecía sus palabras, pero su familiar se creyó la mentira por la inocencia que sabía fingir con sus ojos. El anciano les dio las gracias por última vez y los jóvenes se despidieron, aunque antes de irse escucharon a la pequeña susurrar algo.

    —Son muy divertidos, abuelo. Me lo he pasado muy bien con ellos.

    —Me alegro. Ahora pórtate bien y no salgas del camarote hasta que lleguemos a tierra, ¿de acuerdo?

    Aunque la niña asintió, el trío no tenía tan claro que no volviera a escaparse, pero ese ya no era problema suyo. Eco estiró los brazos y después colocó las manos detrás de la nuca, satisfecho con el trabajo que habían hecho.

    —Bueno, ya hemos realizado nuestra buena obra del día. Se me olvidaba la buena mano que tienes con los niños, Li.

    —Ya sabes que fui alguna que otra tarde a Ciudad Cerezo a cuidar a los hijos de amigas de mi madre. Si quieres que te hagan caso, tienes que ingeniártelas para convertirlo todo en un juego, es la forma más fácil de que hagan lo que quieras.

    Conforme los tres iban hablando llegaron a su propio camarote. Aunque les habría gustado disfrutar un poco más de los rayos de sol en la proa, había cierta persona que querían ver antes de seguir con lo suyo, porque tenían la ligera sospecha de que estaba evadiendo su compañía a propósito y eso era algo que no estaban dispuestos a tolerar.



    <<La preocupación crece en Sinnoh, donde cada vez se ve a más sujetos sospechosos rondando por la región, presuntos responsables del secuestro del director del Valle Eólico hace un par de semanas. Los miembros de este grupo visten el mismo uniforme blanco y negro con una G mayúscula y dorada bordada en el pecho, además comparten estilo de peinado, siendo este corto tanto para chicos como para chicas y de color aguamarina. Se recomienda a la población mantener las distancias con estos individuos y llamar a la policía si ven que están realizando algún acto de dudosa legalidad. Seguiremos informando sobre este y más sucesos en las noticias de la noche, ahora les dejamos con el tiempo.>>

    Silver apagó la televisión y se echó hacia atrás en la cama. Cerró los ojos y durante unos instantes centró su atención en el ligero rumor y movimiento de las olas, las cuales ayudaron a calmar ligeramente su preocupación. No sabía si Eco se había creído su mentira piadosa o no, pero poco le importaba, sabía que no se habría quedado tranquilo si no hubiera tenido la oportunidad de escuchar las noticias. Llevaba un tiempo escuchando sobre las fechorías de ese grupo tan raro en Sinnoh, uno cuyos actos sabía que no afectaban ni a Kanto ni a Johto, pero algo sobre ellos le hacía estar inquieto. Su modus operandi le recordaba demasiado al del Team Rocket, grupos de personas uniformadas que cometían pequeños delitos hasta tener la fuerza suficiente para ir escalando a planes mayores. ¿Se trataría de un grupo criminal aislado que no tenía nada que ver con el Team Rocket? ¿O puede que su padre hubiera decidido volver a las andadas en otra región? Desde que se le perdió la pista en Johto, el paradero de Giovanni era un misterio para todo el mundo. Uno que no dejaba a Silver tranquilo.

    —Toc toc. Ya estamos aquí.

    Por desgracia, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz chillona de Lira y eso le molestó mucho más de lo que se permitió mostrar. A fin de cuentas, se suponía que se encontraba tan mal que no podía ni caminar, así que tampoco podía crear un drama.

    —No hables tan alto. La cabeza me sigue dando vueltas.

    —Sí, se te ve afectadísimo por el gran oleaje —dijo la joven con la ironía desbordando de su voz—. Menudo marinero de agua dulce estás hecho. Te has perdido las aventuras de los piratas Bigoterrosa y Barbanegra y su fiel Chatot.

    —Sí, te has perdido… ¡Oye! ¿Por qué tengo que ser Chatot?

    —No te pongas así. Gracias a tu ágil vuelo y mirada depredadora pudimos saber dónde se escondía la niña. Tu papel fue fundamental y de gran importancia a la hora de ayudarnos a resolver el caso.

    Eco y Lira siguieron discutiendo sobre el rol del primero mientras Carol se sentaba al lado de Silver y le dedicaba una sonrisa. El pelirrojo se hizo a un lado para que su amiga estuviera más cómoda y se dignó a mirarle a los ojos.

    —¿Desde cuándo te mareas en barco?

    —¿Has visto cómo se ponen? Quería disfrutar un momento de tranquilidad antes de llegar a tierra firme y es la mejor excusa que se me ha ocurrido.

    Carol sabía que había otra razón además de esa, pero también sabía que no valía la pena presionarle sobre el tema si él no se lo decía directamente. Al menos a ella no le negaba que había fingido su malestar, eso ya era suficiente.

    —Ya queda menos para llegar. Estoy un poco nerviosa, si te soy sincera.

    —Yo también lo estoy. Kanto… no se puede decir que mis recuerdos sobre esa región sean agradables.

    No lo eran para ninguno de los dos. Ahí fue donde pasaron gran parte de su infancia secuestrados por el Team Rocket, sucesos que preferirían olvidar y no volver a enfrentar, pero a veces el pasado se mezcla con el presente y no siempre resulta fácil de ignorar.

    —No te preocupes. Ahora es distinto, el Team Rocket no existe y no estamos solos.

    Antes eran dos niños sin ayuda que poco podían hacer por ellos mismos. Ahora contaban con el apoyo de otros dos amigos y Silver se había convertido en un buen entrenador, eso es lo que empujó a Carol a decir esas palabras. Notó el ligero nerviosismo del pelirrojo y quiso tranquilizarlo, algo que, aparentemente, funcionó.

    —Sí. Será distinto, lo será.

    Silver y Carol se dieron la mano para tranquilizarse y convencerse, silenciosamente, de que todo iría bien. Ahora que por fin estaban juntos estaban dispuestos a darle una segunda oportunidad a esa región y sacarle el máximo provecho a la aventura que estaba a punto de empezar.

    —Bueno, está bien. Acepto el rol de Chatot, pero espero que a la próxima me asignes uno más chulo. ¡Uno más científico!

    —Sí, sí. Ya verás, ¡serás la pieza clave del grupo!

    —Aburrirnos no nos vamos a aburrir. Eso seguro.

    Carol rio al escuchar el susurro de Silver. Aunque el pelirrojo miraba a los oriundos de Pueblo Primavera con desdén, ella sabía que en el fondo les tenía mucho aprecio, de no ser así no habría aceptado realizar ese viaje con ellos. Se permitió disfrutar ese momento, de las falsas discusiones y de los comentarios irónicos, e intentó ignorar el tirón de su estómago que le decía que algo malo iba a pasar, que un miembro del Team Rocket entraría por la puerta de un momento a otro y le obligaría a volver a su antigua vida. Esa sensación le solía visitar varias veces al día, sobre todo cuando se lo estaba pasando bien, y cuanto más intentaba ignorarla más intensa se volvía. Se obligó a mirar por la ventana para intentar distraer su mente y lo que vio le hizo dar un grito que hizo que sus tres amigos la miraran extrañados. Ella se cubrió la boca por vergüenza al darse cuenta de lo que había hecho, aunque no tardó en descubrirla para señalar con la mano lo que había visto.

    —¡Tierra a la vista!

    Era cierto, a lo lejos ya podía intuirse el puerto de Ciudad Carmín. Todo el grupo se asomó para verlo e intercambió una sonrisa que tranquilizó los nervios de Carol. Su aventura estaba a punto de empezar e iba a esforzarse por intentar que sus fantasmas no le arruinaran la experiencia.

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    • Poisonbird
      4th Wall Breaker
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      • dic
      • 31
      • 🇺🇸 Estados unidos
      • ¿London?

      #3
      Dije antes, por ciertos lares ajenos al navegador (o incrustados en una pestaña al fondo, depende de quién lo lea [?]) que no era un Moltres antes de ponerme a leer este fic. Esta declaración... sigue siendo cierta. Soy más bien un Zapdos, por las ojeras que tengo [????]

      Bueno, basta de chistes. Voy a ponerme a comentar ahora. Porque ahora que se me han bajado los humos del elitismo, ya puedo comentar sin temer a herir las ilusiones de nadie ¡yay!

      Pero antes un disclaimer (aunque Saku ya lo sabe): no me he leído del todo la precuela, y no tengo planes de hacerlo en un futuro próximo. Sí he llegado a leer hasta el punto de saber quién carajos es Carol y su relación con Silver, pero desconozco los hechos después del capítulo 9 de la dicha. Estoy leyendo bajo la presunción de que Alma de Plata sigue muy cerquita a lo que sería los juegos Pokémon HG/SS, y por lo tanto, será la base de mi entendimiento. Y me diréis: "pero hija mía, esta secuela es el postgame de HG/SS".

      Blud, ¿has visto que pase algo "de relevancia" en el postgame de este, en cuanto se refiere a historia? Yo no me acuerdo. And my buddy, right there, hizo una introducción que definitivamente da a entender que aquí va a haber algo MÁS que la trama del juego. Bueno, a ver, igual también lo hubo en la precuela (Caaaaroooool~), pero aquí hay... ¿más...? Bueno, vamos a decir que empezó fuerte haciendo de Red algo más que un dron de puntos suspensivos. Precediendo a la entrada de una carta que, por favor, ¡es tiernísimo! (Si resulta que el autor de este pereció en estos lugares me va a dar una lástima...), siguiendo por el encontronazo con Moltres (me hubieras puesto "GYAOOOH" en vez de "MOOOOL" cuando se despertaba y casi me creo que Red se perdió en Monte Ígneo entrando desde esta cueva), que, menudo señor, dando calor a las crías de las montañas y encima dando a Red ese diario. Me cae bien, y no porque sea solo un pájaro [?].
      (Also, esa cola de Pikachu está dura... casi casi pienso que ha provocado una muerte por hemorragia de trauma craneal).

      Y la camadería que tiene nuestro cuarteto de protagonistas. Sobre todo me encantó cuando encontraron a la niña y empezaron a jugar a ser piratas con ella para sacarla de la oficina. Right, creo que hubo una escena así cuando partíamos a Kanto, ¿cierto? Aunque esta vez mi sensación de Déja-Vù no ha saltado, porque me pareció tan tierna, tan cute, tan comfy que ni lo pensé. Also, ¿ese trato con los niños? Es muy tú.

      Buena cualidad para traer a tu pj, si me preguntas. Es raro ver protas que tratan a los niños como es debido en estos días.

      Ahora, finalizaría diciendo que a ver qué traumas se nos trae Silver y cuándo van a darse, pero estoy fallando en prever eso y... es posible que eso ya se haya dado (¿a no ser que se vayan a dar nuevos, o hayan algunos que no se hayan tratado, o va a tener que aceptar algunas cosas, o estoy quizá dando por presupuesto demasiadas cosas?). Then again... Kanto en HG/SS no es tan lineal, so...

      Bue. Yyyyy hasta aquí mi comentario. Solo para aclarar, though, me entretuvo lo suyo, y estaré pendiente de updates, a ver cómo se desarrolla esto. Cheerio~!

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      • Dr.Kaos
        Agente K.A.O.S
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        • dic
        • 9
        • algun lugar

        #4
        polemica administradora dice que son todos putos

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        • Tommy
          TLDR?/A tu vieja le gusta
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          • dic
          • 60
          • 🇦🇷 Argentina
          • Buenos Aires

          #5
          Kanto... Home. No, no, mi hogar tiene que ser Johto. Pero si Johto es mi hogar, Alma de Plata es uno de mis rincones favoritos de ese hogar, uno particularmente cálido donde la luz del Sol se filtra dócilmente a través de las cortinas de modo que los rayos no me quemen las retinas, sino que acaricien gentilmente mis párpados mientras me deleito con una de las historias más sensibles y bonitas y humanistas que alguien podría escribir en el marco de... peleas clandestinas de gallos glorificadas.

          Yo ya había atestiguado de primera mano tu descomunal evolución como escritora desde los primeros pasos en el fic original hasta las locuras casi didácticas y terapéuticas que te mandaste con los últimos compases del viaje de Lira por Johto (más precisamente las historias de cada E4 y la resolución de su encontronazo con Lance... ¡Sin resultados sexuales! ¡Yahooo!), además de haber leído otras cosas tuyas que probaban con creces lo cómoda que te desenvolvés entre las palabras. Leerte es como nadar en una pileta llena de agua fresca, se siente tan fácil y relajante y natural que en ningún momento sentís que te vayas a ahogar o a insolar. No sentís esa urgencia por llegar al final del capítulo, sino todo lo contrario: dan ganas de quedarse y que los párrafos se extiendan un poco más y presenciar nuevos giros en los acontecimientos y nuevas interacciones entre los personajes y nuevas revelaciones para los protagonistas.

          Claro que acá estamos empezando otra aventura, y no solo continuando la anterior, así que el tono con el que abriste este segundo gran acto del viaje de Lira, Carol, Silver y Eco (y no llores Eco, que te queremos pero te falta brillar; conformate con tu rol de Chatot o te degradamos a Squawkabilly) me parece perfecto para no saturar al lector ni atiborrarlo de emociones fuertes de entrada, sino más bien para crear esa sensación de reencuentro con amigos de la secundaria después de muchos años... ¡Y con el añadido de que no son deprimidos padres o madres solteros ni laburantes frustrados por el desencanto con la adultez! Acá se respira juventud, sense of wonder, esos aires de cambio pero también de familiaridad. Se siente tal cual el viaje en barco hacia Carmín, como la cosa más placentera del mundo.

          Aaaunque con matices. Porque sí, Kanto no representa solo cosas buenas y bonitas, al menos no para todos. Y me encantó que dedicaras un rato a meterte bajo las uñas de Silver y Carol (pero más de Silver, que es más intensito con todo que la de bigote rosado) y retratar su inquietud y nerviosismo de cara al reencuentro con el lugar que, mal que mal, terminó dejando profundas cicatrices en sus vidas. Y hay un paralelismo muy interesante entre cómo el capítulo parece partirse en dos bloques bien diferenciados que a su vez muestran las dos caras de la vida: esa carta cargada de amor por los pokémon, por la naturaleza, por la vida y... por el amor en sí mismo con la que abre AdP2, seguida por la crudeza salvaje y fría de los alrededores del Mt. Silver (qué apropiado que justo le hayan puesto Silver y no Gold, ideal para ser un punto clave de tu fic) donde Rojo y Pikachu se encuentran con mucho más que Moltres. Mientras que el segundo bloque tiene ese inicio todo PRECIOSO y cinematográfico (me imaginé los créditos superponiéndose a las escenas de las chicas cantando después de jugar un poco a Titanic con los Wingull volando y las olas rompiendo dulcemente contra la proa del S.S. Anne) y esa mini-aventura encontrando a la mocosa insoportable a la que POR SUPUESTO la súper pedagógica Lirita va a poner en su lugar de la forma más adorable posible. Y terminamos con la crudeza moderada en ese momento en el que su táctica de pirata mala falla porque la nena sigue portándose mal y se ve obligada a ordenarle Triturar a Feraligatr. Ahre oscura se ponía la cosa de golpe. Bueno no, termina con ese saborcito medio agridulce del reencuentro de los Ex Rockets con sus traumas del pasado.

          Porque aunque sos la escritora más luminosa que conozco, no te chupás el dedo (y menos ahora que la vida adulta ya te metió un par de golpes bajos en la boca del estómago) y sabés retratar este mundo de forma mucho más compleja que un cuadro idílico de niños felices y sorprendidos en un mundo lleno de criaturas mágicas y entrañables. Por cierto, me tomó por sorpresa el detalle con el que retrataste la vida en Mt. Silver y lo jodido que es ese lugar. Cosa que es propia de los juegos pero que va mucho más allá de ser simplemente un "mapa donde salen bichos en niveles muy altos porque lol post game", sino que retrata esos rincones del mundo donde los humanos no han podido reinar por sobre los pokémon, y donde la naturaleza pone en jaque incluso a los más fuertes creándose su propia cosmología en torno a los peligros que ahí conviven, desde el frío más extremo hasta las aves de fuego más terribles... Aunque, en realidad Moltres es un pancito de dios que anida recuerdos extraviados para mantenerlos cálidos y vivos bajo sus llamas eternas. Ay, pero qué bonito es. A ver si aprende Zapdos que no hace más que picotear cables en centrales abandonadas con tendencia a explotar.

          Lo único que te voy a criticar, y más a la gente que administra el S.S. Anne que a vos, es esa regla estúpida de que no pueden ir con pokémon fuera de sus pokébolas en el puto barco. ¡Estamos hablando de que hay una nena extraviada, posiblemente encerrada en el camarote de algún viejo sátiro, y los entrenadores certificados más fuertes de su región no pueden soltar un fucking Espeon para encontrarla en dos segundos con sus habilidades sensoriales y psíquicas ultra amplificadas! En fin, menos mal que Lira y Carol decidieron dejarse las barbas y bigotes y pudieron salvar el día una vez más.

          Encantado de volver a leerte querida, espero que siempre escribas a estos personajes con el mismo cariño y entusiasmo, porque es realmente placentero que eso trascienda las palabras y se respire con cada nuevo capítulo.

          PD: La canción posta es adorable, no tenía idea de que existiera ese cover y que justo ESA canción tan americana pudiera sonar tan bien en japonés.

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          • El_Rey_Elfo
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            • dic
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            #6
            KIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

            Holi.

            No me esperaba una continuación de Alma de plata, pero me alegra que haya una. Creo que es un inicio ligero y refrescante para comenzar esta nueva etapa, pero tiene de esos misterios misteriosos que tanto me gustan. ¿Quién es el que firma el principio? ¿Quién es S.? ¿Quién es ese? Claramente es en el pasado y nombra a ¿Delia, la mamá de Ash? Pero acá no hay un Ash, por lo que asumo que podría ser la mamá de Rojo, ¿entonces S. es su padre? Si mi teoría es cierta, esa es la razón por la que Rojo llora.

            Lo que me gustaba mucho de Alma de plata 1, era la forma en que le dabas una vuelta a varios sucesos del juego, que podían ser relevantes o no para la trama, para darle una coherencia para la trama de tu fic, ya sea para el argumento principal o sólo del capítulo de turno, y veo que acá eso se mantiene y me encanta.

            Una corazonada me dice que el que nombraras al team galactic y a sinnoh no fue simplemente para indicarnos que tu fic es parte de un mundo más grande. Algo planeas sobre eso, después de todo hay una evento en el juego muy relacionado a Sinnoh. Ya quiero ver qué cosas tramas y cómo lo unes con lo de Rojo.

            Besos.

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            • Sakura
              Polémica Administradora
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              ADMINISTRADOR
              • nov
              • 17

              #7


              Capítulo 1: Ciudad Carmín





              2/12/1993


              Querido diario:


              Es ahora cuando tengo algo de tiempo para escribir. He estado un poco ocupado esta semana y durante los siguientes días lo estaré todavía más porque se acerca Navidad y planeo hacerle algo especial a Delia, aunque ¡todavía no sé el qué! Podríamos escaparnos a Ciudad Azulona o podría convencer a alguien para que nos lleve al Monte Moon a ver a los clefairy bailar. Sé que a Delia no le gustan mucho, pero estoy convencido de que si ve a esos pequeños seres rosas bailar a la luz de la luna con la adorabilidad que les caracteriza ¡seré capaz de hacerle cambiar de idea! Ese es mi propósito y estoy seguro de que lo conseguiré.


              Como puedes observar, no ceso en mi empeño de demostrarle a la gente lo maravillosos que son los pokémon. Ayer estuve a punto de poder hablar con Samuel, pero recibió una llamada importante y no me pudo atender. Es normal, es un hombre importante, es difícil que tenga tiempo para alguien como yo. Eso no me molestó, lo que sí lo hizo fue la forma en la que me habló la mujer que estaba con él. Creo que es de Ciudad Verde, es rubia y siempre va de morado. Tiene una mirada que da miedo y es muy borde con todo el mundo, ¡pues no va y me dice que el profesor no está para perder el tiempo con un moñas como yo! ¡Habráse visto! ¿Quién se cree que es para llamarme moñas? Y como si le fuera a hacer caso a ella, ja, que va de entrenadora fuerte y todavía no la he visto conseguir nada. Se jacta de no haber perdido ningún combate desde que empezó su carrera profesionalmente, pero aquí no es que haya muchos entrenadores fuertes, así que es como si me jacto de que soy el mejor pintor de la región porque la competencia es malísima. Menuda tipa. No es que esté celoso de su tipo de vida, ¡para nada! ¿Salir de aventuras y estar rodeado de pokémon todos los días? Con lo bien que estoy en Pueblo Paleta con mi querida Delia.


              Ay, Delia. Si el profesor me acepta como asistente, ¿cómo te tomarás la noticia? Espero que tus ojos no pierdan ese brillo y seas capaz de entender mi anhelo, estoy seguro de que si me das la oportunidad seré capaz de hacer que les pierdas ese miedo irracional y podremos disfrutar juntos de viajes por la región acompañados por ellos. Sí, será en uno de esos en los que te proponga matrimonio, ya lo tengo todo pensado para ese día. Me aseguraré de que sea inolvidable para ti.


              Uy, me acabo de acordar de que tengo que ir a hacer unas compras y hoy el mercado cierra antes porque la dueña tiene que encargarse de un familiar. Creo que esto va a ser todo por ahora, ya te diré cómo van las cosas.


              ¡Hasta la próxima!


              S.




              <<Atención a todos los pasajeros, les informamos de que acabamos de llegar a Ciudad Carmín y podrán empezar a desembarcar en breve. En nombre de toda la tripulación queremos darles las gracias por haber viajado a bordo del S.S. Aqua. Esperamos que disfruten de su estancia en Kanto y cuenten con nosotros para sus próximos viajes. Que tengan un buen día.>>


              —¡Yuju! ¡Libre!


              Los pasajeros del ferry empezaron a bajar de este en cuanto abrieron las puertas y Lira fue de las primeras en hacerlo. La entrenadora alzó los brazos al cielo e inspiró la brisa salina de Ciudad Carmín, una que le revitalizó y le llenó de energía. Se dio la vuelta y esperó a que sus amigos salieran, pues ella se emocionó tanto en cuanto escuchó el anuncio por megafonía que fue corriendo a la salida sin fijarse en si le seguían.


              —Venga, venga. ¡Estáis hechos todos unos slowpoke!


              Carol intentó apresurarse para no hacerla esperar, todo lo contrario a Eco y Silver, que bajaron a su ritmo.


              —¿Qué prisa tienes? La ciudad no se va a ir a ninguna parte.


              —Ya lo sé, Silver, pero ¿no tienes ganas de ver lo que te ofrece?


              —Centro pokémon, tiendas, gimnasio, edificios… ¿Lo mismo que cualquier otra ciudad?


              —Mira que eres aburrido. ¡Vamos!


              Y con ese grito el grupo entró en el puerto. Al atravesarlo y llegar al otro lado pudieron salir a la pasarela marina que conducía a la ciudad, una cuyos edificios rojos daban a entender por qué se llamaba Carmín. Al grupo le recordó un poco a Ciudad Olivo por su proximidad al mar y los barcos que había apostados cerca de la pasarela, aunque una de las llamativas diferencias es que esta carecía de playa. Lira y Carol se adelantaron para admirar mejor las calles, cuyas aceras eran de color naranja claro.


              —Vaya. Veo que quienes construyeron la ciudad tenían una gama de color favorita —señaló la oriunda de Pueblo Primavera.


              —Una vez escuché que cuando el sol se pone toda la ciudad se vuelve de color carmín. ¡Hasta el cielo y el agua! ¿Crees que le pusieron el nombre por eso? —preguntó Carol mientras alzaba la mirada con aire contemplativo.


              —¿Se llamará Ciudad Carmín porque es carmín o la alzaron así para ponerle ese nombre a propósito? ¡Eco! ¡Necesitamos tu inteligencia para resolver este enigma! Es como esos que tanto te gustan. ¿Qué fue antes, el huevo o el pokémon?


              —¡Shh! No hace falta que grites —respondió el joven mientras miraba, avergonzado, cómo un par de viandantes se les quedaba mirando. Le pareció oír que uno de ellos susurraba <<estos chicos de Johto…>>—. Y no lo sé. Si hay una biblioteca tal vez podamos…


              —Vale. ¡Vamos al centro pokémon!


              —¡Oye! ¿Por qué me preguntas si me vas a cortar a mitad de contestación?


              Su queja no fue escuchada por quien quería, solo por Silver, que se acercó a él a paso lento para que no pudieran relacionarle con ella.


              —Ya está en modo hiperactivo. Cuando está así es imposible que se comporte como alguien normal.


              —Qué me vas a contar. Llevo toda la vida sufriéndola… —se lamentó Eco en un suspiro—. En fin, será mejor que no nos quedemos muy atrás, que al final las vamos a perder de vista.


              Tras un buen par de minutos el grupo consiguió llegar a su destino, que se encontraba al norte, al lado de la salida de la ciudad. Observaron que frente a él había un edificio que destacaba del resto por tener el tejado verde, así que hicieron una nota mental para ver de qué se trataba. Cuando entraron en el centro se acercaron al mostrador y le pidieron a la enfermera Joy un folleto de la ciudad para saber qué podían ver en ella y dónde se encontraba el gimnasio.


              —Parece que el gimnasio está delante, a un par de metros, y lo más importante de aquí es el club de fans de pokémon, que es el edificio de tejado verde que hemos visto antes. ¡Suena interesante!


              —A ti todo te parece interesante, Li.


              —¿Y eso es un crimen?


              —No, pero puede ser molesto si la gente no para de mirarte…


              —Hola, chicos. Veo que habéis llegado bien, me alegra teneros de visita en Kanto.


              Los cuatro se dieron la vuelta para identificar al dueño de la voz que había cortado la oración de Eco. Dicho joven fue quien más molesto se mostró por la interrupción y quien más se sorprendió al ver a su interlocutor.


              —P-profesor…


              —¡Profesor Oak! ¡Cuánto tiempo!


              Frente a ellos se encontraba la mayor eminencia en pokémon de la región de Kanto, el ídolo de cualquier aspirante a investigador, por eso no es de extrañar que los ojos de Eco se convirtieran en dos constelaciones plagadas de estrellas. Carol le dedicó una amplia sonrisa, Silver asintió en su dirección y Lira se acercó a él.


              —¿Qué tal? ¿Cómo ha estado?


              —Muy bien, ocupado, como siempre. Entre investigaciones, programas de radio y demás no tengo tiempo para aburrirme, pero me apetecía darme un pequeño descanso para daros la bienvenida como corresponde, que Elm me ha chivado que veníais hoy y me apetecía daros un regalo.


              —¿A qué se refiere?


              El profesor les hizo un gesto para que se acercaran a una mesa en la que no había gente cerca. Fue entonces cuando los jóvenes se dieron cuenta del maletín que llevaba, uno que dejó encima del mueble y que abrió con sumo cuidado, como si dentro llevara un tesoro.


              —Adelante. Escoged a vuestro próximo nuevo amigo que os acompañará en esta maravillosa región.


              El grupo quedó sorprendido al ver que el maletín contenía cuatro pokéballs y Lira no pudo reprimir un grito cuando vio que no estaban vacías. Dentro de cada una había un pokémon, un nuevo compañero para cada miembro del grupo. Sus ojos y los de Silver comenzaron a brillar como los de Eco segundos antes y los dos se quedaron absortos mientras analizaban cuál sería la mejor elección.


              —¿Quién debería ser el primero en elegir? —preguntó Eco con cautela, pues no quería que eso desembocara en una pelea, pero tampoco quería esperar horas hasta que algunos de los dos tomara una decisión.


              —¿No está claro? —dijo Lira mientras miraba a Carol— Nosotros ya hemos pasado por este proceso. Deberías ser tú, Carol.


              —¿Eh? ¿Yo?


              —¡Pues claro! Nosotros ya elegimos a nuestro inicial en su momento, ya vivimos esa emoción, así que sería un crimen robarte la oportunidad de vivir esta experiencia.


              —Pero si yo no…yo no… Agradezco el gesto, pero creo que deberíais ser tú o Silver porque sois los entrenadores y yo no tengo ni idea de quién será el mejor.


              —Nadie tiene ni idea al principio, pero eso es lo bueno, ¡que no hay una elección mejor que otra! Lo lejos que llegue tu pokémon dependerá de cómo lo trates.


              —Bueno, en ese caso…


              Las palabras de Lira no calmaron del todo a Carol, pero al menos le animaron a dar un paso al frente. Podía ver, gracias a la mitad superior translúcida de la pokéball, las criaturas que aguardaban dentro de ella. El orden era, de izquierda a derecha, pikachu, bulbasaur, squirtle y charmander. Se fijó en los cuatro, leyó la pequeña placa que tenían delante en la que ponía el nombre, el tipo y poco más, y se decantó por un detalle tan nimio que prefirió, al menos por el momento, guardarse el motivo de su elección para ella.


              —Elijo a pikachu.


              La cola de dicho pokémon terminaba en forma de corazón, lo cual le pareció adorable a más no poder. La ratita estaba durmiendo plácidamente y parecía tan cómoda que le supo mal agarrar la pokéball, pero el profesor Oak le aseguró que no había ningún problema, así que lo hizo. Pasó el pulgar por encima del botón de la cápsula y lo apretó, lo que hizo que esta creciera y liberara al ser de su interior encima de la mesa. Pikachu bostezó y se desperezó antes de mirar a quien le había llamado. Carol le sonrió tímidamente mientras le saludaba con la mano.


              —Hola.


              —¡Pika!


              Pikachu se acercó a la investigadora y restregó su mejilla contra la de ella. Carol rio al sentir las cosquillas que le generaba la electricidad estática y enseguida sintió cómo un torrente de bienestar recorrió su cuerpo. Abrazó a su nueva amiga y se quedó más tranquila al ver que la tipo eléctrico estaba contenta con ella.


              —¡Genial! Pues yo elijo a charmander —exclamó Lira mientras se hacía con la pokéball de dicho pokémon ante la mirada atónita de Silver, quien se había distraído con la tierna escena de la primera elección de Carol.


              —¡Oye! ¿Por qué eliges tú antes que el resto?


              —¡Entonces yo elijo a bulbasaur! Seguro que sus lianas me ayudan a alcanzar plantas y todo tipo de objetos necesarios para mis investigaciones.


              —Hala, el otro. Gracias por dejarme elegir, eh. Menudo alarde de compañerismo acabáis de hacer, bellacos.


              Silver se acercó con fastidio al maletín en el que solo quedaba la pokéball de un squirtle. <<De nuevo como al principio>> se dijo mientras rodaba los ojos y recordaba que tampoco había elegido a su primer compañero en el sentido estricto de la palabra. Robó del laboratorio del profesor Elm la última pokéball que quedaba y ahora se había vuelto a quedar con las sobras. Con lo ágil que era siempre él, ¿cómo se había podido despistar de esa forma?


              —¡Sal, charmander!


              —¡Adelante, bulbasaur!


              Un pokémon bípedo de color naranja y con fuego en la cola y otro cuadrúpedo, verde y con un bulbo en la espalda aparecieron al instante. El primero le sonrió a su nueva entrenadora y giró sobre sí mismo para lucirse, aunque perdió el equilibrio y trastabilló un poco hacia atrás. No llegó a caerse, pero tuvo la mala suerte de que el fuego de su cola rozara las piernas del bulbasaur, a quien no le gustó esa sensación. El tipo planta se encaró al tipo fuego y sacó dos lianas de su espalda para sostener al charmander en el aire, quien empezó a lanzar ascuas a diestro y siniestro para intentar liberarse.


              —¡Ay! ¿Qué hacéis? ¡Charmander, para!


              —¡Bulbasaur! ¡Esa no es una forma muy científica de usar tus lianas!


              Mientras Lira y Eco intentaban controlar a sus pokémon, el squirtle salió de su pokéball sin que nadie se lo pidiera. Silver vio con curiosidad cómo el tipo agua cogía aire antes de expulsar un potente pistola agua en dirección a los otros dos pokémon. Eso les bajó los humos y al instante el bulbasaur liberó a charmander y se quedaron quietos.


              —Veo que tú eres el encargado de mantenerlos a raya, ¿eh? —dijo el pelirrojo.


              —Squi…


              Squirtle suspiró como si llevara el peso del mundo en sus hombros. Se notaba que no era la primera vez que hacía algo así, lo que le sacó una pequeña sonrisa al pelirrojo. Tal vez no había sido tan malo que el azar hubiera decidido juntarles.


              —Entonces nos llevaremos bien. Tenemos roles similares.


              En cuanto vio que todos habían quedado contentos con su elección, el profesor cerró el maletín y carraspeó un poco para centrar la atención en él, porque todavía le quedaba algo más que darles antes de irse.


              —Me alegra que estéis haciendo buenas migas tan rápido. Antes de que se me olvide, Lira, necesito que me dejes tu pokédex para que pueda hacerle un par de ajustes.


              —Voy.


              —La actualizaré a la última versión para que se convierta en una pokédex nacional y puedas registrar datos de los pokémon de Kanto. En cuanto a vosotros, Eco y Carol, he hablado con Elm y me ha dicho que os ha pedido que le ayudéis en una de sus investigaciones. ¿Es eso cierto?


              —¡Así es! —exclamó el oriundo de Pueblo Primavera mientras el pecho se le llenaba de orgullo— Ya que vamos a viajar con Silver y Lira, nos ha pedido que sigamos indagando sobre la cuestión de si el vínculo entre personas y pokémon puede mejorarse con las pokéballs o si estas no tienen ninguna influencia.


              —Interesante. Es cierto que le he oído hablar alguna vez sobre el tema y, por lo que tenía entendido, había conseguido recabar mucha información al respecto.


              —Sí, pero como no puede abandonar el laboratorio no ha tenido la oportunidad de hacer investigaciones de campo y es ahí donde entramos Eco y yo. Quiere que le ayudemos a confirmar o desmentir sus hipótesis.


              —En ese caso ¡tenéis una labor muy importante! Estoy seguro de que estaréis a la altura de la empresa, es por eso que me gustaría ayudaros dándoos un poco de información. Los investigadores tenemos que ayudarnos entre nosotros, ¿no creéis?


              Eco y Carol asintieron. Ambos estaban tan emocionados por no solo ser capaz de hablar con alguien de la talla del profesor Oak, sino de ser asistidos por él, que no querían hacer nada que le pudiera interrumpir. Lira y Silver les miraron con afecto, contentos de que sus amigos tuvieran la oportunidad de crecer en sus respectivos campos.


              —A lo mejor lo habéis visto, pero en cuanto salgáis del centro pokémon encontraréis a mano derecha un edificio con un tejado verde. Esa es la sede del club de fans de pokémon de Kanto y, como su nombre indica, ahí encontraréis a multitud de personas amantes de estas maravillosas criaturas que os pueden contar anécdotas que os ayuden en vuestra investigación. No tengáis miedo en preguntarles, les encanta hablar sobre pokémon y estarán encantados de responder todas vuestras inquietudes.


              —¡Qué útil! Muchas gracias, señor. Carol y yo iremos a echar un vistazo enseguida.


              Los dos investigadores hicieron una reverencia para enfatizar su gratitud, una que sus nuevos compañeros pokémon imitaron y a la que Oak respondió moviendo una mano de forma modesta.


              —Como he dicho antes, lo normal es ayudarnos entre nosotros. Estoy deseando escuchar qué descubrís al respecto. Las relaciones entre humanos son complicadas y algo me dice que las relaciones entre nosotros y pokémon no lo va a ser menos —Cuando terminó de hablar a los investigadores, Oak se dirigió al par de entrenadores—. Supongo que vosotros querréis enfrentaros al líder de gimnasio de esta ciudad. Es el teniente Surge, uno de nuestros militares más capaces. No es por meteros miedo porque en el fondo es un buen tipo, pero notaréis en vuestras carnes lo que implica enfrentarse a un militar veterano. Nunca se ha saltado ningún entrenamiento, ya estuviera enfermo o hubiera algún evento importante en su vida, así que prepararos bien antes de ir a verle.


              Esas palabras, lejos de amedrentarles, hicieron que a Silver y a Lira les entraran más ganas de retarle. Ambos se miraron con una pasión compartida y asintieron, decididos a conseguir su primera medalla de Kanto costase lo que les costase.


              —¿Tiene algún consejo que pueda darnos, profesor?


              —Uy. Yo consejo sobre combates, pocos, aunque creo que lo primero que deberíais decidir es si queréis llevar a estos iniciales en el equipo que arméis para viajar por Kanto o preferís ir con el que tenéis ahora.


              —¿Cómo?


              En cuanto Lira hizo esa pregunta se dio cuenta de a lo que se estaba refiriendo el profesor. Los entrenadores solo podían llevar a un máximo de seis pokémon con ellos en sus viajes, una cantidad que tanto ella como Silver ya tenían. Estaba claro que los dos querían viajar con sus nuevas incorporaciones, pero eso implicaba dejar atrás a un amigo y eso era algo que no les iba a costar poco hacer.


              —Podéis ir rotando —intervino Eco cuando vio la indecisión en el rostro de sus amigos—. No hace falta que tengáis que desprenderos de uno para siempre. Podéis elegir dejar a uno en el PC ahora y cambiarlo por otro más adelante.


              —Hablas sobre los pokémon de una forma tan fría… ¡Como si fueran objetos que podamos abandonar como si nada!


              Eco no supo qué responder ante la respuesta indignada de Lira, una ante la que Silver negó con la cabeza. Compartía el sentimiento, no la forma de expresarlo.


              —No te alteres. Chatot solo ha querido hacer esto más fácil para nosotros. Vamos a pensar qué hacemos ahora.


              —Eso, solo he querido… Espera, ¿cómo me has llamado?


              Feraligatr, Ampharos, Togekiss, Ninetales, Espeon y Dragonair por un lado. Meganium, Sneasel, Gengar, Golbat, Alakazam y Magneton por otro. No era una elección fácil, así que los tres investigadores decidieron salir del centro para dejar a los entrenadores solos y que pudieran tomar esa decisión con tranquilidad.


              —Me gustaría quedarme un rato más, pero me temo que he de irme ya. ¿Hay algo más que queráis decirme o preguntarme?


              —No. Nada más, profesor. ¡Muchas gracias por su ayuda!


              —Encantado, Eco. Mantenedme al tanto de vuestra investigación, Lira tiene mi número y os doy permiso para que se lo pidáis. Espero que nos volvamos a ver más pronto que tarde.


              Con esas palabras el profesor se despidió antes de perderse entre el gentío. Era mediodía y la ciudad, aunque no tenía tanto movimiento como una capital, estaba rebosante de energía. Tal vez que hiciera sol animaba a que se respirara buen humor, Bulbasaur estaba radiante y a Pikachu también le alegraba sentir ese calorcito agradable.


              —Conociéndola como la conozco, seguro que le va a costar desprenderse de uno de sus pokémon y va a crear un drama lleno de despedidas, abrazos y lágrimas.


              —¡Pero es lógico! Ha pasado tanto junto a ellos…


              —¡Sí! ¡Si no digo que no! Y también va a ser algo duro para Silver. A lo que quiero llegar es a que estoy seguro de que van a tardar y luego irán directos al gimnasio o a entrenar un poco, irán a lo suyo, así que ¿te parece bien que también vayamos a lo nuestro y visitemos el club de fans?


              Estaba claro que Eco quería ponerse a recabar información cuanto antes, sus ojos le delataban. Consiguió contagiarle las ganas a su pokémon, quien extendió una liana hacia el tejado verde y gritó lleno de alegría. Carol se tuvo que pensar la respuesta, le sabía mal dejar a Silver colgado, pero sentía mucha curiosidad por saber qué encontrarían allí. Además, con tanta gente amante de los pokémon en un mismo sitio estaba segura de que obtendría un montón de consejos sobre cómo cuidar a su pikachu, quien la miraba con la sonrisa más bonita que había visto en mucho.


              —Vale. Les voy a enviar un mensaje para que sepan donde estamos.


              —¡Genial! Entonces vamos. No tenemos ni un segundo que perder —exclamó mientras señalaba con el índice hacia adelante—. ¡Por la ciencia!




              Lance era consciente de que el Monte Plateado no era conocido por su buen clima, aun así le parecía que este era peor cada vez que volvía. Se envolvió con su capa y ahogó en ella un par de maldiciones mientras se forzaba a andar en contra del viento y de la nieve. La ruta se estaba volviendo casi impracticable.


              <<A este paso tendré que dar media vuelta dentro de poco.>>


              Y eso hizo. El riesgo era demasiado alto, si continuaba podía sufrir un accidente o un ataque de un pokémon salvaje sin darse cuenta hasta que fuera demasiado tarde porque ahí los pokémon no rugían y luego atacaban, ahí iban directos a por su presa.


              Esa era la parte de ser entrenador que la mayoría de la población desconocía, que la de los padres que dejan que sus hijos de diez años salgan a ver mundo no veían porque ya se encargaba la Liga de eso. Solo se habla del Monte Plateado en Johto y Kanto cuando sus habitantes se acuerdan de que existe o cuando lo ven a lo lejos, en el horizonte, y se convierte en el tema de conversación principal durante los cinco minutos que se tarda en hablar de algo que resulta más interesante. Hubo una época en la que no fue así, en la que se colaboró con los medios para concienciar a la gente de la peligrosidad de ese sitio y se le pedía a los ciudadanos que no lo escalaran bajo ningún concepto. Sin embargo, el ser humano es curioso por naturaleza, la misma naturaleza que le empuja a hacer lo que le están diciendo que no puede o debe, pensando siempre que las desgracias le pasarán al prójimo y no a uno mismo. Hasta que te encuentras frente a las fauces de un ursaring, literalmente, y te das cuenta de que no tienes escapatoria y de que, tal vez, solo tal vez, algo de razón había en esas prohibiciones.


              A Lance no supo si alegrarle o preocuparle el descenso de accidentes en el Monte Plateado desde que la Liga acordó que se dejara de hablar sobre él. Llegaron a la conclusión de que las prohibiciones solo alentaban a los más aventureros a explorar, así que prefirieron guardar silencio y gastar ese presupuesto en crear un puesto de vigía imponente que controlara el acceso principal. Si por él fuera, habría vallado toda la montaña, pero esta era tan grande que semejante empresa se veía imposible. Además, había otros temas más importantes en los que invertir el dinero de la Liga.


              —¡Char!


              Su charizard dio un par de gritos de advertencia para intimidar a los posibles pokémon que les pudieran estar aguardando en la cueva que les llevaría a la salida de la montaña. Lance se abrazó a él durante unos segundos, los que tardó en sentir que su temperatura corporal volvía a ser aceptable, y se dirigió raudo a la salida. Hoy no había encontrado nada, por eso quería pensar que al final de la ruta que no había podido terminar tampoco lo habría, pero nada ni nadie le aseguraba que fuera así. De todas formas, si algo le estaba esperando lo más probable es que no tuviera vida y, si la tuviera, era consciente de que en vez de una la montaña se cobraría dos vidas.


              <<Cada uno toma sus propias decisiones en la vida. Esto no es malo ni bueno, simplemente implica que si tienes el derecho de elegir lo que quieres hacer, tienes el deber de enfrentar las consecuencias de dicho acto.>>


              Las palabras que su abuelo tantas veces le había dicho de niño le resonaban en casos como ese. Hacía años que los miembros del Alto Mando se turnaban para vigilar el Monte. Rotaban cada semana e iban un día para ayudar a los posibles entrenadores extraviados. Si alguno pasaba por el centro pokémon de la base, la enfermera Joy de turno les avisaba enseguida para prevenir una catástrofe, razón por la cual muchos evitaban pasar por ese establecimiento. Tanto Lance como el Alto Mando sabían que la suya no era una tarea muy útil, lo único que lograban rescatar era un par de pertenencias y poco más, pero es cierto que muy de vez en cuando se encontraban con algún suertudo que había logrado aferrarse a la vida esperando ayuda. Por eso, mientras pudieran salvar aunque fuera a una persona, seguirían patrullando la zona.


              <<Espero de corazón no tener que recoger nunca algo tuyo, chaval.>>


              Le dedicó ese pensamiento a lo alto de la montaña, donde sabía que moraba Rojo. Ese chico de Pueblo Paleta que se ganó el corazón de toda Kanto con su silenciosa presencia y amor hacia los pokémon. El domadragones tenía que conocer todavía a alguien como él, alguien con esa habilidad y capacidad de conectar con los pokémon. Tal vez era esa característica la que le permitía seguir viviendo después de tres años ahí, donde la mayoría de los que intentan llegar a la cima no pasan de los primeros metros de altura.


              —¿Hay noticias?


              Por fin logró llegar al centro pokémon de la base, lo que le dio la sensación de que abandonaba el frío infierno para adentrarse en el cielo. No pudo contener un escalofrío de placer al notar el gran contraste de temperatura, lo que sí pudo fue controlar el temblor de su voz.


              —Su pikachu solo ha bajado una vez esta semana, pero parece que está bien, como siempre. Además de él no ha entrado nadie más.


              Asintió mientras inspeccionaba con interés la cara de la enfermera. Sonriente y amable, así es como tenían que ser todas por protocolo para transmitir calma a los entrenadores, pero no era lo mismo ser enfermera en un pueblo que ahí, por eso que los requisitos eran distintos. Las enfermeras del Monte Plateado rotaban mensualmente y debían tener conocimientos de pokémon ranger y ciertas habilidades físicas, unas que les permitieran huir lo más rápido posible al sótano de seguridad en caso de que un pokémon salvaje decidiera entrar; además, debían saber operar tanto a pokémon como a humanos en caso de que alguno sufriera un accidente de vida o muerte. Por supuesto, el sueldo era mucho mayor, pero el domadragones se preguntó hasta qué punto el dinero era capaz de compensar la posibilidad de perder la vida en cualquier momento. Él estuvo a punto de proponer cerrar ese centro varias veces si no fuera porque Rojo lo visitaba de vez en cuando y era la única forma que tenían de saber que estaba bien.


              —¿Quiere comer algo? No tenemos mucha variedad, pero si tiene hambre…


              —Estoy bien. Gracias.


              Le regaló una sonrisa que esperó que mitigara la dureza de su voz. Normalmente no usaba tonos tan bruscos, pero los acontecimientos de los últimos días estaban poniendo a prueba la capacidad de mantener su bien cuidada fachada.


              —Como usted diga, señor.


              —¿Has repasado la ruta de evacuación?


              —Lo he hecho tantas veces que mi cuerpo recuerda los movimientos. Si ahora mismo entrara un rapidash por esa puerta, puedo asegurarle que mis piernas se moverían antes de que yo supiera lo que está pasando.


              El sótano de seguridad contaba con un pasillo que conectaba directamente con la recepción de la Liga, de forma que las enfermeras no tenían que entrar en la montaña para ir y salir de su puesto de trabajo. Lance tamborileó con sus dedos el mostrador al quedarse satisfecho con la situación y asintió.


              —Muy bien. Si pasa algo ya sabes donde está el botón rojo. Que tengas una buena semana.


              —Igualmente, señor. Gracias por su preocupación.


              Es el mismo pasillo que el domadragones decide usar para volver, porque no le apetecía nada salir otra vez. Bajó las escaleras y emprendió el camino de vuelta con Charizard siguiéndole de cerca, contento de volver a casa, una alegría que le preocupó no ver reflejada en el rostro de su entrenador. Lance le dedicó el intento de una sonrisa seguida de un movimiento de cabeza tan brusco como el tono que había empleado con la enfermera minutos antes lo que, lejos de tranquilizar a su pokémon, hizo que se preocupara más. Como el pasadizo se iba estrechando por momentos, Lance decidió guardarlo en su pokéball para que no estuviera incómodo.


              —Buenos días, señor.


              El guarda que velaba la entrada y salida del pasillo le dio la bienvenida realizando un saludo militar ante el que Lance solo asintió. Era en momentos como ese en los que agradecía que los empleados de la Liga estuvieran acostumbrados a verle tan a menudo y que apenas hubiera entrenadores en la recepción, porque no le apetecía hablar con nadie ni tener que ponerse a firmar autógrafos, por eso fue raudo a sus aposentos. Los suyos y los del Alto Mando se encontraban en la segunda planta del edificio y solo se podía acceder a ellos subiendo unas escaleras que había tras puertas camufladas en las salas de combates. Para entrar no solo tenías que saber dónde estaban las puertas, sino el escáner de retina que únicamente dejaba pasar a los moradores, por lo que no cualquiera podía acceder. Lance entró en el cuarto de combate de Mento y se acercó al escáner que tenía más cerca; al hacerlo, sonó un pitido que hizo que un trozo de pared se deslizara hacia un lado y dejara al descubierto un tramo de escaleras ascendente. Lance las subió y cuando llegó arriba siguió andando recto hasta llegar al final del pasillo, donde estaba su habitación.


              <<Por fin. Tranquilidad y calor…>>


              —¿Has comido?


              Para su sorpresa, cuando abrió la puerta no le recibió el silencio que esperaba, sino la voz de un hombre. El salto que dio fruto del susto le habría resultado gracioso a él mismo en otras circunstancias, por desgracia, en ese momento no tenía ganas de reír. Todavía no lo había localizado, pero sabía que se trataba de Koga.


              —No.


              —Deberías.


              Aunque encendió la luz, fue incapaz de ver al ninja hasta que él decidió salir de su escondite. Lo hizo mirando de arriba abajo a su compañero con una expresión que obligó a Lance a mirarse a sí mismo, lo que le dio la impresión de que su traje le venía un poco más grande de lo normal, algo que confirmó al tirar de los pliegues de este. Nunca había destacado por ser un hombre corpulento y cuando sufría situaciones estresantes lo primero que se le iba era el hambre, por lo que adelgazaba rápido.


              —En fin, no he venido a hacer de padre, que ya tengo bastante con mi hija. Cintia ha llamado.


              —¿Otra vez?


              No era la primera vez que la campeona de Sinnoh intentaba ponerse en contacto con él durante esos días. El avistamiento de varios grupos de personas sospechosas seguido del secuestro del director de la central del Valle Eólico eran sucesos que sabía que la tenían ligeramente preocupada, pero la conocía lo suficiente como para saber que podía apañárselas por su cuenta. Al fin y al cabo, se trataba de la Campeona más fuerte de todos, por eso si tenía tantas ganas de hablar con él era porque algo grave estaba pasando, por eso desbloqueó su teléfono y fue directo a llamarla…


              … hasta que vio que otra persona también había intentado ponerse en contacto con él.


              El quejido que profirió fue suficiente para hacerle saber a Koga que era mejor que abandonara la sala, así que eso hizo. Lance se pasó una mano por la cara antes de llamar a su prima, aquella a la que había prometido llamar en cuanto se levantara de la cama y cuya promesa no había cumplido.


              —Débora, soy un desastre.


              —No te preocupes. ¿Has comido?


              Tuvo que contenerse para no soltarle una contestación borde. Sabía que su prima se lo preguntaba porque estaba preocupada, no porque quería chincharle, pero no soportaba que los demás estuvieran tan pendiente de él. Le hacía sentirse como un niño incompetente. Si el hambre se le iba con el estrés, el mal humor aumentaba.


              —¿Cómo está?


              —Mejor, ya no le duele tanto la cadera. La fisio ha venido esta mañana y nos ha dicho que va a empezar la rehabilitación por la tarde. Puede que empiece a andar dentro de un par de días si todo va como tiene que ir.


              Por si tuviera pocas preocupaciones, su abuelo sufrió una aparatosa caída un par de días atrás. Sucedió de noche, iba a ir al baño y se resbaló con el agua de la maldita gotera que tenían pendiente de reparar. Débora se quedaba a dormir todas las noches con él para ayudarle en lo que hiciera falta, pero Ryuu no quería despertar a su nieta para que le asistiera en algo tan banal como ir al baño. <<Banal y un cuerno, no sabes la cantidad de personas mayores que se han caído por esa tontería>>. Pero Ryuu no era como el resto de personas mayores, hasta que lo fue y sufrió las consecuencias.


              —Shin ha venido a pasar unos días con élasí que estará bien cuidado.


              —No sé si será lo mejor que un anciano cuide de otro anciano.


              —¿Tienes una idea mejor, genio? ¿Contratamos a un asistente como la otra vez para que se ponga como un loco y lo eche porque no quiere que cualquiera entre en la guarida? ¿Dejas de administrar las dos regiones y te vienes aquí a cuidar de él durante vete a saber cuánto tiempo? ¿Abandonamos nuestros trabajos y hacemos que nuestros subordinados se apañen como puedan?


              Ahora era su prima la que suspiraba en un intento de liberar la tensión de su cuerpo. Aunque lo estaban llevando lo mejor que podían, los nervios se apoderaban de ellos de vez en cuando.


              —Perdón.


              —Perdóname tú a mí. No he sido empático. Una pregunta estúpida se merece una contestación estúpida.


              —Es porque los dos somos igual de estúpidos.


              A Lance le habría gustado reírse por la broma de Débora, de hecho la comisura de sus labios llegó a alzarse, pero el sonido no fue capaz de atravesar el nudo que tenía en la garganta.


              —Me alegra que la situación esté controlada. Si vemos que su estancia en el hospital tiene que alargarse ya hablaremos sobre lo que tenemos que hacer.


              —Lo mismo que estamos haciendo ahora.


              —No. No puedes pasarte casi todos los días encerrada ahí y Shin no es el reemplazo más adecuado.


              —Exagerado. Me da tiempo a cumplir con mis labores de líder y a hacer mis entrenamientos diarios y Shin está estupendamente. Tú no te preocupes y céntrate en lo que te tienes que centrar, ¿sí?


              Eso era algo complicado dadas las circunstancias, pero Lance no quiso seguir insistiendo porque sabía por experiencia que esas discusiones a lo único que llevaban era a perder tiempo. Se despidió de su prima no sin antes darle las gracias y se dio unos segundos de descanso antes de realizar su siguiente llamada. Se sentía un poco fatigado, así que decidió sentarse en la cama. Las sábanas rojas y el mullido colchón quisieron embelesarle para obligarle a tumbarse, pero él pudo luchar contra sus encantos. Con todo lo que tenía que hacer aquel día no podía arriesgarse a quedarse dormido, así que decidió llamar en cuanto antes a su colega.


              —Cintia.


              —Lance. Me avergüenza tener que recurrir a esto.


              La Campeona respondió a su llamada al instante. Seguramente llevaría todo el día esperándola.


              —¿Tan desesperada estás?


              El suspiro que escuchó al otro lado del teléfono no le resultó nada alentador.


              —Más que desesperada diría que estoy desconcertada. ¿Sabes por qué quiero hablar contigo?


              —Tengo una ligera idea, pero me gustaría que me contaras los detalles.


              —Está bien. Ya estarás al tanto del extraño grupo que ahora ronda por Sinnoh. Este grupo sabe moverse, la policía no es capaz de seguirle el rastro y tenemos que recurrir a los testimonios de la población para intentar seguirles la pista. Algunos resultan útiles, pero otros muchos son falsos y buscan o bien despistarnos o bien hacerse con alguna recompensa. Ya están nuestros mejores investigadores en el caso, pero dado que vosotros tuvisteis que lidiar con el Team Rocket hace poco he pensado que a lo mejor podríais ayudarnos compartiendo información sobre su modus operandi.


              Lance no pudo evitar morderse el labio inferior al escuchar las palabras de Cintia. Se hizo un poco de sangre porque los tenía muy secos después de estar tanto tiempo expuesto al frío, pero se los relamió de forma inconsciente para quitársela y no le dio más importancia. No podía negar que había algunas similitudes en ambos grupos a la hora de actuar, pero tenía que estar seguro del todo antes de hacer nada.


              —¿Por qué sospechas que puede tratarse de algo más que de un par de gamberros?


              Se hizo el silencio al otro lado de la línea hasta que el sonido de un par de papeles lo rompió. Se imaginó a Cintia sentada en su despacho rodeada de documentos cuidadosamente escritos, los cuales detallaban con una caligrafía impecable los resultados de sus investigaciones.


              —Porque un par de gamberros no secuestraría al director de la central que resulta ser nuestro principal suministro de energía para pasar la tarde. Lo he hablado con Lectro y me ha dicho que quien quiera que averiguara la forma de desactivar los mecanismos de seguridad que custodian la entrada y su despacho es un cerebrito como mínimo. Estoy segura de que hay una mente brillante detrás de todo esto y está esperando a ganar más fuerza para hacer algo mayor. Quiero detenerlos antes de que sea demasiado tarde, ¿tienes algún consejo que puedas darme?


              ≤<¿Tu abuela es capaz de tener visones?>> pensó irónicamente, puesto que fue gracias a las visiones de Ryuu que pudieron tener una ligera idea de por dónde empezar. Estuvo a punto de gastarle esa broma, pero pensó que a lo mejor su amiga no se la tomaría bien así que decidió dar una respuesta más profesional.


              —Voy a pasarte toda la información que pueda. Dame un tiempo para organizar todo lo que tenemos sobre los actos del Team Rocket y me pondré en contacto de nuevo en breves.


              —Vale. Muchas gracias, Lance.


              Y con eso ella colgó sin dar oportunidad de tener una conversación banal. Ni un <<¿cómo estás?>> o <<¿cómo está tu familia?>> aunque ambos sabían que iban a responder lo mismo. <<Bien, tirando>>. Eso solo enfatizaba el carácter práctico de la Campeona: si no tenía tiempo libre, no iba a perderlo en cuestiones superficiales cuando podría estar ayudando a su región.


              Al finalizar la llamada el silencio se hizo de nuevo en su cuarto y este le ayudó a pensar. A pensar en su siguiente paso, a pensar en cómo podría ayudar a Sinnoh, a pensar en lo que había pasado en Kanto y a pensar en que su abuelo estaba en el hospital y todavía no había ido a verle. Cuando sintió que su mente estuvo a punto de colapsar se levantó de golpe y se palmeó las mejillas. No podía sucumbir, todavía tenía mucho que hacer y empezaría por visitar a quien pensaba que podría arrojar un poco de luz sobre el asunto que atribulaba a Cintia.
              ​​​​​

              Comentario

              • Tommy
                TLDR?/A tu vieja le gusta
                SUPAR PRUEBA
                • dic
                • 60
                • 🇦🇷 Argentina
                • Buenos Aires

                #8
                No sé si sea por el formato de alternar en cada capítulo al menos dos frentes distintos (en este fueron tres, sin contar la ya habitual carta introductoria de S...alamence el romántico empedernido), pero me quedé con la sensación de haber visto el episodio de una serie occidental. Viste que es mucho de las series modernas desarticular las narrativas de sus episodios en distintos personajes que viven diferentes aventuras, hasta que todo termina confluyendo eventualmente. Es cierto que ya lo hacías en el primer fic desde bastante temprano con la aparición de Carol y su trama paralela al viaje más inocentón de Lira, pero acá lo sentí todavía más resaltado quizás porque quedaron recontra abiertas las distintas tramas.

                Empezando por el pasaje del diario íntimo, me gustó esa mención/cameo a Agatha, porque sí o sí tiene que ser esa vieja bruja, a mí no me engañás esta vez. ¿Estoy mal por empezar a sentir que quien escribe estos diarios es un poquiiito creepy? Seguro que tengo que recontra conmoverme y enternecerme de lo tipazo que es, pero la gente que habla del olor del pelo de otras personas es un poco turbia para mí, seguro que por esa escena del tipo en el ascensor de Destino Final 2. El de los garfios. ¡No, no tiene nada que ver con ser pelado! No pienso instaurar una cruzada anti cabello-portantes porque eso no estaría de pelos. Supongo que es menos creepy si lo hacés refiriéndote al amor de tu vida con el que estás felizmente... planeando una boda y contándoselo a un diario íntimo. ¡Ay, son tan de moñas esas cosas! Sí, acabo de aprender qué significa "moñas" googleándolo porque no entendía narinas. Igual todo lo del tipo oliéndole el pelo a Delia pasó en el prólogo y no ahora, pero me puse a releer las dos cartitas para terminar de asentar mis sensaciones sobre lo que cuenta este tipazo enamorado de la vida que seguro no se parece en nada a...



                ¡Pero bueno! Basta de hatear a los hombres sensibles y deconstruidos y pasemos al cuarteto dorado de Johto que... ¡¿Qué?! No sé por qué ignoré completamente el hecho de que obviamente se les iba a aparecer Oak para darles iniciales de Kanto. Me tomó por sorpresa y fue una gratísima, que llevó inmediatamente a uno a pensar... ¿Cómo se lo van a tomar Lira y Silver cuando tengan que SACRIFICAR A SUS POKEMON ORIGINALES EN POS DE OTROS NUEVOS MAS REFACHERITOS? Ahre oscuro se ponía el gil. No pero en serio, era obvio que iba a ser duro para los dos pero... ¿No se pasó un poco Lira con su reacción? Me pareció un poco intensita de más, no es como si realmente fueran a ser sacrificados o como si corrieran riesgo de quedar atrapados en las PCs hasta convertirse en horribles digimones con tetas y jeans de cuero llenos de cinturones por doquier y armas gigantes. Ya quisieran varios acá que el fic tomara esos derroteros. e.e

                Y hablando de reacciones intensas... La de Lance me gustó bastante más. Verlo fuera de control y empezando a sentirse superado por sus responsabilidades y por su vida personal es genial, y el detalle de su abuelo con una potencial rotura de cadera (y el que haya tenido abuelos con "caídas" sabe cómo terminan el 99% de las veces, por muchos poderes místicos y ancestrales de dragones que tenga el viejito en sus genes) y su prima diciéndole como quien no quiere la cosa que baje un cambio a su workaholismo y le de bola a su familia. Que parece de a ratos que elije adentrarse en esa montaña peligrosísima donde no pasa nada (o nada bueno, al menos) para esquivar la realidad de que está por perder a su abuelo. Pensándolo bien... Capaz aliarse con la campeona de Sinnoh en esta nueva aventura anti-galácticos le convenga para conocer a cierto legendario capaz de manipular el tiempo a su antojo. Si le cae bien al dragón del tiempo, en una de esas le rejuvenece al abuelo para tenerlo a su lado un tiempo más. Sí, esto suena a historia de origen de un villano retorcido, no me hagas caso, Lance es un tipazo... kind of.

                Me dieron pena los empleados del CP y el puesto de vigilancia en el Mt. Plateado, la verdad. No solo Lance les respondió medio brusco y seco, sino que hasta nos contás que propuso la idea de DEJARLOS SIN TRABAJO con tal de no correr el riesgo de que los... envista un Rapidash. Perdón, ya sé que es un lugar recontra peligroso pero justo usaste de ejemplo al caballito re hermoso de fuego que no quema a menos que te quiera quemar, ¿y por qué un caballito tan lindo como ese le haría daño a alguien? Solo a esos nenes molestos que juegan con sus colas y se llevan patadones en el pecho y salen volando. Pero Rojo es un poco más inteligente que eso.

                Yyy hablando de Rojo, definitivamente ese apartado donde se refieren a él como ese chico callado y talentoso que hizo tanto por Kanto en el pasado me parece tan... genial. Mi versión favorita del personaje no es aquella donde es un superchad medio edgy que puede con todo porque es más fuerte que nadie, sino más bien como un tipo sencillito, humilde, hasta medio campesino, que tiene mucha más afinidad con los pokémon que con las personas y que por eso mismo y no tanto por su obsesión con el entrenamiento y fortalecimiento de sus bestias es que acaba recluyéndose a lo más hondo y frío de las montañas, como si estuviera encerrándose en su propia crisálida. Hay algo de autismo ahí, y le queda pintado a un personaje como él. Me da mucha curiosidad cómo vas a trabajarlo, pero siento que puede ir por ese lado porque es una temática que resonaría bastante con lo que escribiste, por ejemplo, acerca de la E4 de Johto.

                Por último, esas primeras pinceladas de lo que será Cintia como personaje me encantaron. Directa, práctica, resolutiva a más no poder... ¡Y sí, Lance, su abuela definitivamente también tiene poderes locos como el tuyo! No puedo esperar a ver más de ella en tu historia, y si todo apunta a cierto evento IMPRESIONANTE y ultra memorable que tuvo lugar en ciertas ruinas de ciertos remakes. Ahre que estás adaptando todo el postgame de HGSS, si no salen los huevos de pollo cósmicos me voy a enojar.

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                • El_Rey_Elfo
                  Junior Member
                  SUPAR PRUEBA
                  • dic
                  • 22
                  • 🇨🇱 Chile
                  • Coquimbo

                  #9
                  Holi.

                  Me sigue intrigando el tal S., ¿qué pasó con él? ¿Dónde está?

                  Creo que este capítulo fue uno muy agradable con respecto a la parte de Lira y los demás, no esperaba que se encontraran con Oak y mucho menos que les diera un nuevo pokémon a cada uno. No sé si sea una buena decisión empezar con un nuevo equipo desde cero, me pregunto cómo Lira y Silver solucionarán eso, si retarán a Surge, no basta con un pokémon tan pequeño, y argumentalmente, tengo la sensación de que los problemas no tardarán en aparecer, por otro lado, renovar equipo parece una idea atractiva para aumentar las posibilidades, Lira y Silver tienen que tomar una decisión compleja.

                  La parte de Lance fue la que más me gustó, ya contaste una historia en la parte de Johto, pero siempre hay cosas nuevas que descubrir de personajes ya vistos. Cuando Lance sacó a su Charizard, y recordé que tenía uno en su equipo, entendí por qué decidiste que Lira escogiera al charmander, coquetona. Y hay más sobre Sinnoh, es lógico que Cintia haga un cameo, supongo que aparecerá más veces si es que cierto evento de los juegos sucederá acá. Me pregunto si Steven/Máximo también aparecerá, después de todo en los juegos también aparece tras latias y latios. Me gustó cómo has retratado al monte plateado, la peligrosidad del lugar queda clarísima.

                  Besos.

                  Comentario

                  • A.J
                    Everlasting Bloom
                    SUPAR PRUEBA
                    • dic
                    • 68
                    • 🇪🇸 España
                    • Paldea

                    #10
                    He venido a robar caramelos y a buscar material Memeable
                    Y no veo caramelos.


                    Bueno. No acabe de leer Alma de Plata y no se cuanto tiempo estaré por aquí pues mi mente y energía fluctúan de maneras que ni yo mismo comprendo, eso ya lo sabes tú, pero seguiremos mientras podamos.



                    OK. El prólogo empieza con una entrada de Diario: Me encanta lo encantadoramente cursi pero natural que es todo, te imaginas a alguien dando paseos por el campo hablando con los Weedle...Que evidentemente huyen por que no sabemos quien habla y se les acerca un tipo de negro con una gran X en la cabeza...Al leer el nombre de Delia pensé...¿La madre de Ash? Pero no puede ser ¿Será Dalia? pero entonces menciona que Oak es su vecino, no su abuelo, de momento creo que me pasa como Elfo y pienso que es el nombre que has elegido para la mama de Rojo...Ah ¿Pero quien es S? ¿ QUIEN ES S HOMBRE? QUE ME MIRA Y ME DESNUDA. Pensé que podría ser Giovanni, pero de no creo que seas de esas...Y la fecha no encaja con la edad de Giovanni...¿Sera simplemente el papa de Red? Algo me hace pensar que no....Ah, fechas, las fechas no me encajan.
                    Por eso podría parecer extraño que un simple pikachu deambulara por la ladera de la montaña como si esta fuera su casa, como si un par de depredadores no le hubieran echado ya el ojo y el manto de nieve sobre el que caminaba fuera almohadones blanditos y calentitos que no amenazaba su salud. El roedor se detuvo un momento para darse la vuelta y olisquear el aire y cuando captó que el aroma de su entrenador seguía estando tras él retomó la marcha como si nada.
                    AAAAAAH, me encantó estas dos sensaciones contrapuestas del Pikachu y almohadones blanditos y el par de depredadores. Se que es un recurso ¿Antítesis? No Zé

                    Me gustó eso de Red investigando en la montaña, es un personaje que me gusta y personalmente me cuadra más que este investigando o lo que quiera que haga en el Monte Plateado que el típico: ESTÁ EN EL MONTE PLATEADO PORQUE FUE TRAICIONADO POR SUS AMIGOS PERO AQUÍ NO TENEMOS HABITACIÓN DEL TIEMPO, o por que es un androide, o se esta muriendo...o algo así. Me suena haber leido a ¿Tommy? ese Red con un ligero punto de autismo y más cómodo con Pokémon que con humanos, además no le culpo xD

                    ni mucho menos. La enorme cicatriz de su codo derecho y el resto de heridas de su cuerpo le recordaban que un ligero despiste en un lugar como ese podía significar la muerte
                    Quizás fui demasiado rápido (?)

                    No se dio cuenta hasta que Pikachu le acarició la mejilla, pero había empezado a llorar. Estaba tan sorprendido, agradecido y confundido que no sabía qué hacer, solo fue capaz de mirar al ave. Moltres asintió y a Rojo le asaltaron un montón de dudas. ¿Sabía acaso lo que era? ¿Por qué se lo había dado ahora?

                    Joer, ahora todo de quien es S creo que toma más sentido

                    ¡STEEEEEEEEEEVENSON! (?)


                    En general todo lo que ocurre en el Monte Plateado (Lugar Infravalorado) te genera esa sensación de continua antítesis. La Carta-----El lugar frío y peligroso/// Moltres puede matar---Moltres da la vida///Pikachu le lame---Red Llora.

                    Y la cosa cambia al S.S Aqua, creo en su momento uno de los lugares más emocionantes para los que vivimos esto en los juegos originales. Descubrir que tras el final había algo más, donde vemos a la renacida Carol y a
                    A su lado se apoyó otra joven de su misma edad, castaña y vestida con un kimono azul decorado con flores. Carol giró la cabeza para mirar a Lira y ambas intercambiaron una sonrisa cómplice.
                    Se hizo Master Ex de golpe.jpg
                    y aquella escena cargada de paz despertó en Carol el recuerdo de una canción que pensó que le venía como anillo al dedo a esa situación

                    Aaaaaaaaw



                    —Sí, me dijo que estaba empezando a marearse y que prefería pasar el viaje tumbado en la cama.
                    Soy ese, pero con más fluidos

                    ​—¡Por toda la sal del océano, niña! ¿Acaso el parche no te deja ver bien o es que tus ojos son de cristal? —preguntó Lira mientras se acariciaba una barba invisible— ¿Quién va a ser sino un servidor? ¿No ves que tengo la barba más larga y más negra de todos los siete mares?
                    Que bien, hora de probar mis inexistentes habilidades de edición.

                    ------------------------------------------------------------------
                    Interesante lo del salto a Sinnoh, si nnoh lo hubieras contado no lo habría visto venir JAJAJAJA ¿Kommoh te quedas? Bueno, ya basta. Imagino el interes que pueda tener Silver, las raíces se extienden hasta puntos que no podemos controlar

                    ////////////

                    Ok. Empezamos el segundo capitulo con el misterioso S Que es un villano de las Supernenas, pero eso tú no lo sabes (?) Quizás parte de mis dudas sobre su identidad sea que soy realmente malo con el tema de las edades
                    /////////////

                    Me gustaron detallitos aquí y allá como la comparación entre Ciudad Olivo y Ciudad Carmín, o lo de que alguien susurrara "Esos jovenes de Johto" ¿Es por que Johto es Kansai y se supone que son más campechanos que la gente de Kanto? Si no es así yo lo imagino así

                    —A ti todo te parece interesante, Li.


                    —¿Y eso es un crimen?​
                    SIIIIU! De guerra, Por Surge jejejeje, que listo que soy

                    Luego aparece el Oak y les ofrece un inicial, debo decir que como experto AUTOPROCLAMADO, apoyo al 100% las elecciones de los 4. Recuerdo que Carol tenia un ¿Drowzee? E imagino que Silver su equipo de los juegos. El de Lyra me baila algo pero creo que lo recuerdo.

                    Feraligatr, Ampharos, Togekiss, Ninetales, Espeon y Dragonair por un lado
                    Que buen servicio.jpg.

                    ¿Un momento? ¿Y el de Eco? Asumo que un Marrill, pero necesito saber el resto para juzgarlo, no al niño al que le llamas pájaro de Sinnoh, ahrePoi, sino a ti. Tú no me ves, pero estoy señalando con mi dedo

                    ¿te parece bien que también vayamos a lo nuestro y visitemos el club de fans?
                    NOOOOOOO! ¡Tened cuidado niños!¡Vuestra autora os manda a la Furrocueva!

                    Volvemos al Monte Plateado donde aparece el Lanzas. Honestamente...Hay algo placentero cuando alguien maneja un personaje canon no muy usado como Lance y lo sientes creíble, supongo que Karen diria: Los buenos Fickers escriben a sus favoritos. También aparece Débora, la Prima, La Primera, La Primerrima, fuera de bromas me gustó el dialogo, se siente moderamente realista para alguien que ha convivido con abuelos, también la aparición de Cintia...Pero lo que más me ha gustado es toda la explicación y justificación interna de como funciona el Centro Pokémon del alto mando. De verdad que sí. Me despido por ahora, quien sabe por cuanto tiempo...

                    polémica administradora dice que son todos putos
                    Pero tiene razón













                    ​​​​​

                    Comentario

                    • Sakura
                      Polémica Administradora
                      SUPAR PRUEBA
                      ADMINISTRADOR
                      • nov
                      • 17

                      #11


                      CAPÍTULO 2: EL RAYO AMERICANO


                      20/12/1993

                      Querido diario:

                      Se acerca Navidad y ya tengo el regalo de Delia preparado. ¡No puedo esperar a ver la cara que pone! No es mucho, ya sabes que nunca ando bien de dinero, pero me las he apañado para reunir los materiales necesarios para hacer una pequeña escultura de un ramo de gracídeas, ¡pintada y todo! Desde que las vio dibujadas en un libro no ha dejado de hablar sobre ellas y, aunque me habría encantado traerle un par desde Sinnoh, me temo que esa era una opción demasiado cara. La escultura me ha quedado muy bien, modestia aparte, ya sabes que tengo un don para el arte. Estoy seguro de que le va a encantar, ¡ojalá pudiera dársela ya y ver la cara que pone!

                      ¿A que no sabes qué? ¡Por fin he podido hablar con Samuel! ¡Qué hombre más simpático! Y listo, no veas la de cosas que sabe. Nos pasamos la tarde entera hablando sobre pokémon, fui a su laboratorio después de comer y a la que me di cuenta ya era de noche. Si es que el tiempo vuela cuando te lo pasas bien. En fin, eso no es lo importante, lo que lo es es que ¡ha aceptado mi petición de asistirle en futuras investigaciones! ¡Estoy tan feliz! Dice que no mucha gente se atreve a acercarse a los pokémon y por eso le cuesta avanzar en sus proyectos, así que estará encantado de darme una oportunidad. Ha dicho que me ve muy ilusionado y proactivo, no sé qué significa esa última palabra, pero al parecer es algo bueno. También me ha aconsejado que no deje que mi entusiasmo me ciegue porque si no tengo cuidado puede que algún pokémon me haga mucho daño ya que no dejan de ser criaturas salvajes con instintos de supervivencia. Me enseñó una cicatriz que le hizo el mordisco de un caterpie en el brazo y ¡uf! ¡No sabía yo que esos seres tan pequeños eran tan mortíferos! Pero no importa, les trataré con tanto mimo y cuidado que no llegarán a sentir la necesidad de tener que protegerse de mí.

                      Siento que voy a estallar de alegría. Voy a pasar esta semana con la mejor mujer del mundo y es inminente que empiece mi andadura como investigador en el mundo de los pokémon. La vida me sonríe, la suerte me sonríe y ahora mismo siento que no puedo ser más afortunado. Es en momentos como este en los que agradezco estar vivo. Ojalá todo el mundo pueda llegar a experimentar esta sensación al menos una vez en la vida.

                      ¡Hasta la próxima!

                      S.



                      —Oye, chico. No me importa que estés aquí sin dar un palo al agua, pero al menos podrías atender tu gimnasio de vez en cuando, ¿no? Como lo haría un líder de gimnasio responsable.

                      —Tch. ¿Y a ti qué te importa lo que hago o dejo de hacer? Maldito viejales.

                      —¿Seguro que quieres hablarle así a quien tiene el poder de echarte de aquí?

                      El aire se enrareció durante unos segundos y no fue por culpa de la ceniza volcánica en suspensión. El líder de gimnasio de aquella isla le sostuvo la mirada a su interlocutor, un adolescente de sonrisa altanera y sudadera negra que no parecía tener ningún remordimiento por su comportamiento.

                      —Vamos, Blaine. Te haces el duro, pero los dos sabemos que no llegarías tan lejos.

                      —Yo no pondría a prueba mi paciencia, Azul. Sabes que no lo he pasado bien últimamente.

                      Algo de verdad debían cargar esas palabras porque al joven se le quitaron las ganas de responder. En su lugar se puso la capucha y decidió ir al centro pokémon, donde el anciano le perdió de vista.

                      —Menudo caradura. ¿Quién se cree que es? ¡Encima no te ofrece su ayuda! ¿Le lanzo un pedrusco? A ver si así espabila.

                      —Da igual, no será necesario. Este es un fuego que no quiero avivar, Aníbal.

                      Blaine movió una mano en el aire, como si ese gesto fuera capaz de hacer desaparecer tanto la tensión como la ceniza que ensuciaban el aire. El líder de Ciudad Orquídea no quedó conforme con la respuesta del líder de gimnasio de Isla Canela, pero obedeció, pues sabía que poca voz tenía él en ese lugar.

                      —¿En serio es nieto de Oak? Me cuesta un poco de creer, con lo majo que es el profesor…

                      —Eso es porque no conoces a su abuela. En cuanto lo hagas, lo entenderás todo.

                      —¿Y quién es? Si se puede saber.

                      —Oh. Bueno, es un secreto a voces en Kanto, pero tampoco es algo que podamos ir diciendo libremente. No les gusta que se sepa.

                      —Ya veo. Entonces, ¿el muchacho siempre ha sido así de especialito?

                      —No. Es cierto que nunca ha tenido un carácter agradable, pero empeoró cuando Rojo se fue sin dejar rastro y, sinceramente, no le culpo. Todos echamos de menos al muchacho, se hizo querer sin pronunciar una mísera palabra, pero esa no es razón para comportarse así. Supongo que le tenía mucho aprecio y no sabe cómo gestionarlo, porque por muy buen entrenador que sea no es más que un crío.

                      Pero eso no explicaba qué hacía Azul en su isla y a Blaine le gustaría conocer el motivo. Su presencia no le molestaba, en eso no había mentido, lo que sí lo hacía era el hecho de que no se encargara del gimnasio de Ciudad Verde como tocaba. Él, que daría lo que fuera por recuperar el suyo y el resto de edificios de su amada isla, tenía que ver como otros no valoraban lo que tenían y encima se creían con el derecho de mirar a los demás por encima del hombro. La sangre le hervía ante esa injusticia porque no estaba en la edad de aguantar esas tonterías, pero lo hacía para mantener el orden porque con lo bien que se llevaba con el resto de líderes no quería que unos roces con el nieto de Oak mandaran su preciada paz a la porra.

                      En medio de esos pensamientos Blaine decidió echar un vistazo alrededor, a la nada, porque allí no había nada; la erupción volcánica que tuvo lugar meses atrás arrasó con todo. Esos días y la angustia que vivió durante ellos se le quedaron grabados en la mente y sabía que no los iba a olvidar en la vida. Recordaba que el volcán llevaba días comportándose de forma extraña, pero nadie llegó a imaginar la cantidad de lava que saldría disparada de él. Por suerte pudieron evacuar a toda la población humana a tiempo, aunque sabía que algunos pokémon salvajes no habían tenido tanta suerte. Recibieron mucha ayuda de parte de Kanto durante los primeros días, no les faltó comida ni un techo bajo el que dormir, aunque tras unas semanas pocos se seguían acordando de Isla Canela y su tragedia. Ese trozo de tierra en medio del mar no tenía mucho que ofrecer y eran tan pocos sus habitantes que había sido muy fácil recolocarlos en otras ciudades y ayudarles a empezar una nueva vida, por lo que parecía que ese suceso no había tenido mucho impacto en la región. Quedaron en el olvido de muchos, menos en el de Aníbal, que había ofrecido su ayuda desde el primer momento y ahí seguía. Blaine no sabía por qué seguía apareciendo, si él ya había aceptado que, aunque lograran limpiar toda la isla, nadie querría ayudarles a reconstruirla. Era lógico, ¿quién invertiría dinero en unos terrenos que corrían el riesgo de ser sepultados bajo la lava en cualquier momento? Solo alguien que pudiera tenerle tanto aprecio como él y sabía que no había nadie más en Kanto que quisiera tanto a Isla Canela.

                      —Bueno, el descanso se ha terminado, que todavía queda mucho por hacer. ¡GROAAAAR!

                      Haciendo alarde de su gran fuerza, Aníbal alzó dos pedruscos y se acercó a un acantilado para tirarlos al agua. No importaba el tiempo que llevaban juntos, todavía se seguía sorprendiendo con lo que era capaz de hacer su compañero. Blaine decidió mirar el mar para desviar la mirada antes de que la emoción de sus ojos amenazara con desbordarse y, al hacerlo, se dio cuenta de que el agua alrededor de las Islas Espuma estaba revuelta. Solo faltaba que el nuevo gimnasio que había construido allí con tanto esfuerzo también se viniera abajo.

                      Conforme pasaba el tiempo, más se convencía de que eso debía ser obra del karma. Al final estaba pagando con creces todo lo que había hecho tiempo atrás con el señor Fuji y el destino le estaba dando donde más le dolía, en su preciado hogar. Se preguntó si su compañero también sufriría las consecuencias de sus actos o si habría logrado redimirse a tiempo con sus buenas acciones en Pueblo Lavanda. Sea como fuere, estaba claro que escapar y borrar el pasado de uno no era tarea fácil.



                      —¡Char!

                      —¿Squi?

                      Un charmander y un squirtle se miraban preocupados en el centro pokémon de Ciudad Carmín. Tan solo un par de minutos atrás se habían mostrado pletóricos, pues habían sido reclutados por un par de entrenadores con potencial que llevaban con ellos pokémon fuertes y contentos que sentían que les iban a ayudar a alcanzar su máximo potencial. Los dos oriundos de Kanto no tardaron mucho en imaginarse en su último estado evolutivo como ellos, habiendo alcanzado la gloria gracias a la guía de los humanos, pero ahora dichos entrenadores parecían alicaídos y desconocían el motivo. ¿Tal vez no estaban contentos con ellos? ¿Se esperaban a criaturas más poderosas e impactantes?

                      —¿En qué piensas?

                      —En que estoy hecha un lío.

                      —¿Lo hacemos a suertes?

                      Por un segundo Silver temió que le gritara como lo había hecho con Eco, pero no, Lira no se alteró esa vez. Se quedó mirando el suelo, como si este fuera a darle las respuestas que tanto ansiaba, aunque sabía perfectamente que la decisión debía tomarla ella y solamente ella.

                      —No tiene mucho sentido que vaya con dos de fuego, ¿no?

                      Lo dijo mientras agarraba la pokéball de Ninetales. Parecía que lo tenía claro, aunque Silver se dio cuenta de que estaba esperando a que él se lo terminara de confirmar. El pelirrojo se encogió de hombros.

                      —Depende de cuál sea tu intención. Ya hemos visto que hay entrenadores que optan por especializarse en un tipo. Si te preocupa tanto repetir, ten en cuenta que a este paso vas a tener a tres tipo volador en tu equipo.

                      Togekiss, Dragonite y Charizard; si es que Dragonair y Charmander llegaban a su último estado evolutivo. Silver tenía razón, por lo que la mano de Lira acarició otra pokéball, aunque algo en su mente le hizo mover los dedos hacia otra y quedarse a mitad de camino. No terminaba de decantarse, cuando su mente tomaba una decisión volvía de nuevo a preguntarse si esa sería la correcta y así entró en un bucle del que no podía salir por sí misma. Silver se dio cuenta y pensó que si él tomaba la decisión primero le ayudaría a darle el empujón que necesitaba.

                      —Yo lo tengo claro. Me despido de Magneton por ahora.

                      Su motivo era bien sencillo, ese era el miembro más débil del equipo. Muchos podrían pensar que se trataba de una decisión frívola, pero él no dejaba de ser un entrenador que se tomaba su carrera lo suficientemente en serio como para querer ganar y si iba a realizar una nueva incorporación en su equipo no iba a sacrificar a un miembro importante de este. Además, estaba convencido de que si los lazos que le unían con sus pokémon eran fuertes una decisión de ese tipo no alteraría su amistad. Eso fue lo que le hizo acercarse al PC con la seguridad con la que lo hizo, una que inspiró a Lira. La joven vio la entereza con la que su amigo depositó la pokéball de Magneton en un recipiente esférico que había al lado del ordenador e introducía un par de datos en este. Cuando terminó, la parte baja del recipiente se abrió y absorbió el objeto esférico, el cual ascendió por una tubería transparente que sería la encargada de llevarla al sistema de almacenamiento online de pokémon.

                      —Bueno, te toca. Cuanto antes lo hagas, mejor.

                      Razón no le faltaba y eso Lira lo sabía. Inspirada por el acto de su amigo, liberó a Togekiss para poder despedirse de él y explicarle qué iba a pasar.

                      —Hola, bonito. Mira, hemos hecho un nuevo amigo —dijo mientras señalaba a Charmander y este les dedicaba una sonrisa—. Por desgracia, me temo que no puedo llevaros a todos a la vez porque ya somos muchos, así que tengo que dejar a alguien aquí durante un tiempo. ¿No te importaría ser tú? Volveré a por ti, no creas que me olvidaré.

                      Togekiss ladeó la cabeza mientras intentaba entender qué le estaba diciendo su entrenadora y, cuando lo hizo, asintió. No escondió la tristeza que le producía no poder viajar a su lado durante un tiempo, pero entendió las circunstancias y las aceptó con buena actitud.

                      —Muchas gracias.

                      Después de darle un gran abrazo y un beso, Lira hizo lo mismo que había hecho Silver momentos atrás. Vio cómo la tubería se llevó la pokéball y sintió que dos sentimientos distintos convergían en su pecho. Por un lado, le apenaba dejar a un amigo atrás, pero por el otro le llenaba de ilusión poder conocer a nuevos pokémon de otra región y hacer crecer su círculo. Tal vez se animaría a hacer una nueva incorporación en su equipo si se encontraba con otro pokémon con el que hacía buenas migas, decidió entonces que a partir de ese momento se iba a dejar sorprender por lo que Kanto tuviera que ofrecerle.

                      —¿Ves? Ya está hecho y sin necesidad de montar ningún drama. Salgamos de aquí, que Carol y Eco nos estarán esperando fuera.

                      Dicho y hecho, ambos siguieron las indicaciones de Silver y salieron del centro, pero fuera de él no vieron rastro de ninguno de sus dos amigos. Tras echar un vistazo alrededor y confirmar que no estaban cerca, Lira sacó el móvil para llamarlos y preguntarles por su paradero, aunque no le hizo falta hacerlo porque vio que tenía un mensaje de Carol explicándole la situación.

                      Hemos ido al club de fans para avanzar en nuestra investigación. ¡Ánimo con vuestro combate y buena suerte <3!

                      Eco y Carol


                      —Míralos. Como nos hemos tomado nuestro tiempo en esto han decidido ir a lo suyo y avanzar en su proyecto.

                      —¡¿Qué?! ¿A qué te refieres?

                      —A que ya están en el club de fans.

                      —Pues vamos. No tenemos tiempo que perder.

                      —Espera. ¿No prefieres que vayamos al gimnasio? Ya nos reuniremos luego, a nosotros no se nos ha perdido nada ahí.

                      —No. Carol…

                      No se atrevió a verbalizarlo, pero le asustaba la idea de alejarse de ella. No le molestaba que estuviera feliz con Eco, es más, le alegraba que hubiera hecho un amigo, pero después de haberla perdido una vez le aterraba que algo catastrófico sucediera y él no estuviera presente para poder ayudarla. ¿Y si la volvían a secuestrar? ¿Y si el edificio colapsaba y no había ningún entrenador hábil capaz de proteger a todos los que se encontraban dentro? ¿Y si algún pokémon la atacaba? ¿Y si…?

                      —Eh, no te preocupes por eso. Eco es una de las personas en las que más confío. Donde tú ves un peligro, él ya ha imaginado cinco —dijo Lira extendiendo todos los dedos de la mano derecha. Se imaginaba la razón del malestar de Silver y ahora quería ayudarle como había hecho él con ella—. Carol va a estar muy bien con él, te lo aseguro.

                      —Por la cuenta que le trae, eso espero.

                      Silver no se quedó del todo tranquilo, pero tampoco quería dar la impresión de que estaba desesperado, así que se forzó a ignorar las ganas que tenía de salir corriendo en dirección al edificio de tejado verde. Se cruzó de brazos y hundió sus dedos en sus brazos hasta que un meneo de la castaña le sacó de su trance.

                      —Te apuesto a que yo llego antes que tú al gimnasio —dijo Lira mientras se colgaba de sus hombros.

                      —¿De qué demonios estás hablando ahora?

                      —¡De que te reto a una carrera! El primero en llegar gana el derecho a ser el primero en retar a ese tal Surge.

                      —Porque tú lo digas. Espera, ¿a dónde vas? Oye. ¡OYE!

                      No, Lira no le oyó porque sacó a Feraligatr de su pokéball y se subió a su lomo para que le llevara lo antes posible, ya que también se podía llegar al gimnasio por agua a través de un pequeño canal que conectaba con el mar. El entrenador suspiró y sintió que ahora era él quien cargaba con el peso del mundo.

                      —¿Squi?

                      —Así siempre. Las veinticuatro horas de los siete días de todas las semanas del año. Ya te he dicho que tenemos roles similares.

                      No se molestó en aligerar el paso para alcanzarla porque sabía que no se movería del gimnasio, así que emprendió el camino a su marcha. Se la imaginó entrando en el gimnasio llena de energía y yendo a retar de cabeza a los pobres entrenadores que no sabían lo que se les venía encima, por eso cuando llegó le sorprendió verla tirada en el suelo cubriéndose la cara con su pamela. Feraligatr también estaba tumbado a su lado con una expresión que dejaba entrever su malestar, por su parte, Charmander le estaba gritando a la puerta lo que supuso que eran maldiciones en el idioma pokémon.

                      —¿Qué te pasa ahora? Tú no estás bien de la cabeza, tan pronto estás a tope como te da un bajón.

                      Ella señaló el cartel que había en la puerta como respuesta. Silver se acercó para leerlo y, al hacerlo, entendió el repentino cambio de humor de su amiga.

                      —¿Eh? ¿Cerrado?

                      —Sí. ¿Me puede explicar alguien qué clase de militar veterano y ejemplar cierra su gimnasio a mediodía? ¡Tanta palabrería y tanta historia para que no podamos enfrentarnos a él como toca!

                      La joven se puso de pie de un salto, completamente indignada por la situación. Su nuevo pokémon debió sentir su frustración, porque la pequeña llama de su cola se avivó y sus gritos subieron de volumen. Squirtle se acercó a él para intentar calmarle mientras Feraligatr los miraba entretenido y tan absortos estaban todos en sus cosas que no se dieron cuenta de que la puerta del gimnasio se abrió y alguien salió de él.

                      —Pues la clase de militar que vela de forma incesante por la seguridad de su región, chaval. ¡Saluden, cadetes!

                      Lira no le vio porque estaba de espaldas, pero la potente voz del hombre le hizo estirarse como el palo de una escoba y obedecer al instante. Silver también hizo un saludo militar, más por reflejo de supervivencia que por voluntad propia.

                      —Así me gusta. ¡Descansen! ¿Puedo ayudaros en algo?

                      Lira se dio la vuelta para encararse a él, aunque los humos se le bajaron un poco en cuanto vio a un hombre rubio y corpulento de dos metros de altura. Por si la seguridad y confianza en sí mismo no fueran indicadores de nada, el uniforme que llevaba dejaba más que clara su profesión.

                      —¿Es usted el teniente Surge?

                      Aun así, los nervios siempre hacen jugar malas pasadas e invitan a hacer preguntas obvias para romper la tensión.

                      —El mismo que viste y calza. Si queréis algo será mejor que os deis prisa en decirlo porque tengo que salir de la ciudad en dos minutos, veintitrés segundos y cincuenta y nueve milisegundos.

                      —¿Por qué? ¿No es su labor esperar en el gimnasio a los retadores? Aquí mismo tiene a dos.

                      El teniente la miró a ella y miró a Silver por encima de sus gafas de sol. Alzó una ceja cuando terminó de evaluarles y les mostró una sonrisa cuyo brillo era capaz de rivalizar con el del astro rey.

                      —Así que ¿queréis retarme a un combate?

                      —No. Hemos venido a ver si nos baja el precio de la factura de la luz.

                      —¡Silver!

                      —¡Ja, ja, ja! ¡Qué gracioso! Claro, como me especializo en el tipo eléctrico, electricidad, factura de la luz… Muy bueno, ¡muy bueno! Muy bien, chavalines. Si tantas ganas tenéis de conseguir esta medalla hoy, demostradme que tenéis lo que hay que tener. ¡Seguidme!

                      Y, sin previo aviso, echó a correr. A los dos entrenadores les costó entender la invitación y solo empezaron a moverse cuando estuvieron a punto de perderle de vista.

                      —¿A dónde irá? Parece que estamos yendo al lado este de la ciudad.

                      —Ni idea, pero espero que su jueguecito no dure mucho, que no me apetece perder el tiempo con tonterías.

                      Los entrenadores lo dieron todo por seguirle el ritmo, pero no tardaron en darse cuenta de que no eran rivales para él así que decidieron guardar a los iniciales de Kanto en sus pokéballs y subirse a la espalda de Feraligatr para no perderle la pista. El teniente giró bruscamente en varias esquinas y no se detuvo hasta que llegó a las afueras, a un solar en el que se encontraban un obrero y un machop que lo estaba dando todo por aplanar el terreno, aunque el enorme boquete que había en el centro del terreno le supondría todo un problema. Surge se sorprendió al ver llegar a los entrenadores, aunque la felicidad no desapareció de su cara.

                      —¿Mmm? ¿Seguís aquí? Vaya, sí que tenéis ganas de retarme, más de la mitad de los que han intentado seguirme el ritmo se han rendido. Aunque, eh, ¡no vale! ¡Habéis hecho trampas! Tenéis que seguirme con vuestras piernecitas, nada de usar a vuestros pokémon. ¡Diez flexiones de castigo!

                      —¿En serio? —dijeron los dos al mismo tiempo y, por primera vez, la sonrisa se esfumó del rostro del militar.

                      —Tan en serio como que no aceptaré vuestro reto si no lo hacéis. ¡Andando!

                      Lira y Silver se miraron cariacontecidos. No sabían si se trataba de una broma o no, pero ninguno de los dos quería molestar más al teniente, así que se tiraron al suelo e hicieron lo que les ordenó. Silver fue capaz de hacer cinco flexiones seguidas antes de que los brazos le empezaran a temblar, pero Lira no tuvo tanta suerte y a la tercera sintió que no podía hacer más.

                      —Venga, ¡venga! ¡Que he visto a abuelos parapléjicos en mejor forma!

                      Le costó, pero Silver fue capaz de hacerlas en un tiempo decente. No pudo decirse lo mismo de Lira, por quien tuvieron que esperar más, lo que le hizo temer que su pésima marca molestara más al militar. Para su suerte, su humor mejoró visiblemente en cuanto logró cumplir con lo que le había mandado.

                      —Así me gusta. La obediencia os llevará lejos si sabéis elegir al líder adecuado, no olvidéis estas palabras.

                      —¿Se puede saber para qué nos has traído aquí? —inquirió Lira cuando recuperó el aliento.

                      —Yo no os he traído. Os he dicho que tenía que investigar un asunto y habéis decidido seguirme.

                      —¡Porque dijiste que teníamos que hacerlo si queríamos retarte!

                      —Si queríais retarme hoy. Venga, callaros un rato y dejadme trabajar, ¿sí?

                      Ambos jóvenes estaban que echaban humo, pero no se atrevieron a decir nada. Observaron cómo el grandullón se acercaba al boquete y lo escudriñaba con detenimiento. Parte del enfado se le fue al dúo cuando le vieron tan concentrado y este fue reemplazado por curiosidad, así que también se acercaron a echar un vistazo. El agujero era enorme y tendría unos cinco metros de profundidad, aunque había zonas más hondas que otras. El borde era irregular y a Silver le pareció captar un destello morado en este, pero dado que solo lo vio una vez pensó que sería una imaginación suya.

                      —¿Cuándo apareció? —le preguntó el teniente al obrero cuando quedó satisfecho con su examen inicial.

                      —Anoche, alrededor de las diez y media. Ya llevaba dos horas durmiendo cuando me despertó Chiko, mi machop, visiblemente alterado.

                      —Ya veo. ¿Y viste algo raro cuando saliste?

                      —No, pero he escuchado a gente decir que…

                      Como si se hubiera dado cuenta de su existencia en ese instante, el obrero dejó de hablar en cuanto vio que Silver y Lira también estaban escuchando lo que tenía que decir. Bajó notoriamente la voz y Surge se tuvo que acercar un poco para oír lo que fuera que le estaba susurrando.

                      —¡¿Eso dijeron?! ¿No te estarían tomando el pelo? —exclamó de repente el líder.

                      —No, señor. Parecían nerviosos y la descripción encaja con la que nos dio usted a nosotros.

                      —Mmm. Entonces puede que esto sí sea una pista…

                      El teniente volvió a observar el boquete. Silver y Lira estuvieron tentados a preguntarle qué tenía que fuera tan interesante, pero antes de que pudieran hacerlo el militar volvió a salir corriendo por donde había venido.

                      —Eh. ¡Espéranos!

                      De nada sirvió el grito de Lira, porque si él le escuchó no le hizo caso. La joven estuvo a punto de sacar a uno de sus pokémon, pero Silver le agarró del brazo y le dedicó una mirada que le recordó por qué había sido una mala idea. La castaña maldijo para sus adentros mientras se forzaba a volver a correr, aunque ni ella ni su amigo fueron capaces de mantener el ritmo del líder y terminaron perdiéndolo de vista. Tuvieron que preguntarle a los viandantes si le habían visto pasar y gracias a las indicaciones que reunieron supieron que había abandonado la ciudad en dirección norte, hacia la ruta 6. Aun así, encontrarle no fue fácil, porque una vez llegados a la ruta tuvieron que buscarle entre la hierba alta y dado que iba vestido con un traje de camuflaje les costó distinguirle entre el follaje. Tuvieron que pasar media hora y varios combates contra pokémon salvajes hasta que dieron con él. Le vieron agachado en el borde de un agujero similar al que habían visto en la obra no hace mucho, aunque ese era mucho más pequeño. A Lira le pareció ver que de él salió un destello morado, aunque se dijo que serían alucinaciones por el cansancio acumulado.

                      —Vaya. Esta vez no habéis usado la ayuda de ninguno de vuestros pokémon, veo que aprendéis rápido de vuestros errores —dijo el líder cuando se dio cuenta de su presencia.

                      —Gracias.

                      —Sin embargo, me temo que habéis llegado tarde. Si yo fuera el enemigo, probablemente me habríais perdido de vista y habría conseguido huir. ¡En ese estado no durarirais ni medio día en el campo de combate! ¡Cincuenta abdominales ahora mismo!

                      —¡¿Cómo?!

                      El ceño fruncido del líder les recordó lo en serio que iba con sus castigos físicos. Silver y Lira sabían que no tenían por qué hacerle caso, que podían elegir retarle otro día o simplemente decirle que no iban a hacer nada de lo que les dijera, pero su presencia y su tono eran tan autoritarios que no se sentían capaces de negarle ninguna orden. Por eso, muy a su pesar, se tiraron al suelo bocarriba y comenzaron a realizar el ejercicio. Esa vez fue Lira la que consiguió terminar antes, su despecho y malhumor fueron la gasolina que consiguieron superar el cansancio y permitirle finalizar aquella rutina a su parecer estúpida. Cuando sintió que sus pulmones no ardían, se levantó lentamente y decidió acercarse con cautela al líder. No quería que les obligara a hacer más ejercicio, pero tampoco quería perder más tiempo ahí.

                      —Ambos coinciden, de eso no hay ninguna duda. Se puede extraer información muy interesante, debería contrastarla con…

                      —Disculpe, ¿le queda mucho…?

                      —¡Pues claro! ¡Debo informar sobre este hallazgo inmediatamente!

                      Y, sin previo aviso, el teniente hizo un sprint en dirección a Ciudad Carmín de nuevo. Silver no lo vio porque todavía estaba tumbado en el suelo, así que cuando le preguntó a Lira por su paradero la joven sintió que no tenía el alma de decirle la verdad, pero mentirle tampoco era una opción.

                      —¿Cómo… que ha vuelto a la ciudad…?

                      —Eso ha parecido… Ha ido corriendo en esa dirección, supongo que habrá vuelto al gimnasio.

                      A Lira le habría gustado obtener una reacción de su amigo. Una mala cara, un par de gritos, una pataleta de niño pequeño… Pero no, en su lugar vio cómo cualquier tipo de emoción abandonaba su rostro y su voz se volvía completamente monótona.

                      —Volvamos.

                      Ese carácter no auguraba nada bueno. Sabía que estaba muy enfadado y que solo bastaría un pequeño empujón para que el volcán explotara. A lo mejor lo estaba haciendo a propósito, a lo mejor se estaba guardando esa energía para liberarla en el combate, así que Lira deseó que el teniente no les pusiera más trabas porque no sabía cómo reaccionaría Silver de no ser así.

                      No se encontraban con el ánimo de correr después de pasarse la mañana entera haciendo ejercicio, por lo que volvieron andando. Hacía un día muy bueno y se cruzaron con varios entrenadores jóvenes en la ruta 6 poniendo a prueba sus habilidades o simplemente disfrutando del día con sus pokémon. Había un cazabichos tumbado bajo el sol con un par de combee revoloteando a su alrededor, una pareja de campistas disfrutando de una cita junto a su cherubi y slakoth y unas gemelas correteando con sus plusle y minun. Ver a la gente feliz y relajada con sus pokémon les mejoró un poco el humor y sintieron que entraron en la ciudad con otra actitud. El enfado había quedado parcialmente atrás, estaban preparados para plantarle cara a Surge y conseguir su medalla ese mismo día.

                      Llegaron al gimnasio y les alegró ver al militar ahí dentro, parecía que las persecuciones ya se habían acabado. Estaba hablando con sus tres entrenadores, quienes le escuchaban atentamente, aunque uno de ellos se atrevió a interrumpirle cuando se dio cuenta de que Silver y Lira entraron. El teniente se dio la vuelta para recibirles con una sonrisa que no auguraba nada bueno.

                      —Hombre, aquí están mis entrenadores de Johto favoritos. Pensé que os quedaríais tirados en la hierba para siempre. ¿Os habéis quedado con ganas de más acción?

                      —Nos hemos quedado con ganas de conseguir nuestra medalla.

                      —Tiene sentido, después de todo esto es un gimnasio oficial. Sin embargo, me temo que todavía no podré daros el combate que buscáis, antes necesitaría que me hagáis un favor.

                      —¡Ni de coña!

                      —¡Silver!

                      Lira trató de detener a su amigo, pero en cuanto él se giró para mirarla vio que tenía los ojos del mismo color que su pelo. Con eso la entrenadora entendió que sería mejor no entrometerse, así que dio un paso atrás y dejó que se expresara como él quisiera.

                      —Escúchame bien, grandullón, llevamos todo el maldito día siguiéndote de aquí para allá como dos tontainas así que no pienso tolerar otro más de tus estúpidos recados. ¡Tengo agujetas hasta en partes del cuerpo que ni sabía que existían! Yo creo que ya hemos aguantado bastantes de tus caprichos por lo que vamos a tener el combate aquí y ahora y, si no quieres, tendrás que pasar por encima de mí.

                      La tensión podía cortarse con un cuchillo. Los entrenadores del gimnasio se mantenían en fila detrás de su jefe con la espalda recta y los brazos cruzados detrás de esta. Surge pareció crecer dos metros más después de que Silver le plantara cara, aunque el entrenador no se vio intimidado por su férrea expresión lo más mínimo. El teniente miró al dúo por encima de sus gafas de sol durante unos segundos de silencio total hasta que lo rompió con una estruendosa carcajada que sonó como un trueno partiendo el cielo nocturno.

                      —¡JA, JA, JA, JA! Tú los tienes bien puestos, ¿eh? ¡Me gusta! Llevo todo el día buscando una reacción así para ver si tenéis lo que hay que tener para afrontar este gimnasio. ¡Ya estoy harto de que vengan a retarme niñitas que se van llorando en cuanto reciben una mínima descarga! ¿A que sí, chicos? —Los entrenadores asintieron a la vez— Luego encima vienen algunos padres a reclamar. ¿¡A reclamar el qué!? ¡Si tus hijos no pueden valerse por sí mismos entonces no están listos para recorrer el mundo! Y si un poco de electricidad basta para desastibilizarlos todavía tienen que templar su carácter. Pero vosotros parecéis distintos, al menos de momento, así que venga, vamos, antes de que me arrepienta.

                      Y con eso, Lira vio atónita como el líder se dirigía al final del gimnasio, donde les aguardaba el campo de combate, gracias a una reacción que llevaba todo el día evitando que sucediera.

                      —Si lo llego a saber te habría dicho que explotaras antes —le confesó a Silver en un susurro. Él se encogió de hombros.

                      —Es que no tienes ni idea de cómo nos comunicamos los hombres de verdad. A la próxima deja que tome el control y ya verás como será todo más fácil y rápido.

                      —Tampoco te vengas tan arriba. No me gustaría terminar envuelta en una pelea.

                      —Bah. Como si alguien tuviera alguna oportunidad contra nosotros.

                      Ese exceso de ego le dio a Lira cierta seguridad que no había experimentado hasta ese entonces. Ya no eran dos niños que estaban empezando su carrera, eran un par de adolescentes con un recorrido completo a sus espaldas que estaban a punto de enfrentarse a un militar veterano con un equipo experimentado. Lira sintió que su sangre hervía con ganas de vivir un enfrentamiento tan o casi igual de intenso que el que había tenido contra Lance, pero entendía que si habían logrado conseguir la oportunidad de tenerlo era gracias a Silver, así que se contuvo las ganas y le cedió el honor de que fuera el primero en retarle. En parte eso le venía mejor, así sería capaz de estudiar los pokémon y estrategias de su oponente. Se sentó a un lado del campo mientras el líder y su amigo se situaban en lados opuestos del mismo y se preparaban para dar lo mejor de sí mismos.



                      El malestar de Carol por haber dejado atrás a Silver y Lira disminuyó en cuanto entró en el club de fans de pokémon. Se había pasado el trayecto sintiéndose una mala amiga por no estarles ayudando en un momento importante porque sentía que tenía que estar a su lado para apoyarles moralmente en caso de que el combate se complicara, aunque también se le hacía difícil negar la petición de Eco al ver su entusiasmo por aprender. Sentía que estaba frente a una bifurcación y que eligiera el camino que eligiera fallaría a un bando, aunque se dijo que los entrenadores entenderían su elección porque ella también tenía derecho a crecer, como ellos, y fue ese el pensamiento con el que puso un pie dentro del edificio.

                      —Guau. ¡Mira cuántas estanterías llenas de libros!

                      A Eco no le faltaba razón. El local era un bajo enorme que se dividía en dos secciones, en la mitad anterior había sofás, mesas y cojines para que tanto personas como pokémon pudieran sentarse a hablar, socializar y relajarse; en la mitad posterior, una gran cantidad de estanterías creaban un pequeño laberinto en el que cualquiera que lo deseara podía perderse horas entre sus páginas. Carol se escondió detrás de su amigo de forma casi inconsciente, porque aquel lugar estaba lleno de gente y el sonido de tantas conversaciones teniendo lugar al mismo rato le abrumaba.

                      —¡Vamos! ¡Seguro que encontramos información la mar de interesante!

                      —¡Saur!

                      Por desgracia, su protección duró poco porque Eco se encaminó hacia los libros seguido de su bulbasaur, quien estaba igual de pletórico que él, sin darse cuenta del estado de Carol. Ella intentó seguirle, pero antes de que pudiera hacerlo una chica se interpuso en su camino y le bloqueó el paso.

                      —¡Hala! ¡Qué pikachu más bonita!

                      La desconocida se agachó para acariciarla y la pokémon se dejó tocar. Carol intentó establecer contacto visual con Eco para que se diera cuenta de que se había quedado atrás y volviera a su lado, pero no tuvo suerte porque él ya estaba con la mirada puesta en su objetivo.

                      —Muchas gracias —En vista de que no iba a poder librarse de tener una conversación, se dijo que lo mejor sería ser amable con ella.

                      —Yo también tengo una, ¿sabes? ¡Me flipan los pikachu!

                      —Ah, ¿sí?

                      —¡Sí! ¡Ven, que te la enseño!

                      No se habría podido negar ni aunque hubiera querido, porque aquella chica le agarró de la muñeca y tiró de ella hasta que llegaron a un sofá donde había una pikachu vestida con una falda rosa y una flor blanca detrás de la oreja derecha. Al ver llegar a su entrenadora, la pikachu soltó un par de chispas y dio vueltas sobre sí misma hasta que la chica le acarició la cabeza con ternura.

                      —¡Aquí está! ¿Qué te parece? Preséntale a la tuya, que seguro que se hacen buenas amigas.

                      A Carol no le habría importado, pero no sabía nada sobre presentaciones entre pokémon así que no supo qué hacer. Para su suerte no tuvo que pensar mucho, porque fue su pikachu la que tomó la iniciativa y se acercó a la de su misma especie. Las dos se observaron durante unos segundos, se olisquearon y algo bueno debieron detectar en la otra, porque se sonrieron y comenzaron a perseguirse en círculos en un juego adorable.

                      —Míralas, qué cucadas. Ya sabía yo que se iban a llevar bien, tu pikachu tiene pinta de ser igual de cariñosa que la mía.

                      —Sí. Le gustan mucho los mimos.

                      —Eso está muy bien porque facilita las cosas a la hora de acicalarlas. ¡No veas lo difícil que es bañar y peinar a quienes no les gusta el contacto físico! Menos mal que la mía se deja hacer de todo, mírala, siempre la llevo como un pincel.

                      No se había fijado hasta ese momento, pero lo cierto era que la pikachu de la chica tenía el pelaje muy brillante y sedoso. A Carol le entraron ganas de acariciarla, pero teniendo en cuenta que apenas la conocía consideró que no sería de muy buena educación por su parte hacerlo, así que se contuvo.

                      —¿La bañas todos los días?

                      —¡Pues claro! Y la peino rigurosamente cada cuatro horas, me pongo alarmas para eso y todo. ¿Y tú? ¿Sigues alguna rutina de cuidado en especial?

                      —Eh… Me la han dado hace un par de minutos así que…

                      —¡¿Cómo?!

                      La joven se levantó de su asiento y se acercó a Carol a una velocidad que la asustó. Se detuvo solo a un par de centímetros de ella y le miró de arriba abajo con una seriedad que no pensó posible en alguien tan risueña como ella. La investigadora tragó saliva y deseó no haberse sentado en el sofá, porque al hacerlo se había quedado sin una ruta de escape.

                      —¿Me estás diciendo que no llevas ni un día con ella? ¿Sabes acaso todo lo que necesitas sobre esta especie para tratarla como se merece?

                      —Eeh… No sé…

                      —¡No te preocupes, que yo te lo explico todo!

                      —No hace falta, de verdad que…

                      —¡No te hagas la modesta! Con mi ayuda seguro que-

                      —Maru, ¿ya estás asustando a las nuevas entrenadoras?

                      Una voz masculina se hizo presente en la conversación en forma de un señor mayor con un traje marrón. Carol no tenía ni idea de quién era, pero agradeció que las hubiera interrumpido en ese momento, porque no estaba segura de si sería capaz de seguir soportando un contacto visual tan intenso.

                      —¡Señor presidente!

                      La tal Maru se apartó para hacer una gran reverencia que su pikachu imitó. La investigadora no supo si imitarla o no, porque aunque el hombre parecía importante enseguida le pidió a la joven que cesara su muestra de cortesía.

                      —Es un honor verle de nuevo. ¿Podría volver a hacer un test de compatibilidad con mi pikachu?

                      —Si ya te hice uno la semana pasada, no ha dado tiempo a que nada cambie, te aseguro que el resultado será el mismo. Si te soy sincero, estoy más interesado en conocer la razón por la que tu nueva amiga ha decidido venir aquí, hace tiempo que no veo caras nuevas.

                      ¿Nueva amiga? A Carol le pareció que la gente de Kanto formaba amistades muy rápido, pero no le llevó la contraria al hombre. En su lugar se levantó e hizo una pequeña reverencia antes de presentarse formalmente ante él.

                      —Buenos días. Me llamo Carol y he venido aquí con mi amigo, Eco, porque estamos realizando un estudio sobre los pokémon y queremos encontrar información que nos ayude a progresar en él.

                      —¡Oh! ¡Espléndido! Me alegra enormemente ver a la juventud interesada en aprender más sobre estas criaturas tan maravillosas. ¿Y de qué trata ese estudio, si no es mucha molestia preguntar?

                      —Pues nos gustaría saber si las pokéballs tienen alguna influencia a la hora de mejorar el vínculo entre las personas y los pokémon.

                      —Ese es un tema muy interesante, ya lo creo que es. Dame un momento, dónde está…

                      El hombre escaneó la habitación y por su expresión concentrada parecía que estaba buscando algo, pero no lo logró desde esa posición, así que le pidió a Carol que esperara ahí mientras iba a por lo que quería. Eso hizo la joven, que se había olvidado de la presencia de Maru hasta que volvió a hablarle.

                      —Por cierto, no te lo he preguntado antes y me muero de la curiosidad, ¿cuál es el mote de tu pikachu?

                      —¿Eh? ¿Mote?

                      —¡Pues claro! ¿O es que no sabes que puedes ponerle uno?

                      La confusión en la cara de Carol respondió por ella, lo que causó la risa de la otra chica.

                      —Vaya, sí que eres nueva en este mundillo, ¿eh? Puedes ponerles motes a tus pokémon para estrechar lazos con ellos y tener un trato más personalizado. Imagínate que todos llamáramos Pikachu a nuestros pikachu, sería un rollo, ¿no crees? Y daría lugar a muchas confusiones.

                      —Supongo…

                      —Para evitar eso muchos entrenadores optamos por ponerles nombres, para identificarlos mejor. Eso se hace en el momento en el que lo capturas o visitando a un inspector de motes para que lo cambie de forma oficial. A la mía la he llamado Chispas porque es la chispa que le da sentido a mi vida, ¿cómo llamarías tú a la tuya?

                      La pregunta le pilló desprevenida a Carol, aun así se tomó el tiempo de pensar una respuesta. Miró a su pikachu con detenimiento y pensó en ella, en lo que más le gustaba y en qué mote sería capaz de resumir su esencia, hasta que al fin uno se le pasó por la cabeza.

                      —La voy a llamar Canela.

                      —¡Qué bonito! ¿Es porque te gusta la canela?

                      —Sí, pero no es solo por eso. Es muy dulce, como los rollitos de canela. Adoro esos bollos.

                      —Sí, sí. Ya veo por dónde vas. No me equivocaba contigo, aunque acabas de empezar se nota que sientes un montón de aprecio hacia los pokémon. Mira, en esta caja tengo un montón de accesorios para ellos. ¡Te regalo el que más te guste!

                      —¡Ostras! ¿Estás segura?

                      —¡Segurísima! Tengo muchos y cada vez compro más. Es que me he hecho amiga de una dependienta del centro comercial de Ciudad Azulona y me los deja tiradísimos de precio. Venga, ¡elige! ¡Que no tenemos todo el día!

                      La energía de Maru podía llegar a ser algo agobiante, pero a Carol le enterneció lo simpática y dispuesta a ayudar que se había mostrado desde el principio. Le echó un vistazo a la caja rosa en forma de corazón donde había todo tipo de accesorios, desde pequeñas corbatas hasta algún que otro sombrero. Al final se decantó por una horquilla con un lacito rosa que le puso a su pokémon en la oreja derecha.

                      —Toma, Canela. Mira lo bien que te queda.

                      Maru le acercó un espejo a la pikachu y Carol sintió un calor agradable en el pecho al verla tan contenta. En ese momento se dijo que se esforzaría por conseguir que su amiga estuviera siempre tan feliz y bien cuidada, haría lo posible por informarse para tratarla lo mejor posible y que nunca le faltara de nada.

                      —Por cierto, como me has caído muy bien voy a darte esto también. Es un peluche que alguien se debió dejar aquí, es tan mono que me lo quiero quedar yo, pero ya no me caben más en la cama y no lo quiero tirar ni dárselo a cualquiera. Estoy segura de que le darás un buen uso.

                      El objeto que le estaba dando era un peluche de cleffairy. Tenía el brazo izquierdo un poco descosido, pero por lo demás estaba en buen estado. Carol no estaba segura de si lo usaría bien o no, pero no le parecía correcto rechazar un regalo, así que lo aceptó.

                      —Muchas gracias. Lo cuidaré muy bien.

                      —No me cabe la menor duda. Solo hay que ver cómo está Canela.

                      Al final Maru resultó ser una compañía la mar de agradable. Sentía que podía pasarse el día entero hablando con ella, pero cuando el presidente del club volvió con la persona que estaba buscando ella dijo que debía irse porque tenía que estudiar para un par de exámenes. Aunque eso la entristeció, Carol se consoló pensando que sería lo mejor porque ya había perdido un tiempo muy valioso de investigación y le daría vergüenza que Eco la viera tan relajada mientras él se esforzaba en conseguir su objetivo.

                      —Este de aquí es Xavier y es un experto en los distintos tipos de pokéballs. Estoy seguro de que os ayudará a arrojar un poco de luz en vuestro estudio.

                      —Muchas gracias. Creo que deberíamos buscar a mi amigo primero para que ambos podamos escuchar lo que tiene que decir.

                      No tuvieron que esforzarse mucho para eso. Los hombres siguieron a Carol hasta las estanterías, donde Eco se había perdido en el inmenso mar de páginas que ocupaba aquella zona del edificio. Enfrente de él estaba su bulbasaur haciendo uso de sus lianas para mantener abiertos en el aire un par de libros. Los ojos de su entrenador brillaban de felicidad y cuando vio que Carol estaba ahí no pudo evitar presumir de su nueva habilidad.

                      —Puedo leer cuatro libros a la vez gracias a su ayuda. ¿Sabes por cuánto se multiplica mi capacidad de aprender y contrastar información? ¡Esto es lo más!

                      —¡Saur!

                      —Sí. Acércame el quinto libro del estante superior empezando por la derecha, por favor.

                      —Esto… Eco, creemos que este hombre puede ayudarnos en nuestra investigación. ¿Qué tal si le escuchamos?

                      El tal Xavier dio un paso al frente e inclinó la cabeza ligeramente de forma que la calvicie de su coronilla quedara al descubierto. Cuando volvió a alzarla se recolocó las gafas con el índice derecho y sonrió de forma campechana.

                      —Buenos días. Mi buen amigo me ha dicho que estáis interesados en conocer la relación, o ausencia de, que hay entre el uso de las pokéballs y la formación de vínculos entre humanos y pokémon.

                      —Así es —confirmó Eco, quien cerró el libro que tenía en la mano para prestarle toda su atención. Carol se situó a su lado con discreción, contenta de volver a estar con alguien que conocía.

                      —Me presento. Soy Xavier, un apasionado del mundo de las pokéballs. Estoy al tanto de todos los modelos que hay en el mercado y puedo adelantaros que la tecnología ha llegado hasta tal punto que algunas cápsulas sí son capaces de aumentar la amistad del pokémon que se captura al instante.

                      —¡¿En serio?! —exclamaron los dos investigadores a la vez. Xavier asintió, contento de poder compartir su sabiduría con gente que le apasionaba tanto ese tema como a él.

                      —Sí. En concreto son la lujo ball y la amigo ball. Como el pokémon se siente muy cómodo dentro de ellas facilita que tenga sentimientos buenos hacia su nuevo entrenador.

                      —Eso es interesante. ¡Muy interesante! —exclamó el joven mientras chasqueaba los dedos una vez. Al escuchar ese sonido, su bulbasaur sacó una libreta y se la acercó para que pudiera hacer un par de anotaciones.

                      —Sin duda lo es. Sin embargo, si bien es cierto que ese tipo de cápsulas puede dar cierta ventaja inicial, no sé hasta qué punto resultan de ayuda si el entrenador no se esfuerza por crear y cuidar un vínculo con la criatura.

                      —Eso es lo que nos toca averiguar —respondió Carol con una sonrisa. Xavier miró a los dos jóvenes con detenimiento y vio algo en ellos que le hizo asentir para sí mismo con convicción.

                      —Veo que vais en serio. He escrito un par de artículos sobre el tema, voy a prestároslos y a daros mi número de teléfono por si os surge alguna duda o queréis compartir información.

                      —¡Muchas gracias! Seguro que nos resulta muy útil.

                      Al poco de que Xavier les diera los documentos que les había prometido, Carol recibió un mensaje de Silver diciéndole que estaban a punto de terminar sus combates de gimnasio y que podían quedar en la entrada del mismo para reunirse todos de nuevo. Esa noticia no entusiasmó mucho al oriundo de Pueblo Primavera, quien ya se había visualizado pasando el día allí dentro, pero entendía que al haber aceptado viajar en grupo no podía ir abandonando a sus amigos cada vez que su sed de conocimiento le instaba a leer como si no hubiera un mañana. Los dos jóvenes le dieron las gracias a Xavier y al presidente y este último les dijo que podían volver las veces que quisieran, una invitación que el par de investigadores aceptó con gusto.

                      —Menuda pasada. No me creo todo lo que hemos avanzado en un día, el consejo del profesor Oak ha sido un regalo.

                      A pesar de no querer irse, a Carol le dio la impresión de que la cara de Eco resplandecía. El joven no había dejado de sonreír desde que habían entrado en la sede del club de fans y todavía seguía manteniendo ese buen humor. Ella mentiría si dijera que no estaba contenta, aunque su ilusión por haber obtenido información relevante no rivalizaba con la de él. Los dos se permitieron disfrutar de la luz del sol durante unos instantes antes de empezar el trayecto hacia el gimnasio, uno en el que Carol se dio cuenta de algo.

                      —¿Sabes? Acabo de caer en que mi abuelo a lo mejor podría ayudarnos también. Después de todo, ha dedicado gran parte de su vida a hacer pokéballs.

                      —¡Es verdad! En ese caso habrá que hacerle una visita más adelante.

                      —¿Te imaginas que nos ayuda a realizar algún descubrimiento medianamente importante?

                      —¡Sería maravilloso! Que la ciencia avance gracias a la colaboración familiar, no se me ocurre nada más poético que eso.

                      —Vaya, Eco. No conocía este lado tuyo tan sensible.

                      —Ja, ja, ja. ¿Qué puedo decir? ¡Soy una caja de sorpresas!

                      En mayor o menor medida todo el mundo lo era, de eso se estaba empezando a dar cuenta ella. Recordó lo incómoda que se había sentido con Maru al principio, pues cuando alguien en el Team Rocket te abordaba con esa energía era porque quería algo a cambio, así que nunca se habría imaginado que aquella chica no solo no le pediría nada sino que además le regalaría ese accesorio tan mono a Canela. El presidente y Xavier tampoco tenían ningún motivo para ayudarles y, sin embargo, eso hicieron sin esperar nada a cambio. Eso le hizo sentir rara, tenía un ligero temor de que en un futuro volverían a reclamarles el favor, aunque al ver a Eco tan tranquilo se intentó convencer de que no sería así. ¿Realmente habría más gente buena y desinteresada en el mundo más allá de sus amigos? La idea de relacionarse con tantos desconocidos de los que no sabía qué esperar a veces le daba vértigo, pero mientras se mantuviera cerca de su círculo se dijo que podría con ello.

                      —Pues ya estamos aquí —dijo Eco en cuanto llegaron a la puerta. Le llamó la atención un cartel que había colgado así que se acercó a leerlo—. ¿Eh? Pone que está cerrado.

                      —¿Cerrado? Pero si Silver me ha dicho que estaban dentro.

                      —Mira que como nos estén gastando una broma… Aunque, es muy raro, ¿qué clase de gimnasio cierra así como así sin motivo?

                      —El mismo que tiene un militar como líder, cadete. ¡Saluden!

                      Cómo Eco no se desmayó en cuanto la puerta se abrió y mostró la imponente figura de Surge sin previo aviso fue algo que no se pudo explicar a sí mismo, así que lo terminó achacando al shock que paralizó sus músculos como si hubiera sido alcanzado por un rayo. Carol no tardó en esconderse tras él, aunque se atrevió a salir de su refugio en cuanto vio que detrás de la enorme espalda del líder estaban Lira y Silver. La entrenadora alzó la medalla con una sonrisa al ver que sus amigos estaban ahí mientras que el pelirrojo se limitó a asentir.

                      —¡Mirad lo que hemos conseguido! ¿A que es una pasada? —preguntó Lira antes de salir del gimnasio y alzar la medalla Trueno al cielo para verla mejor con los rayos de sol. Era un octógono naranja rodeado por pétalos amarillos que resplandecían al recibir la energía del astro rey, tan bonita que la joven no pudo evitar quedarse maravillada. Surge sonrió con orgullo, contento de que su medalla causara esa impresión.

                      —Pues sí. Quién me iba a decir que estos dos mequetrefes me iban a ganar, aunque la cosa ha estado muy igualada, pero una derrota es una derrota y he de aceptarla como tal —dijo el líder mientras se quitaba las gafas de sol. Sus ojos azules se resintieron en cuanto percibieron la luz solar, así que bajó la mirada, pero aun así los dejó desprotegidos.

                      Tenía mucho en lo que pensar, ¿estaban sus labores investigativas intercediendo en su desempeño como líder? ¿Había realmente dado el cien por cien? A lo mejor simplemente esos dos eran mejores que él y no había que darle tantas vueltas al asunto, aunque no podía negar que su orgullo había quedado algo tocado después de aquella mañana. No era la primera vez que perdía ante dos críos, pero hacía tanto de aquel evento que prácticamente había olvidado qué se sentía.

                      —¡Pero bueno! ¡Qué cosita más mona! ¡Menudo lacito más adorable tiene tu pikachu, Carol! Feraligatr, que sepas que te voy a comprar uno igual.

                      —¡Fer!

                      —Sí, ya lo verás. Vas a ser el tipo agua más cuqui de toda Kanto y Johto.

                      El griterío de Lira le hizo alzar la vista de nuevo. Aunque no era propio de él bajar la guardia, Surge no pudo evitar quedarse mirando aquella escena. La forma en la que Lira se acercó al pikachu de su amiga y le dejó subirse a su hombro y cómo dicho pokémon acarició su mejilla con la suya le resultó tan familiar que le llevó de vuelta al pasado sin que se diera cuenta. Sintió una tensión rara en el pecho, una que hacía tiempo que no sentía, y en ese momento se dio cuenta de que estaba haciendo el ridículo. ¿Qué hacía un hombre como él, un militar veterano y respetable, dejándose asaltar por sentimientos inútiles tan fácilmente? Vergonzoso, por suerte para él estaba entrenado y no tardó en recuperar la compostura y ese porte que tanta confianza en sí mismo desprendía. Se puso las gafas de sol, carraspeó la garganta para ganarse la atención del grupo y empezó a hablar.

                      —Bien hecho, cadetes. Veo que todos habéis cumplido vuestra misión en esta ciudad. ¿Cuál va a ser vuestro próximo objetivo? Estaría bien que aprovechéis esta energía e inercia para seguir avanzando.

                      —Pues… —Eco miró a sus amigos para ver si alguno tenía alguna idea, pero ese no fue el caso. Kanto era una región nueva para él y para Lira y, si bien ese no era el caso para Silver ni Carol, no parecían recordar mucho de ella, así que ninguno sabía muy bien hacia dónde deberían ir— La verdad es que no lo hemos pensado todavía.

                      —En ese caso os recomendaría que fuerais a la siguiente ciudad, Ciudad Azafrán. La estación de Magnetotrén se encuentra allí y podríais volver a Johto en un santiamén cuando os apetezca, aunque no sé qué problemas está habiendo que últimamente falla más que una escopeta de feria. Si os sobra tiempo podríais investigar el caso, que parece que no tenéis el coco vacío.

                      El grupo quedó conforme con su sugerencia y así se lo hizo saber afirmando con la cabeza. Los cuatro se despidieron del líder y decidieron pasar por el centro pokémon para recuperarse de la mañana tan ajetreada que habían tenido y ponerse al día antes de continuar con su aventura. Surge les vio irse contentos y cuando desaparecieron de su campo de visión cogió su pokégear e hizo una llamada.

                      —¿Sabrina? Tenías razón. Esa niña… Me ha pasado lo mismo que a ti. Va con unos amigos y no creo que tarden en abandonar Ciudad Carmín, ya les he dicho que lo mejor que pueden hacer ahora es ir a Ciudad Azafrán. ¿Quieres que esté al tanto de sus movimientos? ¿No hace falta? Tú mandas. Te aviso de que es muy fuerte y el pelirrojo también. No te vendría mal entrenar un poco más para estar preparada.

                      Su compañera le respondió con un <<ajá>> antes de colgar. No le sorprendió, con lo ocupados que estaban últimamente apenas tenían tiempo de atender sus gimnasios como tocaba así que no estaban para mantener una conversación larga y despreocupada. Además, ella no destacaba por sus ganas de socializar y empatía. Estuvo a punto de guardar su pokégear, pero entonces vio uno de los contactos a los que había llamado recientemente. No supo si contarle a Lance cómo iba su investigación o si sería mejor esperar a recabar más datos, terminó optando por la segunda opción, así que entró en su gimnasio para elaborar un nuevo plan de acción y, con suerte, enterrar un poco más aquel sentimiento desagradable que se había quedado anclado en su pecho.

                      Comentario

                      • A.J
                        Everlasting Bloom
                        SUPAR PRUEBA
                        • dic
                        • 68
                        • 🇪🇸 España
                        • Paldea

                        #12
                        Se me ha cerrado CHROME escribiendo esto. Gracias a Muerte que se guarda si no iba a chillar como un burro con fimosis

                        NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. Solo se ha conservado la primera frase *Procede a berrear*


                        Suspira.

                        Hemoh sido retornadoh


                        Empezamos con misterioso señor X que...que...¡Creo que ya se quien es! De todos modos mejor dejar a que lo escribas tú y lo desveles a tu ritmo (Ambos sabemos que te lo voy a decir por Discord)


                        En regiones como Kanto que todos conocemos y con personajes que todos conocemos creo que especialmente enriquecedor que el autor/autora/Saku muestre sus pinceladas de visión del Pokemundo ya sea con conexiones entre personajes como la de Aníbal y Blaine (que no me imaginaba) o lo de Azul y su abuela, que todos sospechamos quien son pero sigue siendo interesante verlo. Me hizo particular gracia ese momento XD. Decir que también me gusta como pese que todos sabemos en que consiste la parte de Kanto en GSC/HGSS consigues darle un envoltorio de misterio, quizás porque es algo que yo no se hacer, como que como costaba trasladar la dimensión de la pantallita de Game Boy a un mundo "Real" Aunque no estamos aquí para hablar de mi. Y es una pena porque me gusta mucho hablar de mi

                        —Yo lo tengo claro. Me despido de Magneton por ahora.
                        Siempre es el Robotín inexpresivo, nunca el murcielago inexpresivo de boca como un portaviones (?)


                        —Eh, no te preocupes por eso. Eco es una de las personas en las que más confío. Donde tú ves un peligro, él ya ha imaginado cinco —dijo Lira extendiendo todos los dedos de la mano derecha
                        Eco: *Se despierta y se mira al espejo* Cada día más esquizofrénico (?)

                        —¡Ja, ja, ja! ¡Qué gracioso! Claro, como me especializo en el tipo eléctrico, electricidad, factura de la luz… Muy bueno, ¡muy bueno! Muy bien, chavalines. Si tantas ganas tenéis de conseguir esta medalla hoy, demostradme que tenéis lo que hay que tener. ¡Seguidme!
                        Demasiado Master Ex para saber que esto es posible xD

                        Lira y Silver se miraron cariacontecidos. No sabían si se trataba de una broma o no, pero ninguno de los dos quería molestar más al teniente, así que se tiraron al suelo e hicieron lo que les ordenó. Silver fue capaz de hacer cinco flexiones seguidas antes de que los brazos le empezaran a temblar, pero Lira no tuvo tanta suerte y a la tercera sintió que no podía hacer más.
                        No se si los videos de Pedro Araujo, de Kanto, te los enseñe. Es más no se si los recuerdas. Pero esto pasa en uno xD...Aunque con menos pechos

                        ¿A que sí, chicos? —Los entrenadores asintieron a la vez— Luego encima vienen algunos padres a reclamar.
                        JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJA. ESTAS PROYECTANDO JAJAJAJAAJAJAJAAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJA


                        —Es que no tienes ni idea de cómo nos comunicamos los hombres de verdad. A la próxima deja que tome el control y ya verás como será todo más fácil y rápido.
                        Diabla


                        ¡No veas lo difícil que es bañar y peinar a quienes no les gusta el contacto físico!
                        Yo me pongo violento y agresivo si alguien intenta bañarme sin mi consentimiento


                        —La voy a llamar Canela.

                        —¡Qué bonito! ¿Es porque te gusta la canela?​
                        Aaaaaaaaaaw

                        *Procede a cobrarle la Hipoteca*

                        Al final Maru resultó ser una compañía la mar de agradable.
                        La Maru de agradable

                        Maru..Mari...AAAAAAAAAAAH RECUERDOS (Aunque no muchos)

                        —Este de aquí es Xavier y es un experto en los distintos tipos de pokéballs.
                        Debe ser la furia homicida por que se borrara el comentario pero me he imaginado a Lyra arrancandole la cabez al entrenador "ricachón" del Master Ex y que apareciera la máscara de Bolifacio

                        —Puedo leer cuatro libros a la vez gracias a su ayuda. ¿Sabes por cuánto se multiplica mi capacidad de aprender y contrastar información? ¡Esto es lo más!
                        Aaaaaaaw




                        —¡Fer!
                        ¡Phineas!

                        La estación de Magnetotrén se encuentra allí y podríais volver a Johto en un santiamén cuando os apetezca, aunque no sé qué problemas está habiendo que últimamente falla más que una escopeta de feria
                        ¡Como en la vida real!

                        PD: Me encantó la Referencia de la Pokemuñeca en el Club de Entrenadores xD



                        ​​​​​

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                        • El_Rey_Elfo
                          Junior Member
                          SUPAR PRUEBA
                          • dic
                          • 22
                          • 🇨🇱 Chile
                          • Coquimbo

                          #13
                          Holis, nos volvemos a leer.

                          Me alegra saber que solucionaron el tema del séptimo pokémon de una manera madura y civilizada.

                          Me siento muy intrigado en saber qué está pasando en Kanto, que parece que todos los líderes están alterados, por un momento pensé que podría ser algo relacionado con el paradero de Rojo, pero recuerdo del primer capítulo que se estableció que está en el monte Silver. Imagino que debe estar pasando algo más, quizás algo relacionado a esa luz púrpura creo que era el color. Me pregunto qué tramas para contarnos, quiero quedar impactaditto.

                          Pensé que narrarías la batalla, pero creo que fue un acierto no hacerlo, pues sigues estableciendo un poco la dinámica de cómo se llevarán las cosas en este fic y veo que habrá un poco más de exploración y libertad creativa de tu parte, eso me agrada.

                          Se viene Sabrinaaaaaaaaaaaaaaaaa.

                          Besos.

                          Comentario

                          • Tommy
                            TLDR?/A tu vieja le gusta
                            SUPAR PRUEBA
                            • dic
                            • 60
                            • 🇦🇷 Argentina
                            • Buenos Aires

                            #14
                            ¡Buuu! Yo quería peleas descerebradas y lucesitas de colores, pero justo cuando SIlver estaba por medirse la chota con Surge tras un arrebato de ira, hay un corte a las nerdventuras de Eco y Carol, el primero usando a su poke-maceta como sostenedor de libros y la segunda haciéndose amiga de Maru... ¡¿MARY?! Ahre que AJ notó lo mismo, no sé si fue intencional o no ese nombre para ese personaje pero, si fue un guiño, me encantó. xD

                            Lo cierto es que el capítulo me gustó, se sintió mucho como un episodio del anime en sus primeras temporadas con los protagonistas corriendo de acá para allá persiguiendo al estrafalario líder de turno que al final solo parecía estar poniendo a prueba su temperamento y su capacidad de negarse a una orden absurda y actuar siguiendo sus propios instintos y convicciones. Más o menos todo lo contrario a lo que debe hacer un militar subordinado en el ejército, así que me gustó mucho el giro que buscaste con Surge y el tipo me cayó bárbaro al instante, aunque me quedé con ganas de saber más sobre todo eso que anduvo investigando en los alrededores de Carmín y sobre esa última conversación con Sabrina. Es reee sospechoso ver interactuar así a dos personajes famosos por haber sido del grupo de los malos en cierto manga que podés o no haber leído (yo sé que lo leíste porque salía un Lance chikito y dictatorial), pero dado el contexto de lo sucedido con Rojo y los antecedentes de Johto en los que Lira y los demás estuvieron metidos hasta el cuello, es lógico que despierten cierta suspicacia.

                            Aaaunque esa reacción de Surge al ver a Lira toda cariñosa con Canela (nombre cute si los hay btw) me hizo pensar primero en que el tipo estaba recordando a Rojo y que eso le dejó el regusto amargo en la boca, pero después caí en la cuenta de que... Tranquilamente podía estar viéndose a sí mismo reflejado en esa escena, después de todo su poke principal es un Raichu que habrá sabido ser un Pikachu años atrás con el que guardaría un vínculo similar al de esas dos. Al final supongo que ambos detalles fueron suficientes para revolverle el estómago y aflojarle algunos tornillos emocionales al duro militar.

                            Por otra parte, y claramente faltándole el respeto al orden cronológico del capítulo, me sorprendió que no hayas profundizado tanto más en el dilema planteado al cierre del anterior, con Lira teniendo que decidir amargamente de qué pokeamigo separarse para hacerle un hueco en el equipo al starter popular. Y obviamente como acá Togekiss sigue sin ser de tipo hada, no le queda otra alternativa más que comer caja. ¡Buuu! ¡Mejor suerte dentro de dos generaciones, chiquita! JA. Y pabre Magneton, pero es verdad que es prácticamente imposible evolucionarlo en HGSS, imagino que Silver resolvió fácilmente deshacerse de él (qué cruel suena, ¿no?) cuando pispeó en la Dex que no iba a evolucionar por muchos abrazos y peluqueros y masajes le diera, a diferencia del murciégalo. (?)

                            Mi segunda parte favorita, además del desafío de desafiar a Surge (?), fue Carol dándose cuenta de que no todo el mundo está lleno de espinas de las que protegerse, y que puede relajarse y confiar más no solo en sus amigos más cercanos, sino en la gente buena y desinteresada que también ocupa una buena parte del mundo (especialmente del Mundo Pokémon, que es casi tan inofensivo como la cabaña de Heidi). Me gustó que incorporaras elementos tan básicos de los juegos como el ponerle un mote a tu pokémon para estrechar lazos y reconocerlo más como un individuo sintiente que como un "animal de combate", y lo sorprendida que estaba la pobre de tener ese derecho o esa opción para conocerse mejor con sus pokémon, y que sean algo más que un arma que te ponen los tipos malos en la mano para ir a hacer cosas malas en nombre de ellos. La evolución del personaje me sigue pareciendo un logro sobresaliente que tuviste como escritora desde que arrancó Alma de Plata hace ya... como seis años o más, ¿no? Mierda que pasa el tiempo, se me pianta un lagrimón.

                            Igual... No te costaba nada escribir aunque sea el finaaal del combate (como yo hice en su momento en el Gloria vs Nessa), especialmente quería ver a Silver re-caliente partiéndole su mandarina en gajos al milico y diciéndole "¡¿SABES QUIEN ES MI PAPA?! DEBERIAS PORQUE TAMBIEN ES TU PUTO PADRE: EXPERTO EN TIPO TIERRA, SE HABRA CANSADO DE JUGAR CON TUS ROEDORES ELECTRICOS, YANKEE VENIDO A MENOS, ESTO ES POR HIROSHIMA Y NAGASAKIIIIIII!!!" bueno se iba al carajo con las pajas mentales. Aunque sea exijo saber cuáles fueron los enfrentamientos y alguna perlita de los combates en ese gimnasio, que seguro te habrás planteado al menos por un instante escribir algo de eso hasta que te decantaste por profundizar más en los personajes.

                            Y ya, espero que no esté muy lejos en el horizonte el próximo capítulo. Después de lo divertido que fue Surge, me muero de intriga por ver cómo escribís a Sabrina con tu tónica particular.

                            Comentario

                            Trabajando...